“Malas lenguas
es la narrativa del ir y venir que define las coordenadas de un exilio
interminable y banal, hilvanada con la sal de los malos recuerdos”, reza en la
contraportada de este libro. Pero esta colección de relatos de Manuel Ballagas
es eso y mucho más. Es una mirada aguda y una meditación sin cortapisas sobre
el abismo que separa a dos orillas cercanas que se han convertido en dos modos
diferentes y casi incompatibles de ver la vida. Dos subculturas alienadas entre
sí.
En estos trece relatos en los cuales el realismo se
mezcla con lo fantástico y ambos a su vez con lo onírico (de corte
pesadillesco), el autor explora y expone las contraposiciones que han sido
forzadas a surgir a lo largo de varias décadas. Los cubanos, como muy pocos
grupos migratorios, conocen el peso específico de una ideología totalitaria que
se arraiga en lo más hondo del tejido espiritual, convirtiendo a creyentes,
incrédulos y opositores en víctimas semejantes de un abismo para muchos
insalvables. Ballagas es capaz de cruzar este campo minado con habilidad y
sutileza, sin necesidad de recurrir a la monserga. Realiza una introspección
inmisericorde que no busca soluciones sino solamente entendimiento para quien
pueda y quiera entender.
En el primer cuento que da título al libro, la biografía
de un exiliado es reinventada, modificada, tergiversada y fabulada por las
diferentes versiones que quienes quedaron atrás, a los cuales las noticias les
llegaban solo en las dosis permitidas por el poder. Cada uno crea al personaje
en base a sus frustraciones y envidias personales. Luego se niegan a creer la
simple realidad.
En La máscara un individuo cambia de sexo
en un breve viaje de ida y vuelta a La Habana sin estar seguro de lo que hizo.
En El huérfano, un funcionario de la
cultura que viene a dar unas conferencias en una universidad miamense y que
desea darse un salto por el carnaval de la calle Ocho, resulta atrapado por el
vengativo hijo de una de sus víctimas.
Un hombre visita
la casa que tuvo que abandonar ante el asombrado y ambiguo escrutinio del nuevo
habitante de la misma en La sirimba.
Mientras tanto, en El paquete, una
mujer no sabe qué hacer con un paquete que le acaba de llegar “de afuera” y en
su desespero lo abre para encontrar una sorpresa. En Cartas ajenas un nuevo inquilino que recibe cartas dirigidas a los
inquilinos anteriores, obligado por un diligente y compulsivo cartero, que
ejerce su oficio con apatía, termina siendo absorbido por el lugar y por los
contenidos de las cartas, perdiendo finalmente su identidad, en un cuento que
tiene un giro temático muy parecido a los filmes de Roman Polanski.
Un hombre
confundido, atrapado por los recuerdos del antiguo habitante de su casa, que es
un alter-ego del autor, y agobiado por la presencia de un cuadro amenazante que
no se atreve a descolgar, le escribe a este en busca de ayuda en La ratonera. En El carángano, un cuento de giro kafkiano, un hombre anticipa un
interrogatorio y una vejación por parte de las autoridades, ya convertido en un
insecto por la aplastante burocracia.
En Dichosos los ojos, un intelectual
demasiado embriagado de su relevancia, decide pedir asilo en Miami pensando que
su “traición” tendrá un precio para luego dar de narices con una realidad que
lo aplana y lo humilla, le pone los pies en la tierra. El otro trata de un hombre que decide regresar a su isla por mera
curiosidad y en su visita siente, aterrorizado, que se encuentra entre
extraños. Calle soledad se centra en
las confusiones que crean el tiempo y la distancia del origen, al extremo de
que realidad y fantasía se vuelven indistinguibles.
Ultima voluntad recorre el
asombro de un hombre que acaba de descubrir aspectos que no sospechaba de la
vida de su padre. Finalmente La extraña
se centra sobre el distanciamiento entre dos hermanas, que viviendo en
diferentes latitudes de una misma cultura, terminan enajenadas, cuando una
confiesa un secreto que la recome por dentro. Es la historia de una deslealtad
que resuena en los límites de la identidad.
No hay
experimentación en estos cuentos, solamente una narrativa tradicional
impecablemente lograda, con un lenguaje desprovisto de afectación y con un
mínimo de adjetivos. Prosa eficaz sin alambicamientos liricos, precisa y
cortante. Lo único que me molesta un poco, y es un mal muy menor, es el uso de
anglicismos en cursiva en unos momentos y de spanglish integrado a los diálogos
y escrito tal y como se escucha en otros. Es un recurso que me pareció inconsistente
e innecesario en el contexto de los cuentos.
Con sus novelas Descansa cuando te mueras y Pájaro de cuenta ya Ballagas (La Habana
1948) había mostrado su calidad de narrador mayor. Con su incursión en la
cuentística, ese género tan difícil y tan subvalorado, no hace más que
confirmar lo que ya sabíamos.
Los cuentos de Malas lenguas tratan sobre una realidad
que muchos quieren ver como superada, como algo de un pasado cada día más
remoto, pero lo cierto es que ese abismo y la distancia existencial que
provoca, no ha sido aún vencido y no lo será nunca, a menos que uno se atreva a
enfrentarlo con la crudeza que lo hace Ballagas.
Malas lenguas. Manuel
Ballagas. 166 páginas. Puede obtenerse a través de www.lulu.com
y www.amazon.com por $15.00
No comments:
Post a Comment