Ayer quería escribir algo sobre lo sucedido en Paris,
pero en eso me llegó una mala sorpresa de carácter más personal. Me enteré de
la repentina muerte de Jorge Pomar. Con los años, las muertes de los amigos se
vuelven más dolorosas y cercanas, sobre todo cuando uno vive distante de muchas
de las personas por las cuales siente cariño.
No conocía a Pomar en Cuba. Sé que fue soldado en Angola
y militante del Partido Comunista, un pasado que nunca ocultó pero del cual no
se sentía particularmente orgulloso. Fue su honestidad la que lo fue separando
de todo aquello porque Pomar, ante todo, era un hombre honesto y de opiniones
firmes.
Su visión política lo llevó a incorporarse a la disidencia. Firmó la “Carta
de los diez” junto a
María Elena Cruz Varela, Raúl Rivero, Fernando Velázquez, Manuel Díaz
Martínez, José
Lorenzo Fuentes y Manolo Granados, entre otros, ya que finalmente fueron
mucho más de diez
los que firmaron y apoyaron el documento. De eso, tras continuar sus actividades
opositoras,
fue a parar al presidio, del cual salió por una gestión personal del Premio
Nobel alemán
Günther Grass.
Como era germanista, fue a parar a Alemania, en donde
entre otras tareas se desempeñó como traductor para la cadena televisiva Deutsche Welle. Tuve el privilegio de
ser su huésped en Colonia. Fue uno de los más espléndidos, atentos y generosos
anfitriones que he tenido. Pude retribuirlo cuando me visitó en Cincinnati.
Ambas fueron visitas inolvidables.
Pomar abrió su blog El
Abicú Liberal y levantó muchas ronchas con sus opiniones. Si algo nunca
tuvo fue miedo. Discrepamos en muchas cosas, pero eso no afectó para nada la
amistad. De hecho, muchas de las opiniones que le discutí, se han probado a la
larga que él estaba en lo cierto y yo errado.
No es mi intención elaborar un detallado resumé de su
carrera, sino solamente despedir al amigo en su sorpresiva y repentina partida.
Después que cerró el blog hizo un retiro virtual. Apenas se sabía de él.
Mandaba mensajes crípticos de cuando en cuando, por correo electrónico o por
Facebook. No sé aún de que murió allá en la ahora lejana Colonia, si de
tristeza o de demasiadas cervezas y carnes procesadas. Da lo mismo. Recibe mi
triste adiós, amigo, aunque creo que es demasiado tarde para que me escuches.
Roberto Madrigal
Muy sentido.
ReplyDeleteMis condolencias ,me gustaban mucho sus escritos,su humor cortante y la cubania de la que hacía gala
ReplyDeleteEn paz descanse el valiente, sincero y certero Abiku.
ReplyDeleteEn paz descanse el valiente, sincero y certero Abiku.
ReplyDeleteAl leer su Blog tenia que repasar dos veces el texto por su exquisita virtud inventiva lexicogråfica. Yo le decía el Carpentier germano. Como germanista era mi mentor.
ReplyDeleteAdiós amigo
Hasta hoy te he estsdo buscando y descubro este Articulo, esta despedida. Yo esperaba que tuvieras larga vida, cuantas veces he pensado ir a Colonia a visitarte...
ReplyDeleteAdios estimado amigo. Gracias por tu sinceridad, tu cultura, tu cubania, tu humor y tu valor ( tus cojones). Que EPDescanses.