Desde principios
de julio la obra teatral El Rey se muere,
montada por Juan Carlos Cremata, fue censurada por las autoridades ideológicas
de la cultura cubana. Poco después, Cremata fue removido de su trabajo como
director de cine y de teatro. Que yo sepa, solamente el escritor y cineasta Eduardo
del Llano en su blog, así como el cineasta y crítico de cine Enrique Colina
alzaron su voz públicamente en defensa de Cremata. El resto de los cineastas y
escritores cubanos hicieron un silencio cómplice. Como sabemos, el que calla
otorga.
No conozco
personalmente a Cremata, solamente conozco su obra y algunas de sus anteriores
declaraciones públicas y me parece completamente prescindible. Ahora bien, una
vez que un artista se convierte en el objeto de la censura, sin importar
nuestra opinión sobre su persona o sobre su obra, merece nuestro más urgente
apoyo.
Pero los
cineastas cubanos, desde hace casi dos años, están empeñados en lograr que se decrete
una nueva ley de cine. Quieran más libertad y apoyo para la creación y
distribución independiente del cine cubano. Es una batalla contradictoria, pues
le están pidiendo limosna y condescendencia al propio censor, al organismo que
ha controlado su destino artístico. Parece que se han acostumbrado a vivir de
las migajas y en vez de pedir la desintegración del ICAIC, ya obsoleto y mero
controlador del quehacer cinematográfico de la isla, le piden que se mantenga
ahí y que actúe como un papacito bondadoso.
A pesar de que
con las nuevas tecnologías se puede hacer cine con bajo presupuesto, o de forma
independiente, y algunos jóvenes lo han demostrado, los cineastas cubanos
quieren oficializar los permisos una vez más. Maquillar la censura. Desean
tener autorización para filmar con bastante libertad y que el censor les
garantice la distribución.
En los últimos
meses se nota una creciente preocupación por comercializar la obra, incluso ha
habido quejas porque Cuba, el ICAIC, no presentó ninguna película candidata a
los óscares. Piden censura de baja intensidad a cambio de que se les propicie
divulgación internacional y para ello entregan su complicidad intelectual.
En la última
reunión de los cineastas con los burócratas del ICAIC, en la cual finalmente se
atrevieron a redactar una declaración de condena a la censura de Cremata, dando
muchas vueltas y utilizando las indirectas de siempre, se apareció el disidente
Eliecer Avila y los burócratas la emprendieron contra él, denunciando su
presencia como un acto de provocación y finalmente usando los paleolíticos
términos de que la crítica solamente se les permite a los revolucionarios y
citando de nuevo las palabras del Comandante en Jefe en su viejo discurso de la
biblioteca.
Acto seguido, los
miembros de la UNEAC, ni cortos ni perezosos, redactaron una declaración de
apoyo a la postura oficial de los apparatchiks del ICAIC y volvieron a citar
las famosas “palabras a los intelectuales”. O sea, que en el campo minado de la
cultura, las barricadas se mantienen en su sitio.
Después, los
escritores y matarifes culturales se reunieron para buscar una posición
respecto a cultura y turismo. Temen que la “gran cultura nacional de la
revolución” quede manchada por la presencia callejera de negras disfrazadas de
brujeras tirándole los caracoles a los turistas con un tabaco apagado en la
boca. Se alzan contra la caricaturización del folclore y expresan su
preocupación. No les preocupa la censura ni los ataques a los grupos disidentes,
no, la mayor afrenta a la elevada cultura revolucionaria son los reguetoneros,
los tríos callejeros improvisados y los que especulan con los sacrosantos
rituales afrocubanos (a pesar de que los mercenarios oficiales le prepararon,
como ellos mismos dicen, una boda típica afro al cantante Usher. ¡Qué bien!
¿Qué es una boda afro?).
Por otra parte el
flamante Premio Princesa de Asturias, Leonardo Padura, se presenta en la Feria
Internacional del Libro en Guadalajara y dice que los problemas económicos han
limitado la creatividad de los escritores cubanos. ¿Qué es lo que temen? ¿Qué
se les acabe el salario de la UNEAC, que ya no resuelva casi nada? Buscan
garantizar el apoyo institucional, al menos para buscarse los dólares en el
extranjero. Padura y Pedro Juan Gutiérrez, quienes aseguran que jamás les han
cambiado una coma en sus obras, no padecen de ese problema. Han reunido
bastante dinero porque se les ha permitido publicar en el extranjero a cambio
de decir sandeces como esas y otras más.
¿Desde cuándo la
escasez monetaria ha afectado la creación literaria? No quiero salirme de los
ejemplos del patio, pero antes del 59, Lezama Lima se las arregló para sacar
revistas y publicar su obra con pequeñas ayudas y sin recibir compensación
monetaria por sus escritos. En el exilio Esteban Luis Cárdenas y Guillermo
Rosales vivieron en la miseria sin que ello impidiera que siguieran creando.
A Carlos Victoria
le tomó muchos años ser publicado y se tuvo que financiar muchas de sus obras,
pero eso no lo detuvo. Heberto Padilla, Reinaldo Arenas, Manuel Ballagas y yo
comenzamos revistas literarias costeándolas con nuestros propios bolsillos,
cuando apenas nos alcanzaba el dinero para comer. Para colmo, fuimos atacados
en los foros y revistas internacionales por la poderosa maquinaria del gobierno
cubano. Nada nos detuvo.
Según Padura, lo
ha dicho varias veces, hay un gran movimiento literario cocinándose en la isla,
aunque casi nadie se haya enterado. El debe saber algo que muchos no sabemos.
De sus declaraciones pudiera deducirse que en Cuba hay una inmensa cantidad de
escritores que merecen atención. Sí, como no. Parafraseando el chiste ruso,
diría yo que: “¡Cuán maravilloso es ver la cantidad de escritores que ha
producido la revolución! Antes solo teníamos a Piñera, a Lezama y a Baquero”.
Roberto Madrigal
Toda la razón. Pero además, resulta curioso ver cómo los adalides de esta movida son gente que como Enrique Colina jamás abandonaron el regazo del poder y dieron sostén a la censura en los viejos tiempos. ¿Qué buscan ahora? Sólo ellos lo saben.
ReplyDeleteMagnifico. Padura,cada vez que hace alguna declaracion es mas repugnante. En cuanto a Cremata,salto solo cuando le pisaron el callo. Todos estos anos ha vivido y creado, mamando de la teta del oficialismo. Asco!
ReplyDeleteEstimado Roberto: sólo quisiera agregar una corrección histórica, y es que a pocos días de salir en Libertad Condicional, luego de cumplir dos años de la injusta condena a cinco años que la tiranía le impuso por abrir su blog "Los hijos que nadie quiso", y mucho antes de que lo hicieran Eduardo del Llano y Enrique Colina, el escritor Ángel Santiesteban hizo público (y a nivel internacional) la censura cometida contra Cremata en su post "La soberbia del dictador".
ReplyDeleteTambién es conocido que en distintos escenarios alternativos de la cultura los escritores Rafael Vilches Proenza y Francis Sánchez se han pronunciado muy fuerte contra la censura hacia Cremata. Por desgracia, aunque como bien dices la mayoría ha apostado por el silencio cómplice, otros escritores a quienes conozco (y que otras veces han manifestado opiniones críticas contra acciones de censura del gobierno), han dicho que esta vez su silencio se debe a que en ocasiones anteriores de censura e injusticias contra otros artistas colegas suyos, Cremata también hizo silencio a pesar de que, en algunos casos, conocía de cerca las particularidades de las censuras y conocía a los censurados.
Como se puede estar en el ICAIC y no tener las manos manchadas por la falta de papel sanitario? Era Cremata parte del aparato cultural y al sentir el peso del castigo esta dolido? Yo no se.
ReplyDeleteTu amigo del norte
Lo que me llama la atención es cómo cambia la gente no más se va de Cuba y se olvida de su propia vida allí; es como Alicia en el país del espejo, sin darse cuenta de que es sólo un sueño y que por eso se la dejan siempre en banda. Los intelectuales cubanos tienen la misma vfocación servilista que los que se fueron antes de irse.
ReplyDeleteun yogismo
ReplyDelete"los que se fueron antes de irse"