Comenzando con la historia de la familia Bata, quienes en su tiempo fueron los mayores fabricantes de zapatos del mundo, obligados a emigrar tras la invasión alemana de 1938, cuyas fábricas fueron rebautizadas en nombre del líder del partido comunista checoslovaco en 1949, que no regresaron a Praga hasta 1990 y terminando con las historias entrecruzadas de Jaroslava Moserová, una cirujana que en 1969 atendió a Jan Palach en las horas de su agonía, después que este se habia pegado candela en protesta por la invasión soviética, el 16 de enero de 1969 en plena Plaza Wenceslao y del joven Zdenek Adamec, un adolescente que en el 2003 decidió replicar el suicidio de Palach, pero esta vez supuestamente agobiado por su obesidad y por la corrupción reinante y cayó completamente carbonizado a solo unos metros del lugar donde Palach se había inmolado, el periodista polaco Marius Szczygiel, nacido en 1966, se ha lanzado a investigar la elusiva identidad checa, en un texto inclasificable que combina la investigación periodística, con la ficción, el chisme colectivo y las anotaciones históricas. Un texto ameno, desconsolador y conmovedor, que obliga a leer entre líneas para extraer conclusiones imprecisas.
Gottland, publicado en polaco en 2006, obtuvo el Premio del Libro Europeo del año 2009. También ha sido montado como pieza teatral por el grupo del teatro Svandovo Divadlo de Praga. El libro, narrado con un agudo humor corrosivo, explora el siglo veinte checo a través de figuras mayores y menores de su cultura, todas víctimas de la represión, la tergiversación, la censura y las manipulaciones de las maquinarias propagandísticas, primero de los nazis y luego de los comunistas. Todos los personajes presentan diversos matices de ambigüedad, seres débiles atropellados por el engranaje de un sistema al cual unos sirven acobardados, otros se enfrentan con ingenuidad y muchos tratan de sobrevivir de la manera que encuentran, que no siempre es la mejor.
Está la historia de Lida Baarová, una famosa actriz que fue amante de Goebbels, que al cabo del tiempo se niega a ver la traición detrás de sus acciones. Sigue con la historia de Otakar Svec, encargado del proyecto de esculpir la estatua más grande del mundo en honor a Stalin, quien el día de la inauguración monta en un taxi y se entera por el taxista de que la gente dice que una de las figuras que acompañan a la estatua en el complejo montaje, una supuesta guerrillera, parece que “coge al soldado de la bragueta”, y continúa el taxista: “En cuanto la inauguren, al que lo proyectó seguro que lo fusilan”. Svec se bajó del taxi, regresó de inmediato a su taller y se suicidó. También narra la historia de Marta Kubisová, integrante del trío musical checo mas popular de 1968, quien en 1969 interpretó una melodía pacifista que se tradujo como una canción de protesta a la invasión soviética del año anterior y se hizo popular bajo el título de La oración de Marta y que tras ganar en la votación del premio Ruiseñor de Oro, el premio musical más importante del país, por encima de Karel Gott, algo inaceptable, ya que el popular y fiel al gobierno cantante, lo ha ganado siempre que ha optado (36 años en total), el jurado tuvo que pasarse una semana haciendo trampas para finalmente concedérselo a Gott y retirárselo a Marta. El precio que tuvo que pagar la cantante fueron veintiún años de ostracismo y de que la gente la evitara cuando se la encontraban por las calles. No fue hasta 1989 que con una voz ya ronca pudo cantar lo que se había convertido en un himno de resistencia.
Kafka, cuya propia identidad es bien controversial, ya que creció y vivió casi toda su vida en la Praga dominada por el Imperio Austro-Húngaro y escribió en alemán, por lo que checos, húngaros, alemanes y austríacos se lo disputan, aparece como una presencia que recorre el espíritu checo y que se expresa en el lenguaje popular con el término Kafkárna, una palabra cuyo significado no se puede precisar pero que siempre se refiere a algo laberínticamente absurdo. Por el libro también pasan las figuras de Kundera, Vaclav Havel, Alexander Dubcek y muchos otros. Se adentra también en las condiciones que llevaron a la famosa Primavera de Praga y las consecuencias que el gobierno que devino tras la invasión soviética trajo para el mundo de la cultura.
Szczygiel ha recopilado historias increíbles de intelectuales cobardes, artistas en la encrucijada entre su obra y la política, líderes corajudos pero llenos de contradicciones y las propias trampas que la vida inevitablemente tiende entre los sucesos de la Historia y la historia personal.
Este es el único libro que ha escrito Szczygiel, quien ejerce como editor principal de Gazetta Wyborcza, una de las más importantes publicaciones periódicas polacas de la actualidad. Con una prosa ágil, excelentemente traducida por María Dolores Pérez Pablos, consigue que la ficción enriquezca la credibilidad de los hechos y que estos a su vez le otorguen un aspecto de relevancia universal que llama a la meditación. Su exploración toca muchas aristas de la identidad checa y parece que ha dado en el clavo. La fundación Gottland, que se encarga de todo lo referente a Karel Gott, quiso impedir la publicación del libro alegando que ellos tenían derechos exclusivos a la palabra Gottland. Por suerte, perdieron el juicio. Gottland es a su vez un recorrido por los tenebrosos meandros del nazismo y el estalinismo, de los dispositivos del totalitarismo.
Gottland. Autor: Mariusz Szczygiel, 258 páginas. Editorial Acantilado. Barcelona 2011. Disponible en los sitios de la red de Amazon y Barnes & Noble.
Roberto Madrigal
No comments:
Post a Comment