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Wednesday, January 30, 2013

De pasaportes, emigración, permisos y quimeras



Esta semana deben estar recibiendo sus pasaportes los primeros cubanos que los solicitaron una vez entrada en vigor la “nueva política migratoria” del gobierno cubano. Ya se comenzarán a conocer las verdaderas posibilidades al saberse de los pasaportes expedidos y de los negados. Ya veremos los nuevos criterios de selectividad.

Aunque se ha eliminado un paso, el de la tarjeta blanca, quienes deciden a quien se le expide o no un pasaporte siguen siendo los mismos. En realidad, hace muchos años que solo un exclusivo grupo de opositores y algunos profesionales son víctimas de las restricciones de salida del país. A la mayoría de los solicitantes el trámite se les corría sin muchas dificultades. Pero, ya por costumbre, nadie estaba seguro hasta tener el papel en las manos, todos temían que se les negara la dichosa tarjeta. Con los nuevos lineamientos se ha eliminado un eslabón en la cadena del miedo.

Es cierto que ha habido otros cambios, relativamente favorables, como extender el tiempo permitido de estancia en el exterior (aunque que yo sepa, en ningún país del mundo existe un límite de tiempo para que los ciudadanos permanezcan fuera del país sin perder sus derechos, ni en Irán) y el no tener que presentar ningún documento de excusa para solicitar el permiso. Eso entre otros cambios mayormente cosméticos y con el ojo en el ingreso de moneda extranjera. Se ha ensanchado el ojo de la aguja, pero aún se requiere pasar por la aguja.

Muy pocos gobiernos han manipulado la emigración de una manera tan grotesca, como válvula de escape, como instrumento de represión o como arma de agitación popular como lo ha hecho el cubano. Desde las arbitrarias separaciones familiares de los primeros años, pasando por Camarioca, el forzar a quienes solicitaban la salida a pasar al menos dos años en la agricultura, el final de los vuelos de la libertad, la caprichosa violación del derecho de asilo, las expulsiones de los centros de trabajo a quienes presentaban para irse, el período en el cual no se le permitía salir a nadie entre el final de los “vuelos de la libertad” y la liberación de los presos políticos, el asilo masivo en la embajada de Perú y el subsecuente marielazo, el maleconazo de 1994 y los asesinatos a quienes intentaban irse de manera clandestina o secuestrando embarcaciones, hasta las condiciones de rehenes que por años se le impusieron a los familiares de atletas, profesionales y de algunos que salían en misiones técnicas oficiales, finalizando con las repercusiones que sufrían todos los parientes de alguien que desertaba, la política migratoria cubana se ha movido entre diversos matices de terror. Eso para no hablar de la política inmigratoria.

En los últimos quince años han aflojado la mano, ya que han visto los beneficios económicos del flujo emigración-inmigración, dada la necesidad material tras la caída del bloque socialista y la desideologización de gran parte de la población, así como la pérdida de la narrativa de quienes detentan el poder. También hay que considerar el descalabro de la economía mundial en el último lustro y el tenebroso terrorismo internacional, lo que hace que muchos países se vean obligados a restringir la entrada de inmigrantes a sus países y a velar con más celo quiénes son sus visitantes.

Ahora, con sus flamantes pasaportes, los cubanos enfrentarán la tarea de solicitar visado para salir como turistas. Por seis décadas los cubanos han sido uno de los pocos pueblos del mundo (me atrevería a decir que el único), cuyos habitantes no pueden ganar con su trabajo una moneda con valor de cambio en el mercado internacional. Sin trucos, marañas ni ayuda de familiares en el extranjero, casi nadie puede ahorrar dinero convertible para pagarse un viaje. Sabedores de ello, los gobernantes le pasan la papa caliente a los gobiernos extranjeros.

Hace muchos años, cuando salí con salvoconducto y pasaporte de la embajada de Perú, bajo la promesa del gobierno cubano de que si conseguía un visado de cualquier país podía irme, en las cuatro semanas que mediaron entre ese día y mi salida por el Mariel, tras hacer mil malabares para evadir a las turbas que diariamente rodeaban mi apartamento y lo llenaban de huevos y tomates podridos mientras vociferaban insultos y amenazas, me tomé el trabajo de recorrer cuanta embajada pude en La Habana. Fui a la de la entonces República Federal Alemana, las de Austria, Canadá y Suecia. Todas me negaban la visa a pesar de que yo tenía forma de asegurarles que solamente sería una visa de tránsito y que tenía familiares en el extranjero que tenían solvencia económica y no dejarían que yo fuera una carga para sus gobiernos. Llegué al punto de que ya harto de su actitud le pregunté al embajador austríaco si había algunos acuerdos culturales o económicos con Cuba tan importantes y tan frágiles como para que se me negara un visado de tránsito. No me respondió, solo hizo una mueca cercana a una sonrisa conmiserativa. Solamente los ingleses escucharon mi caso y me prometieron visa, requiriendo una segunda visita que nunca hice, porque en eso la policía me vino a buscar para que me fuera por el Mariel.

Claro que las cosas han cambiado mucho desde entonces en todas partes y muchos países han liberalizado su concesión de visados a cubanos, pero ya vemos como tras la medida del gobierno cubano, muchos países, como Ecuador que antes no exigía visado a los cubanos, han cambiado sus requisitos. Ahora los cubanos que enarbolan sus pasaportes en solicitud de visado se encontrarán múltiples negativas o vaselinas para demorar o no concedérseles el visado. No creo que la situación respecto a los Estados Unidos cambie mucho. Otros países pondrán requisitos nuevos. A la larga, quienes tengan cartas de invitaciones, o apoyo financiero de algún familiar o conocido, recibirán sus visados. Al resto, es muy poco probable que se les conceda nada y que tengan que deambular embajada tras embajada para lograr su sueño de salida que a la larga puede devenir en pesadilla.

Pero hay esperanzas. Entre los pocos países que no exigen visa a los cubanos, muchos de ellos zonas devastadas por la guerra reciente o el hambre, como Botsuana, Kirguistán, Montenegro, Serbia, Haití y Mongolia, encontré un alma casi gemela en el Océano Pacífico. Se trata de la isla de Niue, un pequeño atolón coralino, a 2400 kilómetros al noreste de Nueva Zelandia, con una población de 1400 habitantes, con un gobierno de monarquía constitucional pero asociado en casi todos los aspectos a Nueva Zelandia, en donde vive el 15% de su población, que envía remesas a sus familiares, lo cual constituye el 40% de su economía. Pues resulta que Niue está, desde hace diez años asociada a un importante proyecto científico con Nueva Zelandia para desarrollar el cultivo y la exportación de… ¡la moringa! No hay dudas de que con sus antecedentes, los cubanos pueden convertirse en un baluarte para la expansión económica y demográfica del pequeño país.


Roberto Madrigal

Monday, January 21, 2013

Violencia en el Bolshoi


por ORLANDO ALOMA

El jueves 17 por la noche, a la puerta de su casa en Moscú, un enmascarado se acercó al exbailarín y actual director del Ballet Bolshoi, Sergei Filin, de 42 años, y le echó ácido en la cara. Los médicos tratan ahora de salvarle la visión. Durante los noticieros que divulgaron el hecho, he oído repetir que cuando uno es el director artístico de un conjunto tan importante como el Bolshoi tiene que tomar delicadas decisiones que a unos agradan y a otros disgustan. Pero no creo que en ninguna parte, ni los gángsters más empedernidos resolverían un problema de elenco y prioridades escénicas desfigurando y dejando ciego al funcionario artístico que tomó las decisiones. Habría que amenazar con un boicot al Bolshoi en Occidente hasta que se resuelva este caso. Porque si esto mismo hubiese ocurrido bajo el comunismo de Brezhnev y el caso se lo hubieran asignado al coronel de la KGB Vladimir Putin, estoy seguro de que en menos de lo que se baila un pas de deux hubieran hallado al culpable.

 

Saturday, January 19, 2013

Love Me Tender


Por Jorge Posada

Aunque se trate de una operación sencilla, habitual y poco peligrosa, el estado de ánimo del recién operado está bajo y el convaleciente se siente mal.

Me acababan de operar de una hernia abdominal y esa tarde de la semana pasada estaba tumbado en un butacón de la sala. Me sentía adolorido, amodorrado y sin ganas de hacer nada; ni dormir; ni oír música; ni leer; y así por pura inercia encendí el televisor y me puse a cambiar canales hasta que me detuve en TCM, el canal de Turner que se especializa en clásicos del cine. Estaban poniendo Love Me Tender, una especie de western ambientado en las postrimerías de la Guerra de Secesión en el que dos hermanos se enamoran de la misma mujer. Protagonizada por Richard Egan y Debra Paget (que nunca estuvo más bella) era el debut de Elvis Presley en el cine —tenía 21 años y el mundo a sus pies— y la película aprovechó su temprana fama y se convirtió en un taquillazo. Era la segunda vez que la veía. En Cuba se estrenó con el título de La mujer robada en plena fiebre del rock and roll y me acuerdo haberla visto en un cine repleto y enloquecido.

Pero esta vez la película me aburría y ya estaba a punto de cambiar de canal otra vez hasta que llegó una escena en que Elvis cogía una guitarra y empezaba a cantar. Era Love Me Tender, una preciosa balada que yo me sabía bien:

                       Love me tender,
                       love me sweet,
                       never let me go.

            You have made my life complete
                       and I love you so

Fueron apenas tres minutos de canción, pero eso bastó.
Entonces, en la soledad de la sala vacía, me sentí desesperadamente feliz y le agradecí a la vida que alguna vez existiera alguien llamado Elvis Presley; un hombre que filmó películas; que tuvo mujeres; que fue feliz e infeliz; que se hizo rico; y que cantó como nadie. Emocionado y con una sonrisa en la cara exclamé en voz alta: “Coño, ¡The King!”.

Al otro día supe que era un homenaje de Turner a Elvis por su cumpleaños. Y ese 8 de enero, el día que cumplía 78 años, Elvis me salvó la tarde.
 
Jorge Posada es escritor y traductor.

Monday, January 14, 2013

Mujer sin fronteras


Guillermo Cabrera Infante fue uno de los primeros en descubrir su talento. En 1997, en su libro Cine o sardina escribió: ”La Bigelow ha dejado atrás a todas sus congéneres (Susan Seidelman, Penny Marshall, Gillian Armstrong: directoras de ahora)…Interrogada sobre su visión violenta y su sexo responde: …’no es que las mujeres no puedan hacer cine, sino que mucha gente cree que no pueden’…Bigelow, con cuatro cintas admirables en los ocho años que lleva en Hollywood, prueba, al menos, que ella puede”. Y eso que todavía no había hecho lo mejor de su obra.

Con siete largometrajes a su haber, Kathryn Bigelow es la única mujer ganadora del Oscar a la mejor dirección y a la mejor película en el mismo año con The Hurt Locker. No es que sea la única directora americana de hoy en día, hay muchas y muy buenas en estos momentos, como Kelly Reichardt, Julie Taymor y Lisa Cholodenko, por citar solo algunas, sino que es la única que trabaja dentro del sistema de las grandes productoras hollywoodenses y utiliza sus esquemas para romperlos y redefinir sus límites. Nunca es prisionera de los cánones y es siempre inclasificable. Por contraste, la excelente directora danesa Susanne Bier tuvo que aceptar los postulados de Hollywood en su primer y hasta ahora único intento de trabajar con grandes presupuestos en Things We Lost in the Fire (2007) y se regresó a Dinamarca humillada y ofendida.

Dicen que Bigelow era una pintora excelente. Nacida en San Carlos, California, se graduó con un título de Bellas Artes de el San Francisco Arts Institute y obtuvo una beca para estudios independientes en el museo Whitney de Nueva York. Una vez en Manhattan comenzó a reunirse con Philip Glass y Susan Sontag y formó parte de un grupo de pintores conceptualistas. Regresó a California y enseñó en el California Institute of Art. Ahí parece que le entró el virus del cine y realizó, en 1978, un corto desconstructivista sobre la violencia titulado The Set-Up que llamó la atención de Milos Forman, quien la recomendó para que ingresara en la universidad de Columbia, donde enseñaba el director checo, a estudiar cine. Allí obtuvo su maestría en Bellas Artes.

En 1982 irrumpió en la escena cinematográfica con The Loveless, filme que también significó el debut de Willem Dafoe en la pantalla, un filme de época, que era en realidad una exploración existencialista de la violencia, muy difícil de catalogar. Fue una producción independiente, pero Hollywood tomó nota. Cinco años más tarde realiza Near Dark (1987), un filme sobre un joven que se une a una familia de vampiros que deambulan por el desierto, pero que es una mezcla de thriller, con western, con leyendas de vampiros y una dosis de “road movie”. Una película para adolescentes que no es para adolescentes. Esta fue también una producción independiente de bajo costo.

Salta entonces, en 1989, a trabajar con los estudios tradicionales cuando realizó Blue Steel,un thriller que va más allá del género y se convierte en una cinta sobre una obsesión pasional fatídica entre Ron Silver y Jamie Lee Curtis. Luego, en 1991, dirige Point Break, sobre practicantes del surf que mezclan el robo de bancos con el budismo Zen y que, aunque se deshace en sus últimos quince minutos, resulta un filme interesante. Cuatro años más tarde realiza Strange Days (1995), un filme futurista que mezcla thriller con ciencia ficción sin llegar a definirse en ninguno de los dos géneros. En el año 2000 realiza The Weight of Water una película desigual, que trata sobre crímenes paralelos en dos períodos históricos diferentes, pero que es visualmente sobrecogedora. La sigue con K-19: The Widowmaker (2001), un drama sobre la guerra fría que transcurre en el ambiente militar de un submarino, que tampoco es un filme de guerra tradicional. Es probablemente su obra más débil.

En todo este tiempo, entre largometrajes, hizo varios episodios para series de televisión, trabajando, entre otros, con David Lynch. En el año 2008 realiza el filme que la consagra, The Hurt Locker, ganadora de 95 premios, incluyendo seis óscares, entre los que se destacan los ya mencionados como Mejor Película y Mejor Dirección. Su triunfo tuvo el añadido placer de vencer a su exesposo James Cameron, que competia con Avatar. El filme sucede durante la guerra de Irak, pero no es un filme de guerra, sino es una meditación sobre las complejidades psicológicas que caracterizan a sus participantes y la influencia de la experiencia en la vida íntima de los soldados.

Zero Dark Thirty (2012), es su última producción, que también ha sido nominada a los premios de la academia y que ya ha ganado premios de dirección, fotografía, actuación y dirección en los Globos de Oro, en los galardones que ofrece el American Film Institute, el New York Film Critics Circle, el de Los Angeles Film Critics Association, el del National Board Review y el del Festival de Hollywood entre tantos otros.

El argumento se basa en la operación llevada a cabo para la captura de Osama BinLaden. Pero de nuevo, Bigelow resulta inclasificable. Esto no es un filme de guerra, ni un thriller, ni un drama de espionaje. Es todo eso y más. La trama se centra en el personaje de Maya, excelentemente interpretado por Jessica Chastain (de quien ya se puede decir que es una de las más grandes actrices de esta década), un operativo de la CIA que dedica nueve años de su vida a tratar de localizar a BinLaden. Bigelow se interesa más por la psicología no íntima, sino de la conducta de este personaje, una mujer joven dedicada excesivamente a su trabajo, pero que no pierde su sentido intuitivo y logra imponer sus convicciones por encima de los burócratas y otros espias que tiene por encima de ella.

Bigelow se toma su tiempo para desarrollar situaciones y personajes. No hay grandes efectos especiales y las escenas de guerra están presentadas en tomas subjetivas, desde el punto de vista de los participantes. Se limita a exponer sin enjuiciar. Hay escenas de tortura que luego conducen a los personajes a meditar sobre la misma, a presentar sus creencias libremente y a cambiar sus principios muchas veces según la situación lo amerite. Bigelow pone todas las cartas sobre la mesa, no encasilla a sus personajes, deja al espectador decidir, si puede, quienes son los buenos y quienes son los malos. No hay trucos políticamente correctos y muy pocas veces cede al sensacionalismo y a las frases grandiosas. Bigelow no trata de vender Héroes, asi con mayúsculas, sino individuos normales que resultan heroicos en situaciones extraordinaria.

La película comienza con la pantalla en negro mientras en la banda sonora se escuchan grabaciones reales de personas que se encontraban en el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, tratando de comunicarse y despedirse de sus familiares, sabedores de lo cerca que están de la muerte y termina con la angustia que recorre a Maya mientras tiene que limitarse, como espectadora pasiva, a observar el resultado de una misión riesgosa, que es responsabilidad suya y que está basada en una corazonada bien arraigada, sin que todas las pruebas obtenidas en el terreno la confirmen. Bigelow logra una gran intensidad en las escenas del asalto a la residencia de BinLaden, a pesar de que todos sabemos el final.

Aparte de la firme dirección de Bigelow, que no permite que el argumento se le vaya de las manos en ningún momento, ni cede al melodramatismo barato, la película cuenta con la excelente fotografía de Greig Fraser, que utiliza el grano adecuado en cada momento, la apropiada música de Alexander Desplat y una sólida actuación de conjunto de todo el elenco de intérpretes, aunque hay que destacar la sobresaliente actuación de Jessica Chastain, que no solamente interpreta al único personaje verdaderamente principal, sino que está en casi todas las escenas de la película. Bigelow es una extraordinaria conductora de actores. La directora se encuentra en pleno uso de sus facultades, utilizando los géneros a su manera muy peculiar, imponiendo su sello artístico por encima de todo. A los sesenta años, Kathryn Bigelow continúa inclasificable, sin fronteras.

Zero Dark Thirty (E.U.A. 2012). Dirección: Kathryn Bigelow. Guión: Mark Boal. Fotografía: Greig Fraser. Música: Alexander Desplat. Con: Jessica Chastain, Jason Clarke, Reda Kateb, Kyle Chandler, Jennifer Ehle y Edgar Ramírez. De estreno amplio en todos los Estados Unidos y en Europa.

Roberto Madrigal

Tuesday, January 8, 2013

Resumen del cine para el año 2012



Como ya escribí hace un año, desde principios de los años setenta, junto con un grupo de amigos, cuando era nuestra única forma de expresar una opinión estética diferente a la oficial, nuestro alarido liberador en aquellos años de cruel represión, he estado haciendo la lista de las diez mejores películas del año. Tras el exilio de 1980, y la separación geográfica de casi todos nosotros los de entonces, no fue hasta principios de los noventa que Orlando Alomá y yo reanudamos el hábito, esta vez por el mero placer de hacerlo. Somos prácticamente los únicos de aquel grupo que vamos al cine con asiduidad hoy en día inusual.

Nuestras listas se basan en lo que puede ver cualquier espectador normal en cualquier ciudad de los Estados Unidos, si está activamente interesado en ver un cine diferente. No tienen ningún sentido canónico ni significativo más allá de la mera provocación.

Orlando Alomá

Las diez mejores vistas en cine (por orden alfabético):
Aquí está la lista de mis películas preferidas de 2012, sin orden ni concierto:
Vistas en cine:
Mysteries of Lisbon (Portugal-Francia 2010) Dir: Raoul Ruiz
The Guard (Irlanda 2011) Dir: Michael McDonagh
A Separation (Irán 2012) Dir: Asghar Farhadi
Searching for Sugar Man (USA/Suecia/Reino Unido 2012) Dir: Malik Bendjelloul
Elena (Rusia 2011) Dir: Andrei Zvyagintsev
En DVD:
Oslo, August 31st (Noruega 2011) Dir: Joachim Trier
Headhunters (Noruega 2011) Dir: Mortem Tyldum

Roberto Madrigal
Las diez mejores vistas en cine:

1.- Once Upon a Time in Anatolia (Turquía 2011) Dir: Nuri Bilge Ceylan; 2.- Elena (Rusia 2011), Dir: Andrei Zvyagintsev; 3.- A Separation (Irán 2012) Dir: Asghar Farhadi; 4.- The Kid with a Bike (Bélgica/Francia/Italia (2011) Dir: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne; 5.- Faust (Rusia 2011) Dir: Alexander Sokurov; 6.- Goodbye First Love (Francia/Alemania 2011) Dir: Mia Hansen-Love; 7.- Beasts of the Southern Wild (E.U.A. 2012) Dir: Benh Zeitlin; 8.- Alps (Grecia 2011) Dir: Yorgos Lanthinos; 9.- Killer Joe (E.U.A. 2011) Dir: William Friedkin; 10.-Joven y alocada (Chile 2012) Dir: Marialy Rivas.

Las mejores en DVD:

1.- Tuesday After Christmas (Rumania 2010) Dir: Radu Muntean; 2.- City of Life and Death (China 2009) Dir: Chuan Lu; 3.- Unforgivable (Francia 2011) Dir: André Téchiné; 4.- Aurora (Rumania 2010) Dir: Cristi Puiu; 5.-Cirkus Columbia (Bosnia/Francia/Alemania/Eslovenia/Serbia/Belgica/Reino Unido 2010) Dir: Danis Tanovic; 6.- Miss Bala (México 2011) Dir: Gerardo Naranjo.

Mejor documental: Pina (Alemania/Francia/Reino Unido 2011) Dir: Wim Wenders


Roberto Madrigal