Trabajo me costó conseguir ambos libros. Según he leído y
me informaron quienes me ayudaron a conseguirlo, las ediciones estaban agotadas
y eran difíciles de conseguir hasta en el mercado negro habanero. Se trata de El 71. Anatomía de una crisis, del
investigador literario Jorge Fornet, y La
noria, novela del narrador y articulista Ahmel Echevarría.
El libro de Jorge Fornet (1963), recibió el Premio Anual
de la Crítica de 2014. Su temática se centra en las consecuencias culturales
que tuvieron el famoso “caso Padilla” y el Primer Congreso de Educación y Cultura.
El autor trata de limitar el análisis de los hechos al mínimo y se dedica
mayormente, lo cual reconoce en el prólogo, a recopilar mucho de lo aparecido
en la prensa nacional e internacional durante ese año. Por supuesto, es
inevitable que tenga que dar saltos alrededor de la fecha.
El libro está bien investigado y narrado con fluidez. Es
un libro importante para los estudiosos del periodo y de la política cultural
de la revolución cubana. Para quienes viven en la isla, ofrece gran cantidad de
datos que nunca antes estuvieron disponibles para consumo local. Para quienes
vivimos en el extranjero, no añade ningún dato de importancia, aunque tiene el
mérito de compilar mucha información que resultaría difícil de consultar.
Hay muy poco atrevimiento en esta obra. No se puede olvidar
que su autor es el director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa
de las Américas, por lo cual esta obra no hubiera visto la luz sin la
aprobación oficial. A la larga, las intenciones se le ven en el hecho de que,
sin mucha explicación, establece que el oneroso discurso ya conocido como Palabras a los intelectuales, es un
documento consensual que dio unificación a la cultura cubana en la década de
los sesenta. Esto le permite osar concluir que a su vez, las palabras del
propio Fidel Castro en el Congreso de Educación y Cultura de 1971, fueron
provocadoras de la ruptura con los intelectuales de izquierda de América Latina
y Europa Occidental, y que ocasionaron “el estancamiento de la cultura cubana”
en los años siguientes. A ello atribuye como causa, el fervor revolucionario de
Fidel Castro.
Por otra parte, el otro objetivo del libro es atacar de
forma bastante directa las posiciones de Mario Vargas Llosa y de otros
intelectuales de la época. En realidad, aunque útil, el libro no capta el
espíritu de la época. Para ello, es mejor referirse a Política y polémica en América Latina. Las revistas Casa de las
Américas y Mundo Nuevo de Idalia Morejón Arnaiz, un libro mucho más
analítico.
Con La noria,
Ahmel Echevarría (1974), ganó el Premio de Novela Italo Calvino 2012 que se
concede en Cuba. Anteriormente había ganado el premio David de cuento con Inventario (2004), el Premio Pinos
Nuevos de narrativa con Esquirlas
(2005), el Premio Franz Kafka de Novelas de Gaveta que se concede en la
República Checa 2010 con Días de
entrenamiento y el Premio José Soler Puig de novela 2012 con Búfalos camino al matadero.
El autor, que no había nacido cuando sucedieron los hechos
que estudia Fornet en su libro, trata de captar el espíritu de la época
mediante una interesante narración sobre un escritor homosexual que fue
castigado en 1971 por escribir una novela que las autoridades culturales
consideraron como una afrenta.
La trama se va tejiendo a través de una mezcla borgesiana
de personajes reales y personajes inexistentes. Incluso hay incluida una supuesta
correspondencia de Julio Cortázar y fragmentos de citas de un crítico también
homosexual, que es una especie de alter ego del personaje central y del cual al
final, al igual que a todos los personajes reales, se cita toda una bibliografía.
Su combinación de lo real y lo ficticio es convincente y uno de los mayores
logros novelísticos de Echevarría.
La obra llega a su clímax tras contar una relación
homosexual entre el personaje central y un hombre más joven que puede que sea
un agente de la seguridad del estado, y una persecución que se establece una
vez que el escritor, tras años sin escribir, decide reanudar su carrera. Con
esto, Echevarría logra con efectividad trasladar los miedos de aquel entonces,
hasta nuestros días. La represión que a veces no se ve pero que siempre se
siente y la impunidad del represor, siempre acechante.
A pesar de que la novela utiliza una estructura y un estilo
nada ortodoxo, se construye como una narración ágil, que mantiene el interés
del lector de principio a fin. Echevarría capta perfectamente el espíritu del
interminable “quinquenio gris”.
Mientras Fornet recopila datos con disciplina investigativa
para mostrar que el año 1971 no fue más que un momento de crisis de un proyecto
cultural bien encaminado, algo ya rectificado, que causó efectos negativos en
la cultura cubana, pero que no es más que una aberración del sistema y no una
consecuencia lógica del mismo, Echevarría lo entiende como una época que, si
bien ha perdido un poco de su garra, se mantiene viva en espíritu y temible
aún.
Es la diferencia entre el funcionario y el novelista.
Entre la manipulación de la realidad y el poder de la imaginación.
Roberto Madrigal
Siempre bien escritos, con las palabras que no pierden en el bosque, tus articulos son. Yo no creo poseer el valor para leer los libros los cuales llevan tanto trabajo poseer. Me basta haber vivido el peor tiempo pasado.
ReplyDeleteTu amigo del norte