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Saturday, October 28, 2017

Tribálicas


No es en los manuales de Historia, sino en las manuables historias en las que se mezclan las de los llamados seres ordinarios con las de aquellos de mayor perfil donde se puede llegar a conocer el estado de un país, de una nación, o… de una tribu. Tampoco ese retrato se puede conseguir con una narrativa cuidadosamente estructurada, ni con una prosa didáctica o con frases lapidarias, o predicamentos sentenciosos. Es el bricolage lo que cuenta.

Esto lo ha logrado Carlos Manuel Alvarez con su libro La tribu Retratos de Cuba, una recopilación de crónicas periodísticas sobre diversos temas y personajes, que conforman un texto imprescindible para entender la realidad cubana actual.

Alvarez lo mismo conversa con un afroamericano secuestrador de aviones que se esconde aterrado en Cuba, que escribe sobre José Contreras o sigue la ruta de los emigrantes que atrapados en Centroamérica aspiran a algún día ser inmigrantes. Su curiosidad no tiene límites temáticos, pero lo mejor de todo es su estilo fluido, aparentemente sencillo y perfectamente ejecutado. Su prosa es limpia y sin dejar de ser periodística, es literaria. Logra un balance perfecto, acepta hacer periodismo mientras logra crear literatura, introduce en el documento la dosis necesaria de ficción que redondea la imagen de lo real. Tiene mucho de Kapuscinski y de Robert Kaplan, pero también de Pico Iyer y de García Márquez (el de Crónica de una muerte anunciada).

No tengo muchos datos biográficos de Alvarez más allá de lo que dice la solapa del libro. Nació en Matanzas en 1989 y se graduó de periodismo en la Universidad de La Habana, un comienzo nada promisorio, pero ha publicado en diversas publicaciones electrónicas y tengo entendido que está a cargo de la excelente El Estornudo, junto con Gilberto Padilla Cárdenas otro joven escritor que hay que seguir. Al parecer, Alvarez reside mayormente en México, pero se mueve entre Cuba y Miami también. Su talento supera las limitaciones de sus orígenes.

No enjuicia a sus personajes ni editorializa gratuitamente sobre ninguno de los temas que toca, pero tampoco esquiva dar opiniones y emitir criterios con una agudeza inusual. No hay que estar de acuerdo con todo lo que dice, de hecho, yo mismo no lo estoy, pero sus ideas convocan a la discusión inteligente. Sus atisbos no son gratuitos. En un momento determinado predice para los futuros inmigrantes, que en ese momento se estancaban en Panamá: “Pero en Miami, adonde bien pronto irán a dar los huesos de la mayoría…El metabolismo lento de las sociedades que no exigen demasiado de uno…en el oxígeno vertiginoso de Miami no sobrevivirán ni veinticuatro horas…tendrán que comprarse un auto y aprender a manejar en una semana…trabajar diez horas y más, pagar rentas e impuestos de los cuales no entienden la mitad, asumir el trabajoso hábito de la puntualidad, obedecer a los superiores, adquirir tarjetas de débitos y de crédito, un aparte sobre el cual tampoco tienen la menor idea. Les irá bien, porque además cargan con el recuerdo del lugar del que provienen, un país que lamentablemente no supo ofrecerles demasiado, pero no será coser y canta. No hay casi ninguna prueba factual por la que, a la larga, un cubano que se vaya a Miami tenga que pensar que no tomó la decisión correcta. Menos aún si han quemado las naves, como todos estos”.

La tribu Retratos de Cuba es un libro que no me esperaba. Es un texto sorprendente. Hay momentos en que las crónicas de Alvarez bordean el ensayo literario, con elegancia y sofisticación cosmopolita, pero no cae en la trampa de menospreciar el periodismo. Aquí hay enriquecimiento mutuo de los géneros. Maneja la intertextualidad con destreza. Con este libro, su autor se suma a la casta de ensayistas y cronistas que han dominado la literatura cubana en los últimos años: Rojas, de la Nuez, Hernández Busto y Ponte. Alvarez trae el frescor de una nueva generación que parecía estéril y asfixiada.


La tribu Retratos de Cuba. Carlos Manuel Alvarez. Editorial Sexto Piso S.A., México, 2017. 257 páginas

Roberto Madrigal