Guillermo Cabrera Infante fue uno de los primeros en
descubrir su talento. En 1997, en su libro Cine
o sardina escribió: ”La Bigelow ha dejado atrás a todas sus congéneres
(Susan Seidelman, Penny Marshall, Gillian Armstrong: directoras de ahora)…Interrogada
sobre su visión violenta y su sexo responde: …’no es que las mujeres no puedan
hacer cine, sino que mucha gente cree que no pueden’…Bigelow, con cuatro cintas
admirables en los ocho años que lleva en Hollywood, prueba, al menos, que ella
puede”. Y eso que todavía no había hecho lo mejor de su obra.
Con siete largometrajes a su haber, Kathryn Bigelow es la
única mujer ganadora del Oscar a la mejor dirección y a la mejor película en el
mismo año con The Hurt Locker. No es
que sea la única directora americana de hoy en día, hay muchas y muy buenas en
estos momentos, como Kelly Reichardt, Julie Taymor y Lisa Cholodenko, por citar
solo algunas, sino que es la única que trabaja dentro del sistema de las
grandes productoras hollywoodenses y utiliza sus esquemas para romperlos y
redefinir sus límites. Nunca es prisionera de los cánones y es siempre
inclasificable. Por contraste, la excelente directora danesa Susanne Bier tuvo
que aceptar los postulados de Hollywood en su primer y hasta ahora único
intento de trabajar con grandes presupuestos en Things We Lost in the Fire (2007) y se regresó a Dinamarca
humillada y ofendida.
Dicen que Bigelow era una pintora excelente. Nacida en
San Carlos, California, se graduó con un título de Bellas Artes de el San
Francisco Arts Institute y obtuvo una beca para estudios independientes en el
museo Whitney de Nueva York. Una vez en Manhattan comenzó a reunirse con Philip
Glass y Susan Sontag y formó parte de un grupo de pintores conceptualistas.
Regresó a California y enseñó en el California Institute of Art. Ahí parece que
le entró el virus del cine y realizó, en 1978, un corto desconstructivista
sobre la violencia titulado The Set-Up
que llamó la atención de Milos Forman, quien la recomendó para que ingresara en
la universidad de Columbia, donde enseñaba el director checo, a estudiar cine.
Allí obtuvo su maestría en Bellas Artes.
En 1982 irrumpió en la escena cinematográfica con The Loveless, filme que también
significó el debut de Willem Dafoe en la pantalla, un filme de época, que era
en realidad una exploración existencialista de la violencia, muy difícil de
catalogar. Fue una producción independiente, pero Hollywood tomó nota. Cinco
años más tarde realiza Near Dark (1987),
un filme sobre un joven que se une a una familia de vampiros que deambulan por
el desierto, pero que es una mezcla de thriller, con western, con leyendas de
vampiros y una dosis de “road movie”. Una película para adolescentes que no es
para adolescentes. Esta fue también una producción independiente de bajo costo.
Salta entonces, en 1989, a trabajar con los estudios
tradicionales cuando realizó Blue Steel,un
thriller que va más allá del género y se convierte en una cinta sobre una
obsesión pasional fatídica entre Ron Silver y Jamie Lee Curtis. Luego, en 1991,
dirige Point Break, sobre
practicantes del surf que mezclan el robo de bancos con el budismo Zen y que,
aunque se deshace en sus últimos quince minutos, resulta un filme interesante.
Cuatro años más tarde realiza Strange
Days (1995), un filme futurista que mezcla thriller con ciencia ficción sin
llegar a definirse en ninguno de los dos géneros. En el año 2000 realiza The Weight of Water una película
desigual, que trata sobre crímenes paralelos en dos períodos históricos
diferentes, pero que es visualmente sobrecogedora. La sigue con K-19: The Widowmaker (2001), un drama
sobre la guerra fría que transcurre en el ambiente militar de un submarino, que
tampoco es un filme de guerra tradicional. Es probablemente su obra más débil.
En todo este tiempo, entre largometrajes, hizo varios
episodios para series de televisión, trabajando, entre otros, con David Lynch.
En el año 2008 realiza el filme que la consagra, The Hurt Locker, ganadora de 95 premios, incluyendo seis óscares,
entre los que se destacan los ya mencionados como Mejor Película y Mejor Dirección.
Su triunfo tuvo el añadido placer de vencer a su exesposo James Cameron, que
competia con Avatar. El filme sucede
durante la guerra de Irak, pero no es un filme de guerra, sino es una
meditación sobre las complejidades psicológicas que caracterizan a sus
participantes y la influencia de la experiencia en la vida íntima de los
soldados.
Zero Dark Thirty (2012), es su
última producción, que también ha sido nominada a los premios de la academia y
que ya ha ganado premios de dirección, fotografía, actuación y dirección en los
Globos de Oro, en los galardones que ofrece el American Film Institute, el New
York Film Critics Circle, el de Los Angeles Film Critics Association, el del
National Board Review y el del Festival de Hollywood entre tantos otros.
El argumento se basa en la operación llevada a cabo para
la captura de Osama BinLaden. Pero de nuevo, Bigelow resulta inclasificable.
Esto no es un filme de guerra, ni un thriller, ni un drama de espionaje. Es
todo eso y más. La trama se centra en el personaje de Maya, excelentemente interpretado
por Jessica Chastain (de quien ya se puede decir que es una de las más grandes
actrices de esta década), un operativo de la CIA que dedica nueve años de su
vida a tratar de localizar a BinLaden. Bigelow se interesa más por la
psicología no íntima, sino de la conducta de este personaje, una mujer joven
dedicada excesivamente a su trabajo, pero que no pierde su sentido intuitivo y
logra imponer sus convicciones por encima de los burócratas y otros espias que
tiene por encima de ella.
Bigelow se toma su tiempo para desarrollar situaciones y
personajes. No hay grandes efectos especiales y las escenas de guerra están
presentadas en tomas subjetivas, desde el punto de vista de los participantes.
Se limita a exponer sin enjuiciar. Hay escenas de tortura que luego conducen a
los personajes a meditar sobre la misma, a presentar sus creencias libremente y
a cambiar sus principios muchas veces según la situación lo amerite. Bigelow
pone todas las cartas sobre la mesa, no encasilla a sus personajes, deja al
espectador decidir, si puede, quienes son los buenos y quienes son los malos.
No hay trucos políticamente correctos y muy pocas veces cede al sensacionalismo
y a las frases grandiosas. Bigelow no trata de vender Héroes, asi con
mayúsculas, sino individuos normales que resultan heroicos en situaciones
extraordinaria.
La película comienza con la pantalla en negro mientras en
la banda sonora se escuchan grabaciones reales de personas que se encontraban
en el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, tratando de comunicarse y
despedirse de sus familiares, sabedores de lo cerca que están de la muerte y
termina con la angustia que recorre a Maya mientras tiene que limitarse, como
espectadora pasiva, a observar el resultado de una misión riesgosa, que es
responsabilidad suya y que está basada en una corazonada bien arraigada, sin
que todas las pruebas obtenidas en el terreno la confirmen. Bigelow logra una
gran intensidad en las escenas del asalto a la residencia de BinLaden, a pesar
de que todos sabemos el final.
Aparte de la firme dirección de Bigelow, que no permite
que el argumento se le vaya de las manos en ningún momento, ni cede al
melodramatismo barato, la película cuenta con la excelente fotografía de Greig
Fraser, que utiliza el grano adecuado en cada momento, la apropiada música de
Alexander Desplat y una sólida actuación de conjunto de todo el elenco de
intérpretes, aunque hay que destacar la sobresaliente actuación de Jessica
Chastain, que no solamente interpreta al único personaje verdaderamente
principal, sino que está en casi todas las escenas de la película. Bigelow es
una extraordinaria conductora de actores. La directora se encuentra en pleno
uso de sus facultades, utilizando los géneros a su manera muy peculiar, imponiendo
su sello artístico por encima de todo. A los sesenta años, Kathryn Bigelow
continúa inclasificable, sin fronteras.
Zero Dark Thirty
(E.U.A. 2012). Dirección: Kathryn Bigelow. Guión: Mark Boal. Fotografía:
Greig Fraser. Música: Alexander
Desplat. Con: Jessica Chastain, Jason
Clarke, Reda Kateb, Kyle Chandler, Jennifer Ehle y Edgar Ramírez. De estreno
amplio en todos los Estados Unidos y en Europa.
Roberto Madrigal
Pero querido Roberto, la película es un bodrio, bien lejos de las obras maestras de la Bigelow...
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