El truco es
viejo. Cuando no hay nada que ripostar contra una opinión o una evidencia, se
ataca a quien la expresa. Los abogados son muy cuidadosos y te entrenan antes
de testificar. Te advierten de que si tu testimonio como experto es correcto y
está basado en evidencia sólida, te van a atacar. El abogado del otro lado
trata de distraer al juez o al jurado buscando algo en las credenciales del
testigo experto que le reste credibilidad, y si no, busca algún fallo
irrelevante, desde un error tipográfico hasta un nombre deletreado
incorrectamente. Todo con tal de evitar entrar en la discusión de la opinión, a
la cual no tiene nada substancioso que oponerle.
Es muy humano
reaccionar ante una opinión con la cual uno no está de acuerdo con una
respuesta defensiva. Aceptar argumentos que nos contradicen no es fácil. Todos
somos prejuiciados y resistimos cambiar nuestra visión de las cosas. De ahí que
cuando algo no nos encaja enseguida, antes de pensar y analizar lo dicho,
atacamos al mensajero, incluso sin conocerlo a fondo. La situación se agudiza
cuando el tema nos toca profundo y si es en cuestiones de política, la
combustibilidad aumenta. Aunque esa actitud no es patrimonio exclusivo de los
cubanos, no hay dudas de que el castrismo, a lo largo de seis décadas, se ha
encargado de nutrirla y exacerbarla. Los cubanos somos proclives a asesinar la
reputación de quien disiente. No somos dados a la discusión seria de los
problemas. Nos gusta lo dramático y lo inflamatorio.
Disentir,
según el diccionario, es meramente “no ajustarse al sentir o parecer de alguien”.
Un recorrido por la blogosfera cubana indica que una vez que eso ocurre, los
cubanos por lo general rehuimos la polémica y acudimos al insulto. Decir que
Guillermo Fariñas tiene aspecto de faquir, o que Berta Soler confunde las r con
las l, que Orlando Luis Pardo Lazo es un marrano masturbador de banderas, que
Yoani Sánchez es la que “más discos vende fuera de Cuba… pero que la que vende
más discos no es siempre la que mejor representa el pensar de la gente”, o que
Rosa María Payá es serena y heredera de un hablar pausado no dice absolutamente
nada acerca de lo que proponen. Nada de eso afecta lo correcto o lo errado de
sus posiciones. La demonización o el endiosamiento no conducen a ninguna parte
ni ayudan a entender mejor los asuntos que se ponen sobre la mesa. Son
solamente fuegos artificiales para distraer la atención de lo enunciado, son
las armas de los publicistas o peor aún, de los propagandistas. De los
inseguros, los ignorantes, los desinformados o los manipuladores. Los que
quieren vender su opinión a toda costa, sin cambiar ni un acento ni una coma.
Disentir,
aunque no lo diga el diccionario, es sostener una opinión y estar dispuesto a
polemizar. Es en la polémica honesta y abierta en donde se profundizan los
temas, se alcanzan conclusiones y se logran objetivos. No es que uno no ponga
en duda la procedencia de quien habla, ni sus intenciones, ni sus fuentes de
financiamiento, pero es que nada de eso importa si no se polemiza sobre los
asuntos. Y si los cubanos no aprenden eso, no van a ninguna parte. Lo más
triste es que son los de “acá” los que están poniendo en práctica las
enseñanzas de los de “allá”. La solución no está en cogerse las manos y entonar
una canción solidaria y llena de esperanzas, sino en discutir abiertamente las
diferencias y mantenerlas con respeto. Entre la utopía y el margen, me sumo a
los marginales.
Roberto
Madrigal
Verdad que a veces los comentarios de la blogosfera nuestra parecen más propios de un patio de escueleros...una pena.
ReplyDeleteYo pense que el autor de este blog era nacido en Cuba.
ReplyDeleteDovalpage Por favor lea otros blogs, es lo mismo, el "crap"impera en la mayoria del mundo.
Que bien dicho, Sr. Madrigal!
ReplyDeleteTu comentario ,como siempre, muy acertado Madrigal pero la herencia Iberica es fuerte. Y a veces no tan iberica. A cada rato vemos en Filipinas, Hong Kong o Roma a los democratas terminar la discusion en una vulgar pelea callejera. Yo , como tu, aspiro a que aprendamos algo de esta larga estancia en un pais , con defectos, pero verdaderamente democratico. Abrazo. Jorge Sotolongo
ReplyDeleteGracias Madrigal por linkear NDDV a tu excelente blog. Un abrazo, no tengo tu email...
ReplyDeleteN.
Claro que sí, Roberto. Lo que afecta a Guillermo Fariñas son sus mentiras escandalosas, como que estudió con Díaz-Canel en una escuela militar y que unos disidentes en Santa Clara dieron ejemplo de reconciliación al darle dinero a un simpatizante de Castro para que comprara las baterías "definitivas" de un marcapaso; que Berta Soler se crea con derecho a ser recibida por el papa y hasta se ponga brava porque no le dio audiencia en Cuba; Orlando Luis Pardo Lazo le salga al paso a Enrique Gimbernat con tonterías; que Yoani Sánchez diga Diego donde dijo digo (Los Cinco) y pretenda tupirnos con que fue irónica, y que Rosa María Payá se asocie a un mentiroso como Carromero para darle vueltas y más vueltas a la tragedia de la muerte de su padre..
ReplyDeleteSeñor Angleton. En primer lugar le doy las gracias por prestar atención a mi blog y a mis puntos de vista. A pesar de que discrepo de mucho de lo que expresa, me parece muy bien que lo hace con ánimo de polémica, exponiendo puntos de vista, debatibles, sin apelar al insulto. Es exactamente el tipo de diálogo que me interesa: el debate de puntos de vista u opiniones contrapuestos. Por razones de tiempo no puedo ahora discutir sus puntos, pero espero pronto escribir un artículo en el cual estas cuestiones puedan analizarse a fondo y con especificidad. De nuevo, muchas gracias.
DeleteRoberto Madrigal
Hay un adagio, creo que es gringo, que dice que uno hace negocios con quien le cae bien.
ReplyDeleteEso un poco que se ajusta a este tema: no basta con decir, ni siquiera con tener razón: hay también una cuestión de imagen, que es necesaria y que, sin eso, las cosas, o las ideas, resultan muy difíciles de vender.
En lo personal, por mucho que respeto la valentía de todos esos disidentes mencionados, y de otros muchos, hay algo en ellos que no me hace click, y es que ninguno tiene una propuesta de nación, de al menos un embrión de programa de gobierno, algo que sea diferente a solamente estar en desacuerdo y pedir libertades.
Tal es así que, si mañana amanecemos con la buena nueva de que el gobierno cubano dimitió en pleno y que hay elecciones democráficas, no hay un solo individuo ni organización disidente que se perfile como lider, ni siquiera como miembro de un gobierno eficaz de transición.
Regresando a lo de la imágen entonces, pues Coco Fariñas es engolado y aburrido, Berta Soler es desgraciadamente muy poco elocuente, OLPL destila narcisismo espiritual y físico, Yoani conoce sus respuestas, pero por alguna extraña razón no me totalmente convincente, y Rosa María Payá está entendiblemente muy dolida por la muerte de su padre y se agarra de un clavo ardiendo.
Esas son las imágenes que yo percibo.
Y ninguno de ellos, desgraciadamente, tiene el poder de convocatoria para a unir a una nación que es tradicionalmente desunida, y traerla por fin al siglo XXI.