Por razones
históricas me perdí la obra de Eduard Limonov en su momento de efervescencia.
Tuve noticias de sus novelas como resonancias lejanas y endebles en la década
de los noventa y nunca me interesé por ellas. No ha sido hasta ahora, con la
reciente publicación de una biografía titulada Limonov, escrita por Emmanuel Carrére y editada en España por
Anagrama, de la cual Iván de la Nuez hizo una excelente reseña (El contrahéroe, http://www.ivandelanuez.org/?p=2585)
que me he decidido a leer una de sus novelas.
Memoir of a Russian Punk, escrita en Francia en 1983 y publicada en inglés
en 1990 es una de esas novelas que debió publicarse en su país de origen y que
mereció escribirse y publicarse mucho antes, pero los regímenes totalitarios se
especializan en dividir sus literaturas en “dos orillas”. La trama de la novela
ocurre en el Járkov de 1958, durante dos días de celebraciones por el
cuadragésimo primer aniversario de la Gran Revolución de Octubre, en un momento
de la historia soviética en el cual bajo el gobierno de Nikita Jruschov se
producía una suerte de deshielo ideológico y se producían cambios encaminados a
liberalizar la sociedad y a mejorar el nivel de vida del ciudadano común, pero
que dadas las características del sistema y lo errático de los lineamientos de
Jruschov, ninguno de estos objetivos culminaba en éxito. La población se
debatía entre la repentina ausencia de la epopeya tras la muerte de Stalin y un
porvenir desdibujado, arrastrándose sin asidero entre el polvo de los bustos
destrozados y el declinante balbuceo de la grandilocuencia pasada.
Eddie, el
personaje principal, trazado en base a las experiencias del autor, es un joven
de quince años, hijo de un oficial del ejército y de una ama de casa, vive en
un barrio proletario de edificios prefabricados que parecen no tener espacio
entre si y en el cual muchos de los jóvenes que allí habitan son parte del
lumpenproletariat. Eddie pasa de ser un estudiante ejemplar, aficionado a
escribir poesía, a aprendiz de delincuente. En su repentino afán de
diferenciarse del rebaño opta por asociarse e identificarse con lo peor de lo
que le rodea.
El libro
revela asuntos que nunca pudieron tocarse en la literatura que se publicó en la
Unión Soviética. Deja ver las rivalidades étnicas existentes en una sociedad
que vendía una imagen de homogeneidad. Muestra un grupo de jóvenes hartos y
avergonzados de su pasado “heroico”, quienes para olvidarlo asumen una
americanización impostada que va desde la forma de vestir, hasta la forma de
hablar, pasando por los gustos musicales y las afinidades literarias. Una
juventud extemporánea, un grupo que no representa otra cosa que sus propios
integrantes. Jóvenes que admiran ciegamente a cualquiera que haya estado preso
en Kolyma, aunque no fuera por razones políticas. Los campos de concentración
como insignia de heroísmo impoluto.
Los personajes
tienen muy pocos atributos positivos. Son rebeldes con poca causa que molestan
en cualquier sociedad pero que en este caso, al enfrentarse a una sociedad
represiva y totalitaria, desvelan sus fisuras. A la larga, su conducta los
llevará a la cárcel, a una vida mediocre o, en el mejor de los casos, al exilio
mítico.
Limónov ha
padecido de protagonismo crónico y ha tratado por todos los medios de crearse
una imagen de eterno enfant terrible.
Nacido en 1943 con el nombre de Eduard Veniaminovich Savenko, en el pueblo
industrial de Dzerzhinsk, se mudó a Járkov a una edad temprana. Desde los trece
años comenzó a escribir poesía y adoptó Limonov como su apellido literario. Se
mudó a Moscú en 1967 y formó parte del movimiento Samizdat en la década de los
setenta y alcanzó cierta notoriedad como poeta disidente. En 1974 consiguió que
el gobierno soviético le emitiera una visa israelí falsa, con la cual emigró a
los Estados Unidos. Se estableció en Nueva York y le atrajo la cultura punk, los
homosexuales negros y la política radical del Socialist Workers Party, lo cual
alternaba con visitas al famoso Studio 54
y la publicación de entrevistas con emigrados famosos en periódicos escritos en
ruso y dirigidos a la comunidad rusa. Su primera novela, It’s Me Eddie, fue rechazada por cuanto editor americano la tuvo en
sus manos pero fue publicada en Francia en 1980 y resulto un éxito instantáneo.
Opacado por la
sombra de Nabokov, Brodsky y Barishnikov, entre otros, se instaló en Paris en
1980 y capitalizó finalmente con el éxito de sus novelas. Gorbachov le restauró
la ciudadanía soviética y en 1991 regresó a Rusia con su segunda esposa de la
cual se divorció para luego casarse con la actriz Ekaterina Volkova. Como el
anticomunismo ya no era una carrera rentable, se dedicó a defender las
limpiezas étnicas de los serbios y se le vio en Sarajevo junto a Radovan
Karadzic. En Rusia formó el Partido Nacional
Bolchevique, cuyo objetivo principal es la creación de un estado imperial que
una a Rusia y Europa bajo el dominio ruso. En 2001 estuvo preso, acusado de
terrorismo. Cumplió dos años de una sentencia de cuatro. Dado el extremismo
político de su partido, que se caracterizaba en parte por su xenofobia,
antisemitismo y nacionalismo, no tuvo mucho éxito en su oposición a Putin y
decidió liberalizarlo. Eliminó el discurso racista y se unió al Frente Cívico
Unido que lidera el excampeón mundial de ajedrez Garry Kasparov para intentar
ubicarse de manera más visible en el mapa político ruso.
Mucho de lo
que se sabe de Limonov es dudoso. Alimenta constantemente su leyenda como
personaje público e insiste que los protagonistas de sus novelas están basados
en su propia experiencia vital, tratando de crear una simbiosis entre su
producción literaria y su vida política. Es un majadero profesional. Todo esto
pudiera nublar el juicio que debe hacerse sobre su obra, pero lo cierto es que Memoir of a Russian Punk es una novela
bien escrita que va más allá de su riqueza temática. Da lo mismo que refleje o
no la vida de su autor porque describe un universo con vida propia, creíble,
repleto de personajes complejos y narrado acertadamente con un lenguaje que
responde a las exigencias narrativas del periodo que cuenta. El valor literario
de esta novela no le debe nada a la conducta pública de su autor. Se pudiera
decir de Limonov lo mismo que se puede decir de Ezra Pound, que no fue un
escritor fascista, sino un escritor que fue fascista.
Memoir of a Russian Punk. Por Eduard Limonov. Grove Weidenfeld, New York, NY,
1990. 312 págs.
Roberto Madrigal
Alabao, vaya biografía complicada. ¿Estás seguro de que el mentado Limonov no tiene algo de cubiche? ¡Con ese amor a estar en el candelero! Buscaré la obra...tus recomendaciones nunca me decepcionan.
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