Los recientes sucesos de los países árabes,
principalmente aquellos a los cuales se agrupaba bajo la denominación
geográfica del Magreb, ponen a los Estados Unidos ante una difícil disyuntiva
respecto a cómo proceder.
Desde que el 30 de septiembre de 1938, siguiendo la
iniciativa del bienintencionado primer ministro británico Neville Chamberlain,
secundado por su homólogo francés Edouard Daladier, firmaron el Acuerdo de
Munich, a través del cual Gran Bretaña y
Francia aprobaban junto con Italia y Alemania, ceder los territorios checoslovacos
de Sudetes, una zona limítrofe con Alemania, poblada mayormente por una minoría
alemana, de gran desarrollo industrial y cultural, que representaba una zona de
defensa importante para Checoslovaquia con Alemania, con el objetivo de evitar
una guerra. Munich se ha convertido en sinónimo de apaciguamiento. Chamberlain
estaba convencido de que las exigencias alemanas tenían cierta validez dada la
composición étnica de los Sudetes y pensaba que con esto evitaría una
conflagración mayor, tranquilizando a Hitler. Lo único que demostró el acuerdo
fue la inutilidad de negociar con déspotas egocéntricos y lo que resultó
después, la Segunda Guerra Mundial, fue mucho peor de lo que Chamberlain pudo
jamás imaginar. Debo añadir que en su enorme sabiduría, las grandes potencias
occidentales jamás consultaron al presidente checoslovaco Edvard Benes, a pesar
de que ponían en suerte la existencia de su país. Este tuvo que aceptar los acuerdos
a regañadientes. Munich y Chamberlain han sido convertidos por la historia en
sinónimos de traición.
El militar e historiador griego Tucídides señalaba, ya
400 años antes de Cristo, que la conducta humana, y por ende la de sus gobernantes,
está motivada por el miedo, el interés propio y el honor. Me da la impresión
que el honor fue añadido a última hora cuando el historiador se dio cuenta de
que las dos motivaciones principales no nos distinguen de los animales. Al cabo
de tantos años, muchos historiadores consideran a Tucídides como el padre de la
realpolitik. La actitud de
Chamberlain fue motivada mayormente por el miedo a las pretensiones alemanas y
muy poco por el interés propio. Chamberlain era un idealista.
En el antiguo Magreb los Estados Unidos han apostado por
la democracia. Han retirado su apoyo a los dictadores que como Mubarak,
mantenían un control conveniente en la zona y han apoyado a las fuerzas que se
han rebelado contra los dictadores hostiles como Gadaffi. Túnez, Egipto y Libia
han comenzado a ser dirigidos por unos gobiernos democráticos cuya mayoría
dominante es hostil a los intereses americanos y por otra parte no tienen un
control centralizado de sus territorios. El caso de Yemen es peor aún, ya que la
situación interna es caótica, el tribalismo predomina, el gobierno central es
débil y gran parte del país funciona como campo de entrenamiento de Al Quaeda.
Bagdad ha remplazado a Vietnam como sinónimo de una
victoria militar pero de una incierta perdurabilidad política. Tras deponer
militarmente y sin apenas oposición al gobierno de Saddam Hussein, los
americanos se han visto enrolados en una guerra civil interna cuyas pérdidas,
humanas y económicas, hacen repensar la utilidad y la viabilidad de las
intervenciones militares. Volviendo a Tucídides, en este caso los americanos
actuaron respondiendo al interés propio, debido a la posibilidad de establecer
un gobierno democrático en medio de una zona dominada por jeques y dictadores,
rica en reservas
petroleras, y la familia Bush actuó en base a una restauración de su honor, ya que se conoce
la existencia de la rivalidad personal entre Hussein y los Bush, y no les
importó acudir al engaño de las supuestas armas de exterminio masivo, para
arrastrar con ellos a sus aliados europeos.
Pero cómo actuar entre estas dos posiciones, respecto a
las protestas islámicas, aparentemente surgidas en respuesta a un infame tráiler
de una película en la cual se hace mofa de la figura del profeta Mohamed.
Para empezar me parece muy triste que se le dé tanta
importancia a un engendro que no tiene nada de artístico, que está obviamente
producido con el único interés de insultar y que es obra de individuos o
instituciones particulares sin relación alguna con el gobierno o el pueblo
americano. Al creador de este bodrio que debió ser insignificante, se le debe
castigar por su mal gusto. Por supuesto, en una sociedad democrática esto es
muy repulsivo, pero no es un delito, a no ser que se pruebe que sus intenciones
fueron incendiarias.
Para poder definir una posición, antes de que los
iracundos identifiquen a todos los árabes con los fanáticos islamistas (y a
todos los musulmanes también), lo cual es erróneo y no es más que una respuesta
impulsiva y prejuiciada. Solamente unos centenares, quizá unos miles, de
vociferantes han salido a abusar de sus recién estrenados derechos
democráticos. ¿Representa acaso este grupo el estado de opinión de estos países?
Los Estados Unidos tienen que identificar ante todo a un culpable, un objetivo.
El terrorismo de nuestros días es difuso, pero en el Magreb hay tres fuentes
bastante claras que se benefician con todo este entuerto. Al Quaeda, Hezbolá e
Irán. A mi me da la impresión que lo del video no es más que una excusa azuzada
por unos intereses más tenebrosos que manipulan a las masas fanáticas,
ignorantes y bullentes. Estas protestas están demasiado coordinadas y bien
organizadas, como obra de titiriteros elusivos.
Una vez identificado el enemigo, entonces el gobierno de
los Estados Unidos, y su presidente, en medio de la campaña electoral, deberá
tomar las medidas adecuadas, considerando el miedo, el interés propio y el
honor, sin dejarse llevar totalmente por ninguno de ellos, o respondiendo
adecuadamente a uno de estos. No me parece que el apaciguamiento sea la
política eficaz, pero hay que dejar que estas democracias se desarrollen o
habría que cuestionarse si lo que es bueno para los Estados Unidos no es bueno
para el resto del mundo. Los cubanos nos podríamos ver afectados por esta
decisión. ¿Acaso las manifestaciones multitudinarias en la Plaza de la
Revolución representan la voluntad del pueblo?
Roberto Madrigal
Yo no entiendo mucho de política del Medio Oriente (ni de ningún otro lugar), pero estoy aprendiendo historia aquí, que siempre viene bien...
ReplyDeletecariños...