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Thursday, January 28, 2016

Dos meditaciones


Son dos libros sin relación aparente. Uno, Tumulto, son las memorias y reflexiones de un octogenario escritor, que una vez fuera protagonista marginal de las revueltas de los años sesenta, pero que ahora se presenta como un hombre sin dogmas y desencantado, el otro, Notas al total, es la obra de un hombre a mitad del camino de su vida, en plenos desarrollo de su potencial literario, que reúne reseñas sobre lecturas, ensayos y notas de viaje hacia un mundo nuevo para él.

Hans Magnus Enzensberger y Gerardo Fernández Fe no pueden ser más distintos, aunque ambos están bien afincados, como lectores y escritores, en lo más tradicional de la cultura occidental. Lo muestran sus referentes. Fernández Fe ha leído a Enzensberger, de hecho, lo cita en su libro como entre “la enorme lista de fellow travellers…que desembarcaron en la isla para constatar por cuenta propia los entresijos de la Revolución…” La isla, por supuesto, es Cuba y es uno de los puntos de contacto entre ambos. No sé si Enzensberger ha leído a Fernández Fe, no consta.

Ambos son textos en los cuales el ensayo se mezcla con la narrativa. Enzensberger juega con la memoria para parecer difuso, mientras Fernández Fe es acucioso. Pero es quizá, aparte de su escritura cosmopolita, La Habana de finales de los sesenta lo que emparenta ambas obras.

Entre sus memorias sobre Alemania, los grupos extremistas, sus experiencias en la Unión Soviética y sus contactos con los intelectuales de la antigua Europa sovietizada, Enzensberger dedica la mayor parte de su texto a sus memorias de La Habana, principalmente entre las páginas 119 y 205. Fue la ciudad en la cual, tras visitas anteriores, vivió entre 1968 y 1969. Ha escrito sobre Cuba en otros textos, como El interrogatorio de La Habana, pero en Tumulto lo hace de manera más personal.

Enzensberger confiesa haber ido a La Habana porque “Aquello tenía mucho encanto. Al fin y al cabo, la Revolución cubana no había sido importada con la ayuda de los tanques rusos…Tuve la impresión de que la mayoría de la gente en las calles…la celebraba”. Pero más adelante pinta un cuadro desolador de la ciudad: “La Habana es decadente en el peor sentido de la palabra, se resquebraja, está podrida, carcomida. Con sus solares, el casco antiguo parece un gigantesco hormiguero…En los patios, tristes palmeras languidecen al lado de cuchitriles decrépitos al lado de váteres y lavaderos compartidos por cien familias”.

De Fidel Castro dice, a raíz de un muy montado juego informal de baloncesto: “Fidel es como un jefe de forajidos, los miembros de la cuadrilla ejercen de cortesanos. Robin de los bosques jugando al baloncesto…vence siempre para los pobres y los desposeídos”.

Después cuando narra de su mudanza a un apartamento en la calle de 10 de Miramar, donde vivió con una de sus esposas, la rusa Masha, de la cual se han contado miles de leyendas y escapadas eróticas habaneras, ofrece un paisaje desolador de los escritores cubanos con quienes compartió y a los cuales se propuso matarles el hambre: “se empezó a agasajar a los amigos con convites. Estuvieron Virgilio Piñera, el autor de teatro al cual la Unión de Escritores había dejado fuera del juego, y el escritor y etnólogo Miguel Barnet, que podía viajar al extranjero cada vez que quería. Pero sobre todo, pudimos abastecer de sus añorados Partagás y Montecristo a José Lezama Lima, el orondo grand old man de la literatura cubana…Nuestro huésped preferido era Heberto Padilla”. Todo esto rodeado de agentes de la seguridad del estado que lo visitaban con frecuencia.

Fernández Fe no había nacido cuando Enzensberger ya se había marchado de Cuba como persona non grata. Pero como dije antes, en una reseña que le hice a su novela El último día del estornino,  tiene la capacidad “de relatar con autenticidad a los personajes que deambulaban en las noches de finales de los sesenta y hasta mediados de los setenta por el parque de la funeraria Rivero, en los cuales incluye a Benjamín Ferrera, Cachimba, Magallanes, Nicolás Lara, Sakuntala, Manolito Profundo y Ponciano, entre otros, todos personajes de carne y hueso, así como algunos sucesos de la época, como la abortada manifestación ante la embajada checa en La Habana en protesta por la invasión soviética, y cuya veracidad puedo atestiguar…”

En este libro, lleno de notas sobre escritores y artistas de diversos orígenes, como Jan Sudek, Mijail Bulgákov y Walter benjamín, y ciudades como Praga, Quito y Nueva York, entre otras, así como entrevistas y notas sobre escritores y artistas cubanos, como Rank Uiller, Roberto Friol, José Kozer, Angel Escobar y Néstor Díaz de Villegas, que habitan en la semioscuridad de no haber sido ungidos por los burócratas culturales de los últimos cincuenta años o por estar exilados, también, en su excelente ensayo sobre Sergio Pitol, que cubre de la página 171 a la 228, recorre pasajes de La Habana de los cincuenta y sesenta con, entre otras cosas, oportunas citas del mejicano Jaime García Terrés y su trabajo “Diario de un escritor en La Habana”.

Todos sus ensayos, y su diario de notas durante su estancia en Quito, son de interés, pero el tratado sobre Pitol se destaca como la médula del libro porque Fernández Fe logra que en algunos momentos, su prosa se confunda con la de Pitol. Un recurso que funciona con naturalidad discursiva.

Enzensberger envuelve su obra como un diálogo novelado, lleno de reflexiones entre el Enzensberger joven y el octogenario. Fernández Fe usa la introspección como método preferido. Enzensberger (Alemania 1929) y Fernández Fe (Cuba 1971), se enlazan en estos textos, entre otras cosas, no solo por la calidad y el refinamiento de su escritura, sino además, por la memoria de una ciudad que ambos han abandonado físicamente, pero nunca mentalmente.

Tumulto. Hans Magnus Enzensberger. Malpaso Ediciones, Barcelona 2015. 248 páginas
Notas al total. Gerardo Fernández Fe. Editorial Bokeh, 2015. 369 páginas.


Roberto Madrigal

Thursday, January 21, 2016

Ciencia y política


Hace un par de noches cambiando canales me tropecé con The Best Years of Our Lives, el excelente filme de William Wyler de 1946, que trata sobre la adaptación de tres veteranos de la Segunda Guerra Mundial y su reajuste a una sociedad que los recibe con indiferencia y poca comprensión. Hacía años que no la veía y la vi casi completa y con gran placer.

Lo que más me llamó la atención fue que el personaje de Fred Derry, interpretado por Dana Andrews, exhibe, casi como sacado de un manual de diagnóstico, todos los síntomas de lo que hoy se conoce como Desorden post-traumático de estrés. El guión está basado en una novela de Mackinlay Kantor que no conozco. Me resultó curioso como a pesar de lo obvio de la sintomatología exhibida por el personaje y acuciosamente descrita en la película, esta condición nunca fue reconocida hasta finales de los años setenta.

Factores políticos y culturales se combinaron para evitar que la enfermedad se reconociera. El miedo de los individuos a parecer unos cobardes o flojos, la mala intención del gobierno de evitar compensar a esos antiguos combatientes por una enfermedad causada por su labor militar, sí como la complicidad de muchos científicos y compañías de seguros en demorar trabajos investigativos al respecto. Por suerte hoy en día se dan grandes pasos para rectificar esa inmensa injusticia que causó gran daño emocional a miles de veteranos de esta y otras guerras, como la de Corea y la de Viet Nam, que sufrieron esas consecuencias en silencio, entre el bochorno y la falta de atención.

Esto me llevó a repensar el caso de Hans Asperger, que ha ganado notoriedad en las últimas semanas con la salida de los libros Neurotribes del periodista Steve Silberman y In a Different Key: The Story of Autism, de John Donvan y Caren Zucker.

Asperger fue un médico vienés que alrededor de 1938 sentó las bases de lo que hoy se conoce como el Desorden del espectro de Autismo. Presentó trabajos en los cuales consideraba que mucha gente padecía de esta condición que debería ser considerada como una discapacidad y que la sociedad debería tomar medidas para ayudar a esos individuos a participar de la misma y a ajustarse lo mejor posible. Asperger era un investigador callado y laborioso que no le gustaba llamar la atención y mucho menos en la Alemania de aquellos años.

Con el ascenso de Hitler al poder, se desmembró el grupo de colaboradores de Asperger, la mayoría de los cuales eran judíos. Unos se suicidaron y otros, como George Frankl, terminaron en Baltimore, donde fueron patrocinados por Leo Kanner, un psiquiatra infantil del hospital Johns Hopkins, quien a la larga logró que se le nombrara como el descubridor del autismo.

Siguiendo las creencias políticamente aceptadas de la época, Kanner culpó a los padres de niños autistas por lo que llamó una enfermedad y en consecuencia, muchos niños fueron arrebatados de los brazos de sus padres para ser admitidos en clínicas psiquiátricas en donde se pensaba que era el único ambiente terapéutico posible. De más está decir las nefastas consecuencias que esto tuvo para miles de familias y de niños y adolescentes. Aislamiento y estigmatización fue la base del tratamiento que predominó por décadas.

Mientras tanto, los trabajos de Asperger se hicieron a un lado. Por una parte, se supo que el Dr. Asperger participó del equipo médico que acompañó a las tropas nazis en la toma de Croacia. Pero sus defensores alegaban que era un firme creyente en el catolicismo, un hombre de moral recta que jamás se hubiera comprometido a colaborar activamente con los nazis. Pero considerando que trabajaba con una población que presentaba características que de ser ampliamente reconocido sería una amenaza a la supremacía aria, cuyo destino era la eliminación en campos de concentración, la duda prevaleció y muy pocos se atrevían a tocar los trabajos de Asperger.

No fue hasta 1981 cuando la psiquiatra e investigadora británica Lorna Wing, ella misma madre de un autista, describió el Síndrome de Asperger en base a una relectura de las investigaciones del vienés. También validó la existencia de un espectro que incluía a muchas más personas que las consideradas autistas en ese momento, ya que prácticamente solamente se reconocían los casos extremos. Eric Schopler uno de los pioneros en las trabajos sobre autismo en Estados Unidos, inicialmente se negó a nombrar así a este grupo y prefirió el término de “Autistas de alto funcionamiento” para referirse a quienes cumplían con la nueva descripción.

En la cuarta edición del Manual de Diagnóstico y Estadísticas de los Desórdenes Mentales (conocido por sus siglas en inglés como DSM-IV), publicado en 1994, apareció por primera vez el Síndrome de Asperger como condición reconocida. Hubo una investigación previa para asegurar que Asperger no fue un colaborador nazi. La Dra. Wing y los familiares de Asperger lo defendieron y hubo algunas que otras opiniones que levantaron sospechas, pero no fueron confirmadas entonces. La cautela es justificable, nadie quiere nombrar una enfermedad con el nombre de Mengele o algo parecido.

Un austríaco, investigador del Holocausto, llamado Herwig Czech, cuyo abuelo fue nazi, tropezó con datos que vincularon a Asperger con el fanático Dr. Franz Hamburger, un especialista en enfermedades infecciosas y un hombre que llegó a decir que Hitler era un genio médico y que creía que los discapacitados debían terminar en los hornos y que Asperger escribió informes que hicieron que muchos de sus pacientes fueran condenados a muerte. Esto a pesar de otras evidencias citadas de que Asperger fue dos veces detenido por la Gestapo y que también realizó maniobras para salvar la vida de decenas de sus pacientes, de nuevo ensombreció la memoria respecto a  Asperger.

En el libro de Donvan y Zucker, con otras nuevas evidencias recogidas, se presenta a Asperger como un colaboracionista y un oportunista que se aprovechó del nazismo aunque nunca militó en el partido. Silberman lo defiende diciendo que su posición era difícil. Todos sabemos cómo nazis y comunistas manipularon la ciencia para sus fines y eliminaron a quienes se atravesaban en su camino, por lo cual quienes se quedaban trabajando dentro del sistema, caminaban la cuerda floja y para sobrevivir tenían que doblegarse y aceptar ser manipulados.

En la quinta edición del manual arriba descrito (DSM-5), publicada en 2013, que es como la biblia por la cual se tienen que regir psiquiatras y psicólogos en los Estados Unidos, se eliminó la denominación del Síndrome de Asperger y se aceptó la del Desorden del espectro de autismo, que en realidad se ajusta más a los aportes científicos de Asperger. La seña y no el santo es lo importante en definitiva. A pesar de que puede que el nombre haya sido eliminado a conveniencia de la corrección política, probablemente justificable en este caso, se ha hecho justicia científica.

Es obvio que tanto la calidad del científico como la del artista, no tiene una relación confiable con los atributos éticos de cada cual. El ser humano es demasiado complejo. Lo importante es el aporte que haga su obra, que debe estar libre de asociaciones políticas o financieras, que no entorpezcan el valor de la ciencia o el arte. La manipulación florece en las sociedades totalitarias y aunque existe también es más proclive a ser expuesto en las democráticas, aunque las injusticias y las manipulaciones continúan en todas partes.


Roberto Madrigal

Tuesday, January 5, 2016

Los mejores estrenos de 2015


Me considero un fanático de las listas. Estoy en buena compañía, ya que entre los listeros obsesivos se encuentran Homero, Dante, Whitman, Joyce, Einstein, Nabokov, Borges y Eco, así como Orlando Alomá, mi compañero de andanzas con quien estoy haciendo listas de cine desde hace más de cuarenta años. Diversas han sido las maneras que nos hemos agenciado para divulgar o publicar nuestras listas de las mejores películas del año. En los últimos seis años, por iniciativa de Alejandro Armengol, hemos publicado las listas en Cubaencuentro y también lo hago en mi blog.

Este año has sido un poco mejor que el anterior, aunque muchos problemas subsisten. Las distribuidoras continúan limitando lo que muestran. Ver cine extranjero o independiente como estrenos ampliamente difundidos, se vuelve cada vez más difícil (aunque a juzgar por mi lista parecería lo contrario). La búsqueda activa de buenas películas en las salas de estreno se ha convertido en un reto al espectador interesado en un cine que no sea de puro entretenimiento.

Por otra parte, las superproducciones comerciales hollywoodenses han ganado en calidad este año. Si bien subsisten las secuelas, precuelas y versiones, un grupo de directores de calidad ha filmado, dentro de los estrictos cánones de los grandes estudios, algunas películas de interés. Cada vez se ve más cine, cada vez se produce más cine, pero cada vez se hace más difícil ir al cine. Hay muchos medios alternativos que permiten la experiencia de ver una película, que son más cómodos y menos costosos.

Como en años anteriores, mantenemos las bases de nuestra selección. Se limitan a lo estrenado en el año 2015 que está disponible a cualquier espectador normal en cualquier ciudad de los Estados Unidos, que puedan ser accesible en las salas de cine, en streaming, On Demand o en DVD durante el año. No cuentan películas exhibidas solamente en el circuito festivalero o en presentaciones especiales. Ello hace que, por ejemplo, muchas películas en idioma extranjero que competirán por los óscares solo han sido vistas por un privilegiado grupo, en un par de ciudades, por un par de días. Incluso, como verán, en mi lista están muchas que fueron finalistas a los óscares en lengua extranjera el año anterior, que no se exhibieron para el gran público hasta este año.

Primero,  la selección de Alomá, más abajo, mi lista y mis comentarios.

Lista de Orlando Alomá (en orden alfabético)

American Sniper (EE.UU., Dir: Clint Eastwood); Carol (Gran Bretaña-EE.UU., Dir: Todd Haynes); Coming Home (China, Zhang Yimou); Creed (EE.UU., Dir: Ryan Coogler); The Hateful Eight (EE.UU., Dir: Quentin Tarantino); The Martian (EE.UU., Dir: Ridley Scott); Phoenix (Alemania/Polonia, Dir: Christian Petzold); Room (Irlanda/Canadá, Dir: Lenny Abrahamson); Woman in Gold (Gran Bretaña, Dir: Simon Curtis); Youth (Italia/Francia/Suiza/Gran Bretaña, Dir: Paolo Sorrentino).


Mi lista (de 89 elegibles):

1.- Mr. Turner  (Alemania/Francia/Gran Bretaña 2014). Dir: Mike Leigh.
2.- Phoenix  (Alemania/Polonia 2014). Dir: Christian Petzold.
3.- Youth  (Italia/Francia/Suiza/Gran Bretaña 2015). Dir: Paolo Sorrentino.
4.- Tangerines   (Estonia/Georgia 2013). Dir: Zaza Urushadze.
5.- Diary of a Teenage Girl   (E.U.A. 2015).  Dir: Marielle Heller.
6.- Coming Home (China 2014).  Dir: Zhang Yimou.
7.- Timbuktu  (Francia/Mauritania 2014).  Dir: Abderrahmane Sissako.
8.- Leviathan (Rusia 2014).  Dir: Andrei Zvyagintsev.
9.- Ex Machina  (Gran Bretaña 2015).  Dir: Alex Garland.
10.- Brooklyn  (Irlanda/Gran Bretaña/Canadá).  Dir: John Crowley.

Quiero destacar que Winter Sleep de Nuri Bilge Ceylan, una película turca que estaría en mi opinión entre las primeras de la lista, no se exhibió nunca comercialmente, aunque está disponible en Netflix, por lo que no la consideré elegible. No comparto el entusiasmo por películas como Carol, The Hateful Eight y The Revenant, que probablemente estarán en la mayoría de las listas de otros críticos y que serán propuestas a un sinnúmero de premios. Pero para eso son las listas. Tan importante es lo listado como lo no listado. Lo más importante es que sean una provocación y que no se tomen muy en serio, pero que sean tema de discusión.

Este artículo salió publicado en Cubaencuentro, en la sección Cine, Arte 7,  el 4 de enero de 2015.


Roberto Madrigal