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Sunday, April 27, 2014

No fue solamente un bongosero


Para El Búho

Quizá fue su elección morirse el 14 de abril, tres días antes que Gabriel García Márquez, para así pasar al otro lado del espejo desapercibido. Su muerte no fue recogida por ninguno de los medios informativos cubanos. Ni el Granma en La Habana, ni El Nuevo Herald ni el Diario Las Américas en Miami, informaron de su muerte. Solamente diez días después, Diario de Cuba reprodujo una nota necrológica aparecida en el diario español El País.
Todo sobre Armando Peraza es ambiguo e infundado. La mayor parte de lo que se conoce de él es por su trabajo o por su propio recuento. Lo único seguro es que fue uno de los percusionistas más grandes y más importantes del siglo veinte.
Se dice que nació el 30 de mayo de 1924, pero en una entrevista que le hizo Martin Cohen en el año 2009, dijo tener 90 años. El diccionario de música cubana que se puede leer en el sitio cubano EcuRed sitúa su fecha de nacimiento en 1918. Eso sí, se sabe que fue en la barriada de Lawton. Quedó huérfano a los siete años y creció en las calles habaneras. Todo lo que aprendió, se lo enseñó él mismo. Desde muy joven fue a trabajar a los muelles habaneros, que según él “era el único lugar donde aceptaban a los negros y les pagaban buen dinero”. Se convirtió en bailarín, boxeador y pelotero semiprofesional.
Su carrera musical comenzó por accidente. Ya había aprendido a tocar el bongó.  En la novena semiprofesional en la cual jugaba pelota, se encontraba El Loco Ruiz, que era hermano del músico Arturo Ruiz. Caminando hacia uno de los terrenos beisboleros de la Playa de Marianao, junto a Alberto, quien iba a ver jugar a su hermano, este le dijo a Armando que tenía un problema, estaba formando un grupo musical pero le faltaba un bongosero. Inmediatamente Armando le dijo, que él podía serlo, pero que pensaba que Alberto no quería negros en su banda. Alberto le dijo que estaba equivocado y lo sumó a su grupo. Armando se compró un bongó por seis pesos y formó parte del conjunto Kubavana, que además de Alberto Ruiz y Armando Peraza, incluyó, entre otros, a Orlando Vallejo y a Carlos “Patato” Valdés, este último, quien se inició como bongosero, fue llevado al grupo por Peraza, a condición de que tocara la tumbadora.
El grupo Kubavana, según la opinión de Cristóbal Díaz Ayala y de Helio Orovio, fue probablemente el primer conjunto sonero que existió, pero la fecha de su fundación, como la del nacimiento de Peraza, ha sido imposible de confirmar, por lo que siempre se ha considerado al conjunto de Arsenio Rodríguez y al conjunto Casino como los primeros conjuntos soneros de Cuba.
Por entonces, a Peraza se le conocía con el apodo de  “Mano de plomo” pero no era por la fuerza con la que tocaba el bongó, sino porque al hacer un poco de dinero, dicen que comenzó a ejercer de garrotero en el espigón de Paula y cuando no le pagaban las deudas, resolvía los problemas a manotazo limpio.
Tras tocar y grabar con Kubavana, dicen que Peraza tocó con Paulina Alvarez y con Pérez Prado. Lo que sí es seguro es que en 1947 se fue a México a integrar Los Diamantes negros, el grupo fundado y dirigido por su amigo Mongo Santamaría. En 1949, Peraza y Mongo vinieron a los Estados Unidos. Ambos se asentaron en Nueva York inicialmente, pero cuando Mongo confrontó unos problemas con los servicios de inmigración que lo forzaron a regresar temporalmente a Cuba, Armando se fue para California, estableciéndose definitivamente en San Francisco.
Rápidamente se convirtió en una de las principales figuras del jazz latino, uniéndose a Slim Gaillard, con quien estuvo de gira por todos los Estados Unidos. Tras escucharlos en uno de esos conciertos, Charlie Parker le pidió que participara en la grabación de un disco suyo junto con Buddy Rich.
En San Francisco dirigió una revista musical afrocubana en el Cable Car Village, a la cual eran asiduos Errol Flynn, Marlon Brando, Orson Welles y Rita Hayworth. Luego comenzó a tocar con Dave Brubeck y ahí conoció al baterista Cal Tjader con quien comenzó a grabar los más innovadores álbumes de jazz latino de la década del cincuenta. En ese momento, lo conoció el pianista británico George Shearing, con quien trabajó por varios años y a quien le compuso veintiuna canciones entre ellas “Mambo in Miami”, “Ritmo Africano” y “Armando’s Hideway”. Fue en ese momento, uno de los más importantes propulsores del mambo en Estados Unidos, su cabeza visible.
Debido a su peculiar manera de tocar la tumbadora, a la cual llamó “mano secreta” y que consistía en tocar tonos dobles con la mano izquierda, fue criticado por los tradicionalistas. Eso lo llevó a girarse hacia el rock. Después de que a principios de los sesenta se convirtió en gran admirador de Pello el Afrokan (quien se dice era primo de Mongo Santamaría) y ayudar a Eddie Palmieri a producir su álbum “Mambo con Conga is Mozambique”, con el cual este último intentó sin éxito popularizar el ritmo del Afrokan en los Estados Unidos, se fue de gira y grabó con pioneros del rock como Sly and the Family Stone, Grateful Dead y Harvey Mandel, añadiendo nuevas sonoridades al género, lo que culminó con su unión a la banda de Carlos Santana, apareciendo por primera vez en el álbum Caravanserai (1972).
Ese fue mi primer encuentro con Peraza. Cuando aquello no había internet, en Cuba se estaba
más lejos de los Estados Unidos que de la Antártica y todo era un rumor imposible de confirmar. Recuerdo haber oído que Chepito Areas, el primer percusionista de Santana, era cubano, cuando un poco después se supo que era en realidad nicaragüense. Mi amigo, el difunto Joaquinito Ordoqui y yo buscábamos desesperados información al respecto. El primer cubano en integrarse a esa banda fue en realidad, Francisco Aguabella, quien tocó la percusión en la ya imperecedera Oye como va. ¿Quiénes eran estos cubanos que tocaban percusión en uno de los grupos de rock que más admirábamos?
Tuvimos que irnos de Cuba unos años después para poder enterarnos de quiénes eran estos y muchos otros. Peraza se mantuvo en la banda de Santana hasta 1990. En 1992 viajó con el grupo a Santiago de Chile, donde se presentaron ante más de cien mil personas y en YouTube se puede ver la magistral interpretación de Peraza en “Batuka” y “No One to Depend On”. Escribió dieciséis canciones para Santana.
A partir de ahí, pasó a un semi-retiro en San Francisco, ofreciendo ocasionalmente talleres musicales y participando en algunos festivales de jazz como el de Montreal. Nunca tuvo interés en echarse arriba la obligación de tener su propia banda, aunque grabó un álbum como solista en 1968, titulado Wild Thing. En 2002 visitó Cuba tras más de cincuenta años de ausencia, pero su visita apenas se registró. En el 2006 fusionó su pasión por el béisbol con la música al componer para la pianista Rebeca Mauleon, su pieza “Cepeda Forever”, en homenaje a su amigo Orlando Cepeda, el primera base puertorriqueño, miembro del Salón de la Fama del béisbol. En el año 2007 le fue concedido el Lifetime Achievement Award que otorga Voices of Latin Rock. El premio le fue presentado por Carlos Santana.
Cuando el novelista mejicano Carlos Fuentes quería minimizar, con falsa modestia, el impacto de sus opiniones, siempre añadía, “solo soy un bongosero”. Eso no es cierto de Armando Peraza, a pesar de que cuando una neumonía se lo llevó hace un par de semanas en un hospital de San Francisco, a los 89 (¿o 95?) años, se encontraba disfrutando la placidez de un inmerecido anonimato.

Roberto Madrigal




Sunday, April 20, 2014

Pasó por aquí


Pasó por aquí es el título original en español, de una novela escrita en inglés por el escritor americano Eugene Manlove Rhodes. Fue publicada por primera vez en 1926 y en 1946 fue llevada al cine con el título de Four Faces West (en Cuba se presentó bajo el título original en español). En ella, un vaquero interpretado por el inmortal Joel McCrea, llega a un polvoriento pueblo del oeste y entra a un banco a pedir dos mil dólares prestados. El banquero le pregunta cómo va a asegurar que va a devolver el dinero y el vaquero le muestra su Colt 38 como garantía. Este argumento puede ser suficiente para resumir los resultados del “tan esperado” VIII Congreso de la UNEAC.

Resultó interesante la “Letra de los cineastas”, en la cual establecen algunas demandas que en el papel tienen legitimidad y acusan a las instituciones gubernamentales de “inmovilismo y apatía”. Incluso tratan de establecer alguna distancia entre sus intereses artísticos y las instituciones culturales. Pero todo se diluye cuando en su petición de un proyecto de ley sobre el cine cubano, recalcan que cuentan con “el apoyo del ICAIC…, la UNEAC y el Ministerio de Cultura”. O sea, le piden ayuda al verdugo, le ladran comedidamente al amo.

También me resultó interesante, pero desde otro punto de vista, el documento emitido por la Sección de Crítica e Investigación de la Asociación de los Medios Audiovisuales y Radio de la UNEAC. Aquí lo que aflora es la protesta de una mentalidad autoritaria y elitista que reclama el derecho a convertirse en los dictadores del gusto cultural de la nación. Su protesta no es contra los principios del gobierno, sino contra la amenaza que representa el gusto popular que se impone en la programación. Estos guardianes de la alta cultura se presentan como “los mismos intelectuales y artistas que por varias décadas hemos dado lo mejor de nuestras vidas a Cuba y a nuestra Revolución, y seguimos aquí, sin cansarnos…”. Vergüenza ajena es lo que dan.

Después de quejarse del mal gusto imperante (lo que me recuerda las batallas de Abel Prieto contra Osmani García y su Chupi Chupi), llaman al “rescate, conservación y promoción del patrimonio fílmico. televisual y radial de la nación y de la Revolución” y culminan con: “Debemos decantar el consumo de la industria cultural cubana…y foránea. Debemos reencontrar los espacios necesarios para el ejercicio de la crítica especializada, tanto en la prensa escrita como en los programas de radio y televisión legitimados para ello”. O sea, que esta caterva de inocuidades culturales quiere erigirse como una dictadura dentro de la dictadura. Reclaman el poder de designar el buen gusto y la cultura potable. Me pregunto: ¿Y quién les puede conceder ese derecho? ¿Quién delimita los criterios mediante los cuales alguien puede convertirse en sacerdote de la cultura?

Lo único que muestran es el resultado del cultivo de una mentalidad totalitaria que quiere decidir, desde un podio alienado, el gusto popular y suponer que el gusto popular está condicionado por la programación. Paternalismo del opresor. Más Mozart y menos Gente de Zona, más Silvio y menos Patry White, la Dictadora. Estos educadores del pueblo no quieren que el pueblo escuche lo que quiere escuchar. Les quieren enseñar lo que es bueno, elevarse como los nuevos inquisidores.

Lo mejor de todo, por supuesto, es la respuesta del gobierno. A la clausura asisten Raúl Castro y Miguel Díaz Canel. Castro pide unidad y no unanimidad, supongo que siempre que los que disientan se identifiquen y no sean más de dos o tres. Díaz Canel echa uno de esos discursos que se han replicado por casi seis décadas, lleno de conceptos abstractos y de contenido vacío que en última instancia, deja a consideración de quienes detentan el poder, las decisiones que, en algún momento no fijado, se van a tomar. Tal y como unos amigos nos burlábamos hace muchos años del título de una película del difunto Manuel Octavio Gómez: “Ustedes tienen la palabra…y nosotros nuestra opinión”. Aseguran ambos, que todo se hará para facilitar el camino a medidas que consoliden el proceso de “nuestra Revolución y nuestro Socialismo”.

Como colofón, aparece nombrada la nueva presidencia de la UNEAC. Se ratifica como presidente a Miguel Barnet, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Como vicepresidente primero queda el joven talibán Luis Morlote. Un “artista” cuyo único mérito parece ser un historial de agitador como Presidente de la Asociación Hermanos Saíz, un periodista radial y un vigilante obediente de los principios revolucionarios, un hombre sin obra (y me quito el sombrero ante Emilio Ichikawa, quien desde el año 2009 pronosticó la ascensión al poder de los funcionarios radicales Miguel Díaz Canel y Luis Morlote, cuando nadie se lo sospechaba).

Uno de los otros vicepresidentes es el vocero extremista y fiel zapador Pedro de la Hoz, que no necesita presentación para quienes siguen los avatares de la cultura cubana y como directivo de la Asociación de Escritores nombran a Alex Pausides, un exdirector de El Caimán Barbudo,  que entre sus joyas literarias cuenta con un poema dedicado a los cinco espías (o cinco héroes, según él) que tras endilgarnos veintidós renglones que empiezan con la palabra “cinco”, termina con esta alhaja poética:
Cinco mil millones de cintas amarillas en las llaves que abran la bondad
            como preludio del retorno de lo hermoso
Cinco mil millones de cintas amarillas volando airosas en los millones 
            de árboles sonoros hasta el más lejano confín de la floresta.
Una ceiba espléndida espere en la isla a los amantes que se han retrasado
tan sólo un poco en esta fiesta
Quisiera saber, si ante esta confirmación del atropello a la cultura que se ha perpetrado por tanto tiempo, podremos escuchar, en un futuro inmediato, una respuesta honesta de aquellos intelectuales que residen en la isla pero que salen con frecuencia al extranjero y alardean de ser voces disonantes, con declaraciones tibias y con galimatías inescrutables. No creo que se atrevan a escribir la crónica de una represión anunciada.

Roberto Madrigal

Sunday, April 13, 2014

El largo brazo del poder


Los dirigentes totalitarios son adeptos a utilizar, en beneficio suyo, las leyes y derechos que conceden los países democráticos mientras niegan esos mismos derechos en sus propios países.
La profesora Karen Dawisha ha publicado, desde 1989, seis libros con Cambridge University Press. Sin embargo, tras un acuerdo preliminar, pactado en 2011, para publicar su trabajo investigativo sobre las relaciones de Vladimir Putin con el crimen organizado en Rusia, la casa editorial ha decidido que no va a seguir adelante con los planes de publicación.
No se trata de un caso de censura. Cambridge University Press simplemente ha decidido no publicar el libro y la profesora Dawisha puede negociar con cualquier otra casa editorial la publicación de su trabajo. El problema es el resultado de una restructuración de las leyes sobre libelo en Gran Bretaña y la editorial estima que la cantidad de información y acusaciones contenidas en el texto, vinculando a Putin con el crimen organizado y con una gran variedad y cantidad de negocios ilícitos, los hace vulnerables a una demanda judicial por parte de las autoridades rusas que los podrían llevar a la quiebra.
La profesora Karen Dawisha es la creadora y directora del Centro Havighurst para Estudios Rusos y Post-Soviéticos de Miami University. Esta institución, que no tiene nada que ver con la de nombre parecido (University of Miami) de la Florida, es la universidad estatal más prestigiosa del estado de Ohio y está considerada como una de las mejores universidades públicas de los Estados Unidos. Su nombre se debe a que radica en el extremo suroeste del estado de Ohio, que era territorio de los indios de la tribu Miami, en lo que se conoce geográficamente como el Valle de Miami.
La académica obtuvo su doctorado en la London School of Economics, en 1975, y desde entonces se ha dedicado al estudio y la investigación de la política soviética, la transición después de la desintegración del sistema soviético y el poder en la nueva Rusia. Ha enseñado en varias universidades de Gran Bretaña y Estados Unidos, y ha trabajado en conjunto con varias instituciones de estudios políticos como el Wilson Center. Desde el año 2000 se estableció en Miami University. Ha publicado importantes libros de texto sobre Gorbachov, sobre los cambios en el Asia Central y en el Cáucaso, sobre la primavera de Praga y sobre las nuevas relaciones entre Rusia y los países del antiguo bloque soviético.
Ha seguido muy de cerca las actividades de Vladimir Putin desde 1990 y ha recopilado, en los últimos cinco años, una gran cantidad de información sobre las relaciones del presidente ruso con la mafia rusa. Muchos de los individuos que ha investigado en su libro se encuentran en la lista que el gobierno americano ha publicado y a los cuales se les ha congelado sus cuentas en los Estados Unidos y se les ha prohibido recibir visa americana.
Basándose en investigaciones periodísticas y documentos que estuvieron perdidos por un tiempo, así como entrevistas para corroborar sus hallazgos, el texto se concentra en las negociaciones que realizó Putin durante sus años en San Petersburgo y como a partir de ahí creo toda una red de asociados leales con los cuales ha manipulado su ascensión a los más altos círculos del poder.
La doctora Dawisha dice entender la posición de Cambridge University Press. Está segura, y lo ha mostrado en un intercambio de correos electrónicos con los editores, de que la casa editorial trató por todos los medios y de buena fe, de publicar su libro, pero que dadas las leyes de Gran Bretaña, corren un gran riesgo de ser acusados de libelo, a pesar de que ella sostiene la veracidad de sus conclusiones. Es lógico, pienso yo, que Cambridge University Press no quiere ver sus instalaciones rociadas de polonio o cualquier otro elemento radioactivo. También, de las diferentes declaraciones de la autora y de los editores, se infiere que alguna velada amenaza ha llegado a las oficinas de la editorial. Las amenazas rusas no pueden tomarse con ligereza.
De todos modos, la profesora va a continuar buscando un editor, esta vez en los Estados Unidos, donde las leyes son diferentes y los tiranuelos no pueden fácilmente llevar a corte a sus acusadores. Lo más probable es que para fines de este año o principios del próximo, el texto vea la luz en este país.


Roberto Madrigal

Sunday, April 6, 2014

Los cineastas cubanos, Santiago Alvarez y Viridiana



Al parecer, se acaba de anunciar que los cineastas cubanos deberán someter sus guiones, para su aprobación, al Ministerio del Interior. Es, por supuesto, una noticia nefasta, una más, que debe aterrorizar a la mayoría de los realizadores, quienes desde hace varios meses han creado una comisión de colegas y se reúnen con cierta frecuencia, para desarrollar algún tipo de documento o de acuerdo que haga realidad una ley sobre el cine. A veces hay quienes piden soga para sus pescuezos.

Nunca he trabajado en el ICAIC, por lo que mi información siempre me ha llegado de segunda mano, pero por lo que tengo entendido, la nueva noticia no debiera causar sorpresa, pues hay una larga tradición de censura en el ICAIC, prácticamente desde sus inicios. Tengo muchos amigos que han sido y son directores de cine del ICAIC. El recientemente fallecido Tulio Raggi me contaba que los guiones tenían que ser sometidos a una comisión del ICAIC para su aprobación. Es obvio que era para escudriñar y censurar cualquier cosa que oliera a crítica seria al sistema y no para revisar la calidad del proyecto, ya que si hubiera sido esto último, muy poco se habría filmado en Cuba en estos cincuenta y tantos años.

Raggi presentaba sus guiones directamente a Santiago Alvarez, pero supongo que habría otros encargados de la censura.  Quizá los directores cubanos prefieran la censura de un tipo como Santiago Alvarez, supuesto colega en armas que alternaba las labores del creador con las del funcionario, que la del Ministerio del Interior. Sin embargo Alvarez, que hizo del agit-prop una carrera y que fue, en Cuba, uno de los creadores de un movimiento artístico de protesta que protesta contra lo que sucede en otros países y no en el suyo, era un hombre sin historial cinematográfico. Pasó de ser un oscuro archivista en la antigua CMQ, en la década de los cincuenta, a ocupar uno de los cargos más importantes del ICAIC y mantuvo un largo reinado sobre el género documental.

Era un personaje a quien le importaba muy poco lo que otros hacían, aunque tenía que cumplir con esmero su labor de censor. Tan despistado, que me contaba Raggi que durante una sesión de aprobación de cortos terminados, pues no solamente se censuraban los guiones, sino también el producto acabado, refiriéndose al corto animado de Hernán Henríquez, Sucedió en la ciénaga, dijo: “Todo está muy bien, pero ¿a quién se le ocurrió un titulo tan malo?”. A lo que una voz al fondo de la sala aún oscura dijo tímidamente: “A usted Santiago”. Era además un tipo bastante inculto y proclive al disparate, quien durante una presentación en la cinemateca, y en este caso yo sí me encontraba presente, de la película silente alemana El gabinete del Dr. Caligari, dijo que era “la obra maestra más grande que habían producido los estudios de la DEFA”. El problema es que el filme dirigido por Robert Wiene fue rodado en 1920 y la DEFA eran las siglas de los estudios de cine de la antigua República Democrática Alemana, que fueron fundados en Berlín Oriental en 1946.

De todos modos, la censura puede combatirse con creatividad, tanto artística como práctica. Ahí está el caso de Viridiana. Estoy consciente que es injusto comparar a Buñuel con algún director cubano, pero de todos modos, valga el ejemplo.

La historia es vieja y muchos las conocen.  Buñuel vivía exiliado en México desde 1946. Su productor, Gustavo Alatriste, le convenció de hacer un filme en España que marcaría su regreso a la península. Según dice Buñuel en su autobiografía Mi último suspiro, puso como condición que se trabajara con la sociedad de producción de Juan Antonio Bardem, militante del Partido Comunista y opositor a Franco. Todo se arregló de esa manera y el guión fue aprobado por José María Muñoz Fontán, el director general de cinematografía del Ministerio de Educación Nacional español.

Como el cine nació mudo y Buñuel se inició en el cine mudo, la fuerza de la película estaba en la simbología visual, la trama se leía como lo que uno de sus productores, el genial cineasta Pere Portabella, definió recientemente como un “culebrón venezolano”. Buñuel había sido criticado por los exiliados españoles en México de haberse vendido a Franco, se le acusó de colaboracionista, de traidor y de muchas otras cosas. Pero Buñuel iba a hacer el filme que le viniera en gana.

Viridiana terminó de filmarse en abril de 1961 y fue presentada para participar en el festival de Cannes como representante de España. El gobierno de Franco quería sacarle jugo político al regreso de Buñuel. Todavía tenía que pasar la censura visual de España, pero para evitar esto, la edición se demoró hasta el último minuto y la película iba a ser enviada a Cannes en el último día de presentación, cuando ya el jurado casi había decidido el premio. Muñoz Fortán ya se encontraba allí. La película llegó, se exhibió y triunfó. Ganó la Palma de Oro compartida con La larga ausencia del suizo Henri Colpi (que era la que ya el jurado tenía escogida antes de ver Viridiana a última hora). De hecho, Viridiana es la única película española ganadora de la Palma de Oro. Muñoz Fortán aceptó el premio con lágrimas en los ojos mientras decía: “No están premiando a Buñuel, están premiando a España”.

Al día siguiente L’Osservatore Romano, el diario del Vaticano, sacaba un editorial en el cual comunicaba la decisión del papado de excomulgar a Buñuel y sus productores por su asalto anticlerical y por su irreverencia religiosa. A la vez, Muñoz Fortán era relegado de su cargo como director de la cinematografía española.

Cuenta Buñuel, también en Mi último suspiro, que Franco pidió ver la película y que la vio dos veces y que dijo que no le pareció que tenía nada censurable, pero se negó a revocar la orden del Ministerio de Educación Nacional de prohibir la película en España. Según Portabella, la película no se censuró, sino que se hizo desaparecer, como si no hubiera existido. Se salvó para la posteridad por una copia que había quedado en Paris.

Claro, aunque igualmente criminales y dictatoriales, quizá, en lo que respecta a la cultura, Franco fue un ápice menos intolerante que los Castro.

 

Roberto Madrigal