La exhibición “Ai
Weiwei: According to What?” es la más amplia retrospectiva de la obra del
artista y disidente chino que jamás se haya realizado. En primer lugar, fue una
sorpresa para mí que se estuviera presentando en Indianapolis y como la ciudad
queda a menos de dos horas de la puerta de mi casa pues decidí darme un salto y
no perder esta oportunidad.
Unas semanas
atrás la curiosidad me llevó a ver una pequeña exhibición fotográfica, expuesta
en una pequeña galería privada adjunta al Children’s Museum de Cincinnati.
Titulada Colorful Beijng y
patrocinada por una organización nombrada “Asociación del pueblo pekinés para
la amistad con países extranjeros” resultó ser todo lo que se podía esperar de
una exposición con meros fines propagandísticos. Unas setenta fotos de colores
explosivos, con planos más bien cerrados que se concentraban en la modernidad
arquitectónica y evitaban los alrededores, planos de chinitos sonrientes y de
mansos ancianos practicando Tai-chi en un parque o ayudados a cruzar la calle por
un cortés policía. Comparsas de dragones y fotos de comidas humeantes
completaban la horrible muestra, ni siquiera digna de ser incluida en un folleto
turístico de mal gusto.
Tras atravesar
una entrada compuesta de un montaje de fotos de la construcción del estadio
olímpico de Pekín, cuyo diseño fue concebido por Ai Weiwei en colaboración con
una firma arquitectónica suiza, uno se enfrenta a una serie de fotografías
hechas por el artista entre 1981 y 1993, años en los cuales vivió en Nueva York
mientras estudiaba en el Parsons School of Design y en el Art Students League
of New York, a la vez que se relacionaba con Allen Ginsberg, Robert Frank y
otra figuras importantes del mundo cultural de la ciudad y paralelamente se
convertía en uno de los mejores jugadores profesionales de veintiuna, como asiduo visitante de los casinos de
Atlantic City. Las fotografías son
interesantes sin ser excepcionales y recorren camino trillado, pero tienen el
mérito de presentar el Nueva York que vio el artista en su momento y que puede
explicar muchas de sus influencias.
La inmensa
instalación que incluye diversas instalaciones menores, continúa con dos de la
famosa serie de fotos Estudios de
perspectiva en las cuales aparece en primer plano la mano del autor con el
dedo índice levantado en señal de desafío contraponiéndose a diversos símbolos
de poder. Una de las fotos contrasta con la Casa Blanca al fondo y la otra con
la Plaza Tienanmen.
Entre las
múltiples obras en exhibición se destaca Colored
Vases. Consiste en un grupo de vasijas de la dinastía Han que fueron
inmersas en pintura industrial para reconfigurar su significado original. Aunque
se respira mucho Duchamp y Jasper Johns (tanto en esta pieza como en muchas
otras), Weiwei logra un trabajo excepcional que cobra valor propio, apartándose
de las influencias que le alimentan.
Moon Chest consiste en una serie de paneles ubicados
consecutivamente y separados por espacios precisos, organizados de manera que
si uno mira a través de una abertura que tienen al centro, puede ver todas las
etapas de la luna con claridad. Pero este alarde de imaginación visual no es
gratuito, si después de observar esta ilusión uno se aleja y vuelve a enfrentar
estos paneles, dan la impresión de ser los impenetrables e insalvables dioses
del tiempo, sin rostro ni morfología, meras cuadraturas arbitrarias que pueden
definir nuestros destinos.
La pieza más
impresionante es Straight, que es una
de tres instalaciones que le fueron inspiradas por el desastre de Sichuan
sucedido tras el terremoto ocurrido allí en 2008 y que le tomó casi cinco años
completar con ayuda de varios artistas. Durante el período de trabajo en estas
piezas, Weiwei estuvo en prisión y además tuvo que someterse a una operación
cerebral en Munich, tras ser brutalmente golpeado por la policía china.
En 2008 hubo
un violento terremoto en la ciudad de Sichuan tras el cual murieron 90, 000
personas, una gran parte de ellos niños, al derrumbarse la mayoría de los
edificios de la ciudad, incluyendo todas las escuelas de la localidad. Una
investigación somera indicó que los edificios habían sido mal construidos.
Weiwei creó y encabezó una comisión ciudadana para investigar el asunto y
concluyó que los edificios habían sido mal diseñados por negligencia de las
autoridades gubernamentales, que por lograr efectos propagandísticos
apresuraron las construcciones y no supervisaron adecuadamente el proceso. Se demostró que las barras de reforzamiento
habían sido mal instaladas. Esto desató la ira del gobierno.
Para Straight, el artista utilizó 38
toneladas de barras de reforzamiento que habían sido utilizadas en la
construcción de los edificios desplomados, las fundió y rehízo las vigas para
trabajarlas en su creación. La comisión también se dedicó a rescatar los
nombres de los estudiantes muertos y antes de que su trabajo fuera interrumpido
por el gobierno, alcanzaron a catalogar más de cinco mil nombres. En la
instalación, junto a las barras apiladas hacia el centro, se escucha, por unos
altavoces, en tono muy bajo, la lectura de cada uno de los nombres de los
estudiantes muertos, cuyas edades oscilan entre los 4 y los 16 años, que dura 3
horas y 41 minutos. La lista complete cuelga en un mural en la pared ubicada entre los altavoces.
Aquí Weiwei
juega con gran eficiencia con el contexto de la obra. Es cierto que la obra se
puede apreciar a varios niveles pero mientras el espectador tenga mayor
conocimiento de su contextualidad, más
la puede apreciar y en este caso resulta un argumento más potente que mil
discursos y denuncias firmadas.
La fuerza de
la contextualización la expresa Weiwei también en su serie de fotos titulada Dropping a Han Dynasty Vase, en la cual
se observa al autor en diferentes estados del proceso de dejar caer una vasija
de la dinastía Han. Este acto de rebelión ante las tradiciones, más aceptado en
el Occidente, es un acto de osada rebeldía cultural en China.
Ai Weiwei es
una figura controversial. Hijo de un poeta, pasó su infancia y su adolescencia
en un Laogai (los gulags chinos instaurados por Mao y que aún funcionan), a
donde sus padres habían sido enviados, regresando a Pekín en 1975. Tiene en la
exhibición un trabajo sobre un objeto de la dinastía Han a partir de una pequeña escultura que le regalara su padre. No puede
soslayarse que la etnia han es la dominante en la China actual, desde
1948 y que jugar con sus símbolos y desafiar sus significados consiste en un
agravio a las autoridades.
Tras regresar
de Nueva York para cuidar a su padre enfermo, Weiwei se dedicó a crear comunas
experimentales de artistas en Pekín, pero de alguna manera se las arregló para
mantenerse dentro de los círculos creativos oficiales, con los que fue
gradualmente rompiendo. Su diseño del “Nido de pájaro” para el estadio
olímpico, no le resultó satisfactorio una vez terminado y denunció el producto
acabado. Quizá sea por ello que se sale de la instalación por una composición de
fotos del proyecto muy similar a la de la puerta de entrada, pero en ninguna de
las instalaciones se puede ver el proyecto acabado.
Esta muestra
abrió en Octubre en el Smithsonian Hirshhorn Museum and Sculpture, en la capital
americana. Ai Weiwei fue invitado, pero el gobierno chino le negó la concesión
de un pasaporte, ya que se encuentra en reclusión domiciliaria, acusado de
violación de impuestos y de cargos de falta de respeto a las autoridades. El museo de Indianapolis la tiene desde el 4
de abril y cerrará el 21 de julio próximo. La exhibición continuará en museos
de Toronto, Nueva York y Miami, pero no tengo las fechas a mi disposición.
Roberto
Madrigal
Que interesante la haces lucir....ojala pudiera verla.
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