Un documental
recientemente realizado por la cadena noticiosa Al Jazeera y un artículo de
portada aparecido en el número más reciente (Noviembre 2012) de la revista National Geographic Magazine, ambos
centrados en los cambios económicos que se están produciendo en Cuba, coinciden
en mostrar una realidad desoladora, en la cual la máxima aspiración del
ciudadano común parece ser la de convertirse en un vendedor ambulante. Con
algunas excepciones, ese es mayormente el nivel de cuentapropismo que presentan
estos trabajos.
Al Jazeera es
una cadena televisiva con sede en Qatar, que trasmite noticieros y documentales
en inglés y otros idiomas, las veinticuatro horas del día. Trata de establecer
el punto de vista árabe sobre los problemas de actualidad. Sus enviados a Cuba
realizaron un documental que se trasmitió en tres partes de media hora cada
uno. Recorrieron varias localidades en las cuales se permite el comercio
independiente en la isla, entre otros lugares fueron al “Mercado de las
flores”, situado en la calle 12, cerca del cementerio, y a la Plaza de Armas.
Ahí los periodistas estuvieron haciendo preguntas a los diferentes empresarios, cuya mayoría presenta un aspecto
físico bastante deteriorado (no sé si se centraron en lo peor o eso es lo que
había). Todos se muestran entusiastas
respecto a las posibilidades de trabajar por cuenta propia, sin jefes ni
reuniones, y de ganarse lo que puedan. Pero cada vez que los periodistas
escudriñan sobre aspectos más ideológicos con respecto a la naturaleza de los
cambios, como “¿Creen ustedes que estos cambios pueden ampliarse a otros
sectores de la economía?”, los entrevistados unánimemente responden: “¡Ah, no!,
eso es política, yo no me meto en política”.
Cynthia Gorney,
la autora del artículo que aparece en National
Geographic Magazine, es una periodista de larga trayectoria, que ha
publicado artículos investigativos en diversos medios prestigiosos de la prensa
americana como The New Yorker, American Journalism Review, Sports Illustrated y The New York Times Magazine. Fue jefa
del buró sudamericano de The Washington
Post y desde 1999 es profesora titular en la escuela de periodismo de la Universidad de California en Berkeley. Su
trabajo titulado “Cuba’s New Now”, parece motivado por su relación con “Eduardo…un
mulato claro de 35 años…con cuerpo de luchador” (que el lector saque sus
conclusiones). Un hombre bastante ideologizado que está decidido a abandonar
Cuba en una lancha y quien le muestra a Gorney sus preparativos. En sus
intentos de disuadirlo por lo arriesgado de la empresa, comienza a entrevistar
a cubanos de diferentes extracciones para tratar de encontrar algo que ofrecer
como alternativa a Eduardo.
Gorney ofrece
un muestrario de sobrevivientes dedicados a pequeños negocios, sin mucho
futuro, o a dueños de paladares sofisticados que financian sus negocios con
ayuda de extranjeros o de familiares que residen en los Estados Unidos. Busca
también argumentos ideológicos en defensa del neocastrismo, pero no los encuentra,
de hecho, el único entrevistado que se presenta ideologizado es Roberto Veiga,
el editor de Espacio Laical, quien se
muestra muy preocupado porque Cuba se convierta en el futuro en un país que
recoja lo peor de la China moderna, o de la Europa desbancada o de las
narcoguerras de México, algo que, dado el contexto en que se emite, parece de
un surrealismo de inteligencia fronteriza.
No hay muchas
novedades en ninguno de estos trabajos, pero una lectura no muy entre líneas de
ambos, lo lleva uno a concluir que poco
a poco Cuba se está convirtiendo en una cultura de bazar, que atrae turistas
por su pintoresquismo de país que aún se mantiene firme en el socialismo,
mientras su capital se encuentra en ruinas que exudan un tercermundismo al cual
el turista occidental no se puede resistir. Un país miserable, con un casco
bien cuidado (La Habana Vieja de Eusebio Leal), en el cual se pueden adquirir
prendas folclóricas, consultarse con una santera y escuchar unos cuantos tríos
callejeros cantando música tradicional para el halago del oído extranjero, en
medio de una indudable belleza geográfica. Un país que no solamente ya se jacta
de tener las prostitutas más cultas y educadas del planeta, sino que parece
también liderar el mundo en cuanto a poseer el mayor porcentaje de taxistas con
título universitario, mientras el visitante puede fotografiar esta miseria con
el fondo de unas descascaradas consignas revolucionarias. En fin, Haití con
lemas.
Pero la otra
conclusión que se puede extraer de estos trabajos es el papel de la ideología,
que aunque ya no parece ejercer influencia en la conciencia de la población, se
mantiene en la penumbra como un arma de control. Toíto te lo permito menos
faltarle a mi ideología. Es el hacha pendiente sobre las cabezas de todos. De
hecho, los “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la
Revolución”, editados el año pasado, insisten en que “no se permitirá la
concentración de propiedad en manos de los individuos”. Mientras el cubano de a
pie se atenga comedidamente a este principio, podrá desarrollarse como un
buhonero legal que se beneficiará mayormente del turismo. Esto implica una
prosperidad muy limitada y subyugada a la decisión de un organismo único de
poder.
Viendo y
leyendo las distintas entrevistas y las uniformes respuestas cuando el feo
rostro de la política aparece en las preguntas, me recuerda un viejo chiste de
los años setenta, en el cual un periodista extranjero, después de preguntar decenas
de veces a un cubano su opinión sobre los sucesos políticos del momento y
recibir por respuesta invariable “yo opino lo mismo que dice el editorial del Granma con respecto a esos hechos”, se
enfurece y frustrado le pregunta a ese cubano de a pie: ”Pero hombre ¿Usted no
tiene opinión propia?”. A lo cual este
le responde: “Sí, pero estoy en contra de ella”.
Roberto
Madrigal
magnifico, con final lapidario . Teresa
ReplyDeleteMuy bueno. Estuve hojeando la revista por la portada, pero fue decepción total: más de lo mismo. El tema de Cuba se agota. El bazar no da para mucho.
ReplyDeleteMuy buen artículo. Hay que tener mucha imaginación para llamar revolución a una sociedad extremadamente conservadora y atrasada. Castro II ha resultado tan malo como Castro I.
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