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Wednesday, December 29, 2010

Las diez mejores

LOS DIEZ MEJORES FILMES EXHIBIDOS EN CUBA DURANTE 2010 (selección de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica)

1. POST MORTEM (Pablo Larraín, Chile-México-Alemania)            (20 votos)
2. LA CINTA BLANCA (Michael Hanecke, Austria-Alemania)          (19 votos)
3. CELDA 211 (Daniel Monzón, España)                    (17 votos)
4. BASTARDOS SIN GLORIA (Quentin Tarantino, EE.UU.)           (16 votos)
5. ÁGORA (Alejandro Amenábar, España)                 (10 votos)
    EN TIERRA HOSTIL (Kathryn Bigelow, EE.UU.)            (10 votos)
7. AVATAR (James Cameron, EE.UU.)                      (9 votos)
    PRECIOSA (Lee Daniels, EE.UU.)             (9 votos)
    JOSÉ MARTÍ: EL OJO DEL CANARIO (Cuba-España, Fernando Pérez (9 votos)
10. LA MIRADA INVISIBLE (Diego Lerman, Argentina-Francia-España)(8 votos) 



SELECCIÓN CUBANA

Mejor largometraje de ficción: José Martí: el ojo del canario (Fernando Pérez) (24 votos)                                           Memorias del desarrollo (Miguel Coyula) (5 votos)

Mejor cortometraje de ficción: Los bañistas (Carlos Lechuga) (14 votos)
                                                   Aché (Eduardo del Llano) (5 votos)

Mejor documental: Revolution (Mayckell Pedrero) (11 votos)
                                En el cuerpo equivocado (Marilyn Solaya) (7 votos)

Mejor dibujo animado: Nikita Chama Boom (Juan Padrón, 12 votos)
                                       El dictado (William Yolyanko, 6 votos)

Participaron 30 miembros de la Asociación en la selección: Alberto Ramos, Antonio Mazón, Arístides O´Farrill, Cira Peraza, Francisco Martínez Hraste, Francisco Medina, Frank Padrón, Gustavo Arcos, Gustavo Béquer, Jacqueline Venet, Jorge Calderón, Jorge Luis Lanza, Juan Carlos Vallinas, Juan Ramírez, Juan Ramón Ferrera, Julio Martínez Molina, Lino Verdecia, Luciano Castillo, Luis Rey Yero, María del Carmen Mestas, María Caridad Cumaná, Mario Naito López, Mario Rodríguez Naite, Mayra Álvarez, Mireya Castañeda, Pedro Antonio García, Pedro Noa Romero, Rubén Padrón Astorga, Teresita Jorge, Zaira Zarza.

Un cine muy viejo con unas ambiciones muy grandes

Un cine muy viejo con unas ambiciones muy grandes.

Con José Martí: el ojo del canario, Fernando Pérez ha filmado una biografía de Martí entre los 9 y los 17 años, que a pesar de la repetición de eventos significativos en la vida del joven, hilvanados con una plúmbea gravedad que nos hunde en la butaca, tal parece que la única respuesta del futuro “apóstol” a sus experiencias formativas, es el susto. Al menos asi hace actuar a los dos actores que lo encarnan: Damián Antonio Rodríguez de niño y Daniel Romero ya de adolescente. Ambos, sobre todo el Martí niño, se pasan la película timoratos y sin apenas articular algún sonido. En parte es una bendición, pues no hay nada menos espóntaneo y afectado que un niño en el cine cubano.
En opinión de muchos, Pérez ha sido ungido para ocupar la silla vacante de Gran Cineasta Cubano, disponible y disputada desde la muerte de su anterior y único ocupante: Tomás Gutiérrez Alea. Tras un par de películas tecositas y olvidables (Clandestinos y Hello Hemingway), giró hacia un cine de corte vanguardista con un buen mediometraje (Madagascar), pero a partir de ahi intentó subir la parada y realizó tres largometrajes cada uno más insoportable y pretencioso que el anterior, me refiero a La vida es silbar, Suite Habana y Madrigal, todas envueltas en un afectado hermetismo y repletas de manerismos narrativos seudo-artísticos y semi-intelectualizados, con retazos y despojos de la Nouvelle Vague, el neorrealismo italiano y el cine sociológico de Ermanno Olmi.
Con Jose Martí: el... apuesta esta vez a un cine convencional, de narrativa lineal y bien explícita, pero como siempre parece querer añadir un toque elitario a su obra, tiene secuencias que, por su montaje escénico, parecen sacadas de fragmentos de películas de Miklos Jancso. Su tentativa de desmitificar la figura de Martí, algo teóricamente loable, se limita a mostrarnos tímidamente cómo Fermín Valdés Domínguez lo enseña a masturbarse y como después el propio José continúa por su cuenta, pero son unas pajas tan tristes que uno siente lástima por el controlado onanismo martiano.
El nivel técnico de la película (fotografía, vestuario y ambientación histórica) es excelente, pero el guión parece escrito por sordos, que obligan a los actores a declamar unos diálogos almidonados que, para cubanizarlos, tienen que recurrir a una mal encajada mala palabra que termina sonando soez y gratuita. A partir de ahi, las actuaciones son por lo general muy malas. Exceptuando a una agradablemente contenida Broselianda Hernández en el papel de Leonor Pérez, los demás parecen actuar en una telenovela (lo cual no es muy lejano a la realidad, Rolando Brito, que no está mal como Mariano Martí, se formó en las telenovelas cubanas, pero su papel está hecho de extremos, se pasa la cinta entre iracundo y llorón).
Pérez también retoma del cine húngaro y polaco de los setenta, el utilizar la excusa del contexto histórico para “denunciar” la situación actual. En varios momentos se habla de la necesidad de la democracia y se monserga contra la opresión de los colonialistas, pero este enfoque ya demodé, necesita de una excesiva lectura contextual, intratextual e intertextual para que tenga alguna resonancia y cualquier afán de protesta se vuelve así paniaguado. Aquí también parece obsesionado porque se le entienda y termina cayendo en un didactismo pueril que le quita cualquier gracia posible a la película. En fin, lo que le sobraba a Titón de humor, lo tiene Fernando Pérez de solemne y de paternalista. En resumidas cuentas, con unas pretensiones viscontianas de gran cine histórico, Pérez ha hecho un filme viejo y envejecido.

Postdata: Acabado de escribir esta nota me entero que esta película fue seleccionada por la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica entre las diez mejores del año exhibidas en Cuba.

Sunday, December 26, 2010

Panahi sentenciado

El cineasta iraní Jafar Panahi ha sido sentenciado a seis años de prisión y a veinte años de prohibición de hacer cine. El tribunal islámico que lo sentenció le acusa de haber intentado realizar un filme “fuera de las leyes establecidas tras las últimas elecciones”.
Panahi es el director de excelentes películas como The White Balloon, The Circle, Offside y mi favorita: Crimson Gold que gira alrededor de un veterano de la guerra contra Iraq, quien se dedica a repartir pizzas y sueña con regalarle una joya costosa a la mujer de quien está enamorado. Con esta simple trama realiza un recorrido por la topografía social iraní a través del cual muestra los variados matices de la represión gubernamental con sutileza y economía de medios. En una de las mejores secuencias mientras el personaje central se dirige a entregar una pizza en una fiesta de adolescentes, es detenido antes de entrar al edificio por la policía, que acecha en sus alrededores para llevar a cabo una redada contra los invitados a medida que estos van saliendo en busca de sus padres que vienen a recogerlos. En el fondo, la música que anima la fiesta es cubana.