A finales de los años setenta, un grupo de amigos
decidimos celebrar una especie de “Festival de Películas de Relajo”, que era
como entonces se conocía popularmente al cine pornográfico. Nos motivó el hecho
de que un amigo se había encontrado con unas cuantas películas de relajo
filmadas en Cuba y en México en los años veinte y treinta. Todas eran copias de
ocho milímetros, silentes y en precario estado. A ello se sumó el entusiasmo
instigador de un no muy cercano conocido nuestro, llamado Máximo Palenzuela,
quien ofreció aportar algunas películas que obraban en su poder y un proyector
de ocho milímetros.
Con las dificultades técnicas resueltas, decidimos que la
sede del evento sería la casa de Rafael Saumell, quien por entonces era el
guionista del segundo programa más popular de la televisión cubana, Todo el mundo canta (al cual solamente
superaba en popularidad Para bailar),
porque contaba con una amplia sala que él había acomodado para reuniones y
descargas. También contaba con un espacioso portal techado que por meses fue la
residencia temporal de El Caballero de Paris.
La noche del evento comenzó con un aguacero torrencial
que no paraba y empapados, llegamos finalmente a la casa, entre otros, Jorge
Posada, Juan Carlos Granados, Ricardo Oteiza, Ernesto Horschek, el ya
mencionado Máximo Palenzuela y otros que no cito por motivos de salud, ya que
aun viven en Cuba.
Una vez montados los equipos y las películas, nos
enfrentamos al primer escollo. La casa de Rafael quedaba en la calle 124, entre
49 y 51, a una cuadra de la Plaza de Marianao, que por entonces era un
constante hervidero de gente, ya que era el final de la ruta de muchas guaguas
y el comienzo de la ruta de otras. Ahí hacían transferencia los que iban o
venían de La Habana Vieja, La Lisa, Bauta, Arroyo Arenas, Mariel, Pinar del
Río, Punta Brava, Vedado, Lawton, Rancho Boyeros y muchas otras localidades. El
interminable diluvio hizo que la pasajeros que esperaban sus rutas en las
paradas al descampado, buscaran refugio
en el portal de la casa y, como es todo en Cuba, se pusieran a mirar al
interior a través de las persianas, que no cerraban perfectamente y que nos
obligaron a poner sábanas, toallas y cuanto trapo estuviera a nuestro alcance
para bloquear la vista. Por supuesto, ante las interminables esperas, muchos
tocaban a la puerta pidiendo un poco de agua o hasta una cachada de cigarro.
Finalmente, entre interrupciones, buches de Coronilla y
pedazos de pan viejo, pudimos ver unas seis o siete peliculitas, bastante
cortas y de pésima hechura, pero de tan ridículas divertidas, un cruce
auténtico entre el camp y el kitsch.
Palenzuela, que era el más entusiasta, apareció después,
en mayo de 1982, como uno de los testigos principales que el G-2 presentó en
sus acusaciones contra Rafael Saumell, incriminado por intentar de sacar del
país “clandestinamente” su obra literaria, a través del cónsul francés. En el
juicio, Palenzuela citó, como elemento crucial de diversionismo ideológico, el
festivalito de cine de relajo, así como la novela inédita de Posada, titulada
entonces alternativamente La Habana es
una mierda o Los fieles rompen
demasiado, que estuvo en manos de Rafael y que sí logró sacar a través del
cónsul. Varios años de cárcel le costó todo esto a Rafael, quien
afortunadamente hace años que ejerce como profesor en Sam Houston College y
quien ya pudo publicar su novela En Cuba
todo el mundo canta.
Pero lo que más me llamó la atención en todas las
películas que vi, fue que el personaje central masculino, así estuviera en
apretado combate carnal con una obesa masiva con sus masas desparramadas sobre
su cuerpo, o lidiando apretadamente entre un enano, una chiva y una flaca
ajada, o enfrentándose a una mujer joven y de carnes macizas, en medio de unas
camas destartaladas o sobre unas sillas desvencijadas, a veces en calzoncillos
y camiseta, otras solamente en calzoncillos, otras en solamente en camiseta,
otras completamente desnudo, estaba siempre (y acentúo con redundancia, sin
excepción) con las medias puestas.
Roberto Madrigal
La cuadra que mencionas mantiene un pequeño monumento a la libre empresa pues hay en la misma esquina un estudio fotografico particular que le hace competencia (y la vence) a un establecimiento estatal (Photoshop)a escasos 10 metros. No hay peliculas...En la propia cuadra hay tambien una casa donde venden comidas hechas. Al final, con una optica benévola, sigue el relajo y sigue el G2, pero sin las guaguas...
ReplyDeleteQué cómico todo...con excepción de la malaventura de Saumell, por supuesto. ¿Y qué habrá sido del chivato? A lo mejor también está en un college de por aquí, que no nos faltan...Pero la imagen del tipo con las medias puestas es una desopillante. Gracias por recordarme Todo el mundo canta...Cuban idol, qué cará!
ReplyDeleteCariños taoseños...