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Saturday, July 30, 2011

Los jubanocubanos



Juba es la capital de Sudán del Sur, que se convirtió en república independiente el 7 de julio pasado, tras un largo periodo de transición como país autónomo durante el cual fue constantemente invadido y masacrado por sus vecinos musulmanes del norte de Sudán. Es oficialmente uno de los cinco países mas pobres del mundo y para colmo de males, la guerra civil tribálica campea por sus respetos en nueve de sus diez provincias.
Entre el miedo y la desesperanza que imperan en el destartalado y provinciano paisaje urbano se levanta el De Havana club, un pujante bar-restaurant en cuyo menú se destaca el puerco asado, se toma Cuba Libre,  se escucha a Los Van Van a todo volumen y, en un país con varios dialectos, cuyo idioma oficial y unificador es el inglés, se habla español. Entre sus dueños y asiduos, allí se reúnen mas cien repatriados que asistieron a escuelas en Cuba en los años ochenta. Se les conoce como los “jubanos cubanos.”
El Movimiento Popular de Liberación de Sudán que gobierna la nueva nación es de origen marxista y fue financiado en sus inicios por Libia, Uganda y la Etiopía de Mengistu. En medio de la guerra civil con el gobierno de Jartum, mas de 600 adolescentes, entre doce y catorce años, fueron enviados a Etiopía y de ahí, en barcos soviéticos, a Cuba. Estudiaron en Isla de Pinos y ya en los noventa, con la Unión Soviética desmembrada, el Muro de Berlín caído y Mengistu defenestrado y asilado en Zimbabwe, el gobierno cubano, no sabiendo qué hacer con tanto africano, se las arregló para, de alguna manera, zampar a la mayoría de ellos a Canadá. Allí, tras pasar las vicisitudes normales de todo exilado en un país capitalista, muchos de ellos, gracias a la ayuda de organizaciones no caritativas, pudieron terminar sus carreras de medicina, educación, contabilidad, derecho e ingeniería, graduándose en la Universidad de Calgary. Con estos títulos bajo el brazo han regresado a Juba en los últimos dos años para participar en la construcción del flamante país.
Parece que el shock cultural y meteorológico entre Nueva Gerona y Calgary fue mucho para estos corazones del desierto africano, pues en sus declaraciones apenas mientan la ayuda canadiense, pero se refieren con cariño a su experiencia cubana. 
Uno de los asiduos al club, el doctor Okony Simon Mori, médico de treinta y ocho años, dice con aparente ingenuidad: “Creo que Cuba es un lugar único y especial. Allí creen en quién tu eres y no de dónde vienes ni qué religión practicas, ni de qué color es tu piel. Lo único que les importa es tu bienestar y tu aptitud.¨ Y añade, equivocadamente, diría yo: “...Verdaderamente, nos trataron como a sus propios hijos.”
El dueño del club, el ingeniero Deng Aleer-Leek, otro jubanocubano, dice que decidió construir este lugar como un oasis para todos sus compañeros que estudiaron en Cuba. Muchos ahora hablan mal sus dialectos originales y ni sus madres los reconocieron al llegar. Los otros nativos, al verlos regresar, pensaban que estaban locos, pero los jubanocubanos piensan que ellos se beneficiaron al escapar de la experiencia de la guerra civil y que ahora es su obligación aplicar sus conocimientos a la construcción nacional.
A pesar de que el marxismo es aún la ideología prevaleciente tanto en el Movimiento Popular de Liberación de Sudán del Sur como entre los jubanocubanos, el financiamiento mas grande que reciben en la actualidad proviene de las organizaciones cristiano-fundamentalistas de la derecha mas extrema de los Estados Unidos.

Roberto Madrigal

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