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Sunday, April 29, 2012

El autarca ilustrado



El 28 de enero del año pasado publiqué en la revista digital Cubaencuentro un artículo titulado ¿Se está poniendo senil Vargas Llosa? Respondía en aquella ocasión a un artículo de Vargas Llosa aparecido unos días antes en el diario El País, titulado La civilización del espectáculo, en el cual el escritor la emprendía, en tono pontificador y apocalíptico, contra lo que llamó la frivolización de la cultura contemporánea. Fue un artículo que escribí con dolor porque me confesé entonces y me confieso de nuevo, un profundo admirador de Vargas Llosa,  a quien considero el mejor novelista que ha dado la lengua española ya que estimo el cuerpo de su obra como algo a lo cual ningún otro novelista de nuestro idioma se ha acercado. Como dije antes, hay novelas mejores, pero nadie ha logrado un edificio narrativo tan elevado. Aquel artículo aparecido en El País era un adelanto de lo que se prometía como un libro de ensayos sobre el tema.

Ahora ha llegado a mis manos el libro también titulado La civilización del espectáculo, recién publicado por la editorial Alfaguara. Son 226 páginas de una letanía lacrimógena sobre el estado de nuestra cultura, que combina capítulos originales entre los cuales se intercalan artículos anteriormente aparecidos en el diario El País que resultan antecedentes sustentadores de cada capítulo. El libro no hace mas que confirmar los temores que expresé en mi artículo publicado en Cubaencuentro.

No es ninguna novedad que un gigante de alguna rama de la cultura perore quejosamente sobre el estado contemporáneo de la misma. La añoranza por los tiempos pasados se remonta por lo menos hasta los griegos, pero molesta cuando un autor querido y admirado cae en eso, cuando un hombre lúcido y honesto comienza sonar hueco en el ocaso de su vida.

En este libro Vargas Llosa la emprende contra la cultura mediática, contra el cine, la televisión y las artes plásticas, ya que ve la “cultura de la imagen” como enemiga de la cultura de la palabra, que es la que ha legado las ideas trascendentales a la humanidad.  Es curioso que evite tocar el teatro en sus ditirambos, ya que esta forma de arte le resultaría un lodazal a sus tesis. ¿No fue acaso el teatro, desde sus inicios una forma de llevar la cultura a las masas, mediante un aparente entretenimiento, cuando estas eran casi totalmente analfabetas?

Le parece mal que los museos se llenen de idiotas que van a ver las obras como parte de una agenda, critica la influencia de la moda, la cocina y la publicidad en la cultura moderna. El irrefrenable y corrupto afán de lucro desmedido. Establece categorías para definir canónicamente, como un dictador marxista, la cultura desechable, la enemiga de la ilustración humana. Para ello echa mano de intelectuales tan diversos como T.S. Eliot, Karl Popper, George Steiner, Karl Marx y Guy Debord. Ataca sin piedad a Derrida, a Duchamp, a Bajtin y a Baudrillard. No es que sea incapaz de entender la posmodernidad y lo contemporáneo, es que se niega a ello y en medio de su discurso, se contradice. Manipula los ejemplos a conveniencia y simplifica los temas complejos.

Donde sus argumentos alcanzan una mayor puerilidad es cuando toca al sexo y la religión. Según Vargas Llosa, las prácticas sexuales modernas han destruido el erotismo y la pérdida de los ritos “que embellecen y civilizan” el sexo, lo está convirtiendo, para las nuevas generaciones, en “una mera calistenia”. Por supuesto, es incapaz de poner un ejemplo para apoyar de dónde saca estas ideas conventuales. Su aproximación a la religión es simplista y paternalista. Le parece bien cuando existe como guía para las masas despistadas, pero no cuando los arranques de fe de los fanáticos los llevan a inmolarse en su nombre. El viejo marxista que una vez fue y que ha vivido reprimido en un letargo interior, aflora aquí cuando justifica los actos terroristas guiados por convicciones ideológicas contra aquellos guiados por el fanatismo religioso. Entiende las razones de los primeros porque les resultan familiares y se niega a tomar el punto de vista de estos últimos porque le parece repelente por ser producto de la incultura. Parece querer decirnos que la acción es el derecho de los cultos y designar quienes son los cultos es su derecho. Todo esto está en gran contradicción con los ideales liberales y de defensa del individualismo por los cuales el escritor ha apostado con firmeza en las últimas tres décadas.

Por supuesto, este es un libro malo escrito por un escritor extraordinario, por lo que está lleno de inteligencia y señala cosas razonables. No es su ataque de lo superficial lo que falla, sino que confunde el síntoma con la enfermedad  y las secuencias con consecuencias. Vargas Llosa es uno de los últimos renacentistas y su vastedad de conocimientos se despliega a lo largo del libro, pero este parece la obra de un déspota, un autarca ilustrado que regaña al mundo desde su torre de marfil.

Pudiera añadir mas, pero revisando mi anteriormente citado articulo, creo que mis opiniones actuales no difieren mucho de aquellas, por lo cual abajo ofrezco el enlace al mismo, asi como al artículo de Vargas Llosa que lo provocó, y a otros dos artículos recientes sobre el libro, uno de Jorge Volpi y otro de Jordi Llovet.

www.cubaencuentro.com/cultura/articulos/se-esta-poniendo-senil-vargas-llosa-254671 ¿Se está poniendo senil Vargas Llosa?. R .Madrigal
www.elpais.com/diario/2011/01/22/babelia/12956  La civilización del espectáculo, Mario Vargas Llosa
www.elpais.com/elpais/2012/04/18/opinion/1334759323_081415.html El último de los mohicanos, Jorge Volpi

La civilización del espectáculo. Mario Vargas Llosa. Alfaguara. 2012. 226 páginas


Roberto Madrigal

6 comments:

  1. Roberto, muy buen comentario, te agradezco con retraso el regalo de tu novela Zona congelada la cual leí con gran placer,

    saludos
    Eduardo González

    Baltimore

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  2. No le doy la razón a Mario Vargas Llosa en todos sus lamentos, pero me parece que en algunos de ellos lleva bastante razón. Sí existe en estos tiempos, lamentablemente, una "cultura del espectáculo" donde consigue patente de corso mucha obra barata y espuria, gracias a sutiles y poderososos mecanismos de difusión y legitimización. Como sabemos, cualquier tontería sacada de Wikipedia adquiere visos de sabiduría en virtud de encontrarse ahí, por no hablar de las cacareadas "redes sociales", muy útiles para difundir algo, y a un tiempo portadoras de una avalancha de bazofia y falsos valores. ¿Y qué me dicen de esos famosos que son famosos sólo por la fama que tienen? En esta época, sin duda, resulta mucho más difícil separar la basura de lo auténtico. Pero de ahí a decir que esto es irremediable y, sobre todo, exclamar que "la juventud está perdida", media un largo trecho

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    1. Es cierto Manolo, el senala muchas cosas en las cuales lleva razon, su problema es la generalizacion y esa vision absurdamente apocaliptica. Toda esa fanfarria superficial ahora solo se divulga mas, pero siempre existio. El desafio de hoy es saber eliminar la hierba mala. La "alta" cultura, por alta, siempre ha sido de elite. Ni Breson va a romper records de ventas ni e puede prohibir que la gente vea Hunger Games.

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    2. ¿No será que La cultura del espectáculo se ha vuelto sensacionalista, y claro, espectacular?

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  3. Tengo el libro encima de la mesa y me da mucha pereza leerlo, a pesar de mi devoción incondicional por su autor, o tal vez precisamente por ello, tu atinado comentario confirma mis temores.
    De todos modos le echaré una ojeada para poder opinar por mí misma.
    Probablemente esté mayor, pero tiene derecho a expresar sus opiniones. Claro que sus lectores no tenemos por qué estar de acuerdo con todo lo que piensa o escribe.

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  4. A mi también me parece lamentable la banalización de la cultura,pero convertirla en objeto de consumo es una forma de divulgación. No se puede pretender que alguien que no lee valore a un buen escritor, el consumo de calidad viene después del consumo a secas.

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