El pasado 12 de enero, el presidente saliente Barack
Obama derogó la enmienda presidencial conocida como “pies secos/pies mojados”,
que fue una revisión a la Ley de Ajuste Cubano de 1966. Esta medida expresaba
que todo cubano que llegara a las costas de Estados Unidos (“pies secos”)
tendría derecho a la residencia americana al cabo de un año de estancia en este
país, sin mucha indagación. Aquellos interceptados en altamar, serían devueltos
de inmediato a la isla.
La ley vino poco después del explosivo movimiento
migratorio conocido como el “Maleconazo”, ocurrido en 1994 y que, entre otras
cosas, llevó a miles de cubanos a residir temporalmente en la Base Naval de
Guantánamo. La idea de esta enmienda, que es un decreto presidencial promulgado
por el entonces presidente Bill Clinton, era limitar la entrada de cubanos a los
Estados Unidos, ya que como la mayoría venían por mar, al devolver a los
interceptados, se reduciría el número de inmigrantes y asustaría a otros
balseros potenciales.
Como siempre sucede, la cosa salió al revés. Los cubanos
buscaron la forma de darle la vuelta a la enmienda y al cabo de un tiempo
entraban por todas partes, desde las fronteras mejicana y canadiense, hasta
llegando en vuelos desde Europa y Latinoamérica, y más recientemente mediante
esos largos peregrinajes que empiezan por países que aceptan a los cubanos sin
exigirles visado. Esto fue posible gracias a la maniobra de Raúl Castro en
2013, de eliminar el permiso de salida.
Como esta enmienda fue un decreto presidencial, el
presidente Obama pudo eliminarla de un golpe y sin necesidad de consultar al congreso.
La Ley de Ajuste Cubano, por ser una ley emitida por el congreso, requiere un
proceso más lento y arduo. O sea que, básicamente volvemos al status de 1994.
Los cubanos mantienen cierto grado de excepcionalidad, solamente que ahora, hay
que probar la necesidad de asilo político. Aunque todo está en cuán estricto se
va a implementar la política. Todavía los cubanos mantienen privilegios
inimaginables al resto de los latinoamericanos.
Esta derogación venía cocinándose hacía rato. No por
gusto Raúl Castro eliminó el permiso de salida. Con ello, no solo le pasaba la
papa caliente de los emigrantes a los otros países, sino que preparaba el
terreno para exigir ciertas concesiones al gobierno americano como parte de la normalización
de relaciones.
Sin embargo, es curioso que muchos cubanos que residen en
los Estados Unidos, están contentos con esta medida (la mayoría aun no la ha
entendido bien), pues lamentan que desde entonces, están llegando muchos
cubanos que temen declararse exiliados políticos, que inmediatamente que
obtienen residencia regresan de visita a la isla a llevar dinero y a crear
negocios que a la larga favorecen más a los gobernantes que al pueblo y que se
han infiltrado miles de espías y agentes castristas que ahora se pasean por
Miami creando negocios fraudulentos bajo instrucciones del gobierno de Castro.
Si uno oye muchas de las opiniones, tal parece que todo el que llega es un
agente disfrazado.
Los cubanos parecemos ser el único grupo nacional que se
opone al bienestar de su propia gente. En realidad, sin negar que todo lo dicho
arriba tiene mucho de verdad, qué porcentaje de los que llegan son en realidad
delincuentes o espías y que porcentaje son gente trabajadora que viene a hacer
lo mejor que pueden para mejorar sus vidas. No se sabe, porque la prensa manipula
todo esto para sus ratings. Inventan historias de todo tipo (o más bien se
centran en ellas), desde bombas lacrimógenas por el sufrimiento de los que
pasan trabajo para llegar, como “trabajos investigativos” sobre los delincuentes
que vienen a estafar a las instituciones americanas y a los contribuyentes.
Casi todos basados en medias verdades, ofreciendo muy pocos datos comprobables
y explotando la sensibilidad del lector o de la teleaudiencia.
Espías, delincuentes, gente trabajadora, perseguidos
políticos y muchos otros tipos y estereotipos han llegado a estas costas
durante estos 58 años. Nada ha detenido ese proceso. Todos los gobernantes
americanos (algunos a su pesar), han sido extremadamente generosos con los cubanos
en cuanto a privilegios migratorios. Solamente en los ocho años de Obama,
250,000 cubanos han obtenido residencia americana. Nada ha evitado que Castro
(ambos), utilice la emigración como un arma de negociación, la más efectiva con
la cual cuenta el gobierno cubano, que cada cierto tiempo inunda de inmigrantes
ilegales a los Estados Unidos (léase Camarioca, Mariel, Maleconazo y los
últimos grupos llegados a través de Centroamérica). Esta medida de Obama no es
más que parte de un paquete de concesiones en un proceso diplomático (estar a
favor o en contra de ese proceso ya es tema de otra discusión). Falta ver que
Cuba cumpla con recibir a todos los que los americanos quieran devolver y a qué
velocidad se desarrolla el proceso.
Más dura me parece la derogación del parole a los médicos
que andan en misiones fuera de Cuba y quieren reasentarse. Esta es una medida
tomada por Bush en 2006. Los médicos han sido la mayor mano de obra barata de
la que el gobierno cubano se ha beneficiado y por muchos años no se les
permitió salir del país. Ahora quedan de nuevo en el desamparo. Sin embargo,
nadie habla de ello. Eso es en apaciguamiento al lamento perenne de que los
Estados Unidos le roban los cerebros.
Ahora vendrán las historias sensibleras sobre los que han
quedado en el camino, muy triste de verdad, pero parte del daño colateral y a
la hora de irnos de la manera que nos vamos los cubanos, tenemos que contar con
la posibilidad de que ello ocurra. Pero ya se buscará solución a este lado
trágico de los acontecimientos.
Lo que más me asombra es que muchos cubanos se alegren de
que mucha gente no pueda llegar, sobre todo los que se han beneficiado de esa
misma medida. Es cierto que hay muchos delincuentes y agentes viniendo, pero, ¿acaso
son mayoría?. Quizá solo sean los más visibles. Por otra parte, ¿cómo alegrarse de la
desgracia de los que vienen de verdad a buscarse la vida y los que son
legítimos perseguidos políticos?
Cuando Dios anunció la próxima destrucción de Sodoma,
Abraham le cuestionó si destruiría toda la ciudad aunque hubiera al menos
cincuenta justos entre ellos. Dios le dijo que no y Abraham siguió negociando: “He
aquí, ahora me he atrevido a hablar al Señor, yo que soy polvo y ceniza…No se
enoje ahora el Señor, y hablaré solo esta vez; tal vez se hallen allí solo diez
justos. Y el Señor le respondió no la destruiré por consideración a los diez”
(Génesis 18: 16-33). Parece que los cubanos que están ya aquí no encuentran ni
un justo entre los que llegan.
Tampoco vale el argumento de que ahora tendrán que
rebelarse al no poder venir. El problema de Cuba no es solo la emigración, es
la compleja realidad que vive la oposición, mayormente desconocida, sin poder
de convocatoria, no confiable para mucha gente (más allá de lo genuino que
pueda ser la oposición), sin legitimidad determinante, sin apoyo militar, sin
una organización nacional y sin medios de combate (me refiero a medios de
prensa de amplia divulgación y elementos similares). Los cubanos seguirán
viniendo. Incluso si ahora tienen que pasar algunos meses en una cárcel de
inmigración antes de ser liberados. Estoy seguro que muchos prefieren pasar
seis meses en detención aquí en los Estados Unidos que una semana en Varadero.
Emigrar es la única salida inmediata a los problemas políticos y económicos que
padecen los cubanos de a pie.
Roberto Madrigal
Por cada gota del culpable hay un mar de sangre inocente. Este el camino de los hechos siempre.
ReplyDeleteNo hay peor astilla.............
Tu hermano del Norte que siempre te quiere.