Paralelamente, Julia y su esposo, el arquitecto Bertrand Tezac (Fréderic Perrot), se encuentran remodelando su apartamento del Marais, el cual ha sido habitado por la familia de él, desde agosto de 1942. No le toma mucho tiempo a Julia darse cuenta de que esta vivienda perteneció a una de las familias judías recogidas durante la redada, solamente un mes antes. Esto la llena de horror y la lleva a concentrar su labor investigativa en el destino de esta familia.
A partir de ahí, Sarah’s Key (Elle s’appelait Sarah), combina su narrativa de las historias de la familia desplazada y destrozada en 1942 y de la investigación actual de Julia. El destino de Sarah (Mélusine Mayance), la niña que fue la única sobreviviente de su familia y que logró escapar de sus captores y seguir adelante con la ayuda de su familia adoptiva, los Dufaure, de los cuales, para complicar mas la investigación, toma el nombre, se convierte en una obsesión para Julia. Es el fardo de la memoria histórica de la cual tanto huyen los pueblos, que se introduce en lo mas íntimo de su vida cotidiana, destruyendo su relación tanto con su marido como con los miembros de la familia de éste. Julia (que además está en un incipiente embarazo a una edad tardía, ya con hijos en su haber y con la desaprobación de su marido, quien le pide que aborte) extiende su indagación a la descendencia de Sarah, lo cual la lleva a Nueva York y a Florencia entre otros destinos, y establece una relación con ellos que la lleva a repensar su propia existencia.
La película toca temas de gran importancia sin aires de solemnidad y evitando el didactismo. Introduce la Historia en la historia de forma natural, pero su director y guionista, Gilles Paquet-Brenner (Pretty Things), quien basa su argumento en una novela de Tatiana de Rosnay, escoge el melodrama como estilo y la truculencia como recurso a veces demasiado frecuentado, lo cual, a mi juicio y para mi gusto, lastra el lenguaje narrativo y convierte un filme que parte de una premisa interesante y que va a reabrir heridas presentes, en una película meramente bien hecha y convencional. A veces me parece que el interés por acentuar los aspectos melodramáticos desvirtúa bastante la relevancia de los asuntos que se tratan.
Las actuaciones de Kristin Scott-Thomas, de Mélusine Mayance como Sarah de niña y de Niels Arestrup (A Prophet) como Jules Dufaure, el campesino que decide arriesgar su vida para salvar a Sarah, son excelentes. Incluso Aidan Quinn, en su breve papel, se desempeña con una sutileza que se le agradece. La fotografía es excelente, prestando la iluminación adecuada a cada periodo histórico por el que transcurre, pero el producto general me parece que defrauda y a la larga se convierte en una bomba lacrimógena. Los sucesos se pudieron balancear de mejor manera para evitar ese peso excesivo de drama sentimentaloide que domina la última media hora.
De todos modos, Sarah’s Key es un filme que hace pensar mucho después que se sale del cine. La memoria histórica y la reconciliación no sólo individual, sino colectiva, es un tema que resulta cada día mas inevitable a los cubanos. Mirarse en el espejo de la amnesia histórica francesa puede resultar útil para intentar evitar que su sayo nos sirva en el futuro.
Sarah’s Key (Francia 2010). Director: Gilles Paquet-Brenner; Guión: Gilles Paquet-Brenner y Serge Joncours, basado en la novela de Tatiana de Rosnay. Fotografía: Pascal Ridao. Actuación: Kristin Scott-Thomas, Niels Arestrup, Fréderic Pierrot, Mélusine Mayance y Aidan Quinn. Se estrena actualmente en todas las ciudades de los Estados Unidos.
Roberto Madrigal
No comments:
Post a Comment