En 1966 se produjo en Praga un filme que reunía la obra
de cinco jóvenes directores y que se convertiría, no lo sabían entonces, en el
manifiesto artístico de una generación de cineastas, de estilos muy diferentes,
quienes durante un breve periodo de seis
años, cambiaron radicalmente la forma en que se hacía cine e iban a tener una
gran influencia en el modo de narrar de las generaciones que les siguieron.
Pearls of the Deep está compuesto
por cinco cortometrajes, escritos y dirigidos por cinco directores, pero todos
basados en cuentos de Bohumil Hrabal, uno de los más importantes escritores
checos. Los directores eran: Jiri Menzel (1938), quien en en 1967 ganara el Oscar al mejor filme extranjero por Trenes rigurosamente vigilados y en 1968 dirigiera la extraordinaria y original
cinta Un verano caprichoso; Jaromil
Jires (1935), quien en 1969 nos regaló Valeria
y la semana de las maravillas; Jan Nemec (1936), quien dirigió El retorno en 1968; Evald Schorm (1931),
director de El regreso del hijo pródigo, y
Vera Chytilová, quien a fines de ese mismo año dirigió Las margaritas, una de las más discutidas y controversiales
películas de todos los tiempos.
Solamente faltó en este grupo Milos Forman (1932), el más
conocido y probablemente el más influyente, quien dirigiera Los amores de una rubita, Fuego mi muñeca (ambas nominadas al
Oscar) y La oveja negra, y quien tras
desertar a los Estados Unidos y haciendo ajustes a su estilo, ganó el Oscar al
mejor director por One Flew Over the
Cuckoo’s Nest y Amadeus.
Estos seis constituyeron el núcleo
central de lo que se dio en llamar la Nueva Ola Checa, un movimiento mucho más
radical, tanto desde el punto de vista artístico como desde el punto de vista
político, que su contrapartida y antecesora, la Nueva Ola Francesa. El
movimiento checo floreció durante el período del “socialismo con rostro humano”
que dominó la política checa desde 1963 y que fue aplastado, y el movimiento
también, con la invasión soviética de 1968.
Ya para 1970 casi todos estos directores, tras ser
marginados, se exilaron definitiva o temporalmente. Pero Vera Chytilová se
quedó. Filmó Las margaritas en 1966,
un filme que por su desenfado y por su desafío a la autoridad, fue censurado y
tuvo grandes dificultades de distribución. Pocos meses antes de la invasión
soviética, terminó Fruto del paraíso,
la cual también fue censurada y poco distribuida y a partir de ahí no se le
permitió filmar en los próximos ocho años. Se las arregló para, durante su
ostracismo, realizar comerciales bajo el nombre de su esposo, el fotógrafo
Jaroslav Kucera.
En 1976, durante las celebraciones del “Año de la Mujer”
en los Estados Unidos, el festival de cine de Nueva York decidió abrir el
festival de directoras con Las
margaritas. Invitaron a Chytilová para presentar y discutir su filme en la
gala de apertura pero el gobierno checo le negó el permiso de salida.
Organizaciones artísticas internacionales comenzaron a presionar al gobierno checo
y Chytilová escribió una carta al presidente Husak. Aunque no pudo asistir al
festival, tras esta presión internacional, Chytilová pudo continuar su carrera
como realizadora, si bien bajo estricta censura. En 1976 escribió y dirigió El juego de la manzana, que ganó el Hugo
de Plata del Festival Internacional de Chicago al año siguiente.
Continuó su trabajo venciendo obstáculos y limitaciones y
sus filmes no salían de las fronteras checas. Tras la caída del Muro de Berlín,
continuó haciendo un cine diferente y contra todo lo establecido. Como todo
iconoclasta que se respete continuó su experimentación artística y su crítica
social, esta vez sin las ataduras anteriores. Sin embargo, sus filmes, dado su
poco atractivo de taquilla, no tuvieron distribución en Europa y Estados
Unidos. Pasó de ser víctima del totalitarismo a ser prisionera de la más
benigna tiranía del mercado.
Por ser siempre una mujer tozuda y de ideas propias, le
costó más trabajo que a sus compañeros de generación llegar al cine. Tras
abandonar sus estudios de filosofía y arquitectura, comenzó a trabajar en
distintos oficios, como modelo, dibujante, auxiliar de revelado y claquetera en
los estudios Barrandov, donde trató de matricular estudios de cine y nunca se
le permitió. Finalmente logró ingresar en la escuela de cine de la F.A.M.U en
Praga y se graduó en 1957, pero le tomó seis años terminar su primer filme,
nuevamente debido a presiones gubernamentales. Por ello, fue la menos joven de
los cineastas de la Nueva Ola Checa (también conocida como Nova Viná). Por su
feroz individualismo, fue la menos distribuida.
En Cuba recuerdo que disfrutamos mucho de Las margaritas, la cual se convirtió
casi en un grito de desafío ante la represión, aunque estoy casi seguro de que
los pocos que la vimos, no entendimos casi nada de este filme tan
intencionadamente disparatado. Mucha otra gente simplemente se hacían eco de
las maravillas de la película sin jamás haberla visto. La he podido ver un par
de veces más y confieso que aunque me sigue atrayendo, no la entiendo a
cabalidad, o quizá entiendo lo que hace falta entender.
Actualmente, se mantiene el misterio de la Chytilová,
probablemente la cineasta de la cual más se habla y cuyas películas nadie ha
visto. Si uno revisa en internet, puede ver que en Amazon se vende en DVD solamente Las margaritas y una grabación europea
de The Inheritance of Fuckoffguysgoodday,
un filme de 1992. En Netflix se pueden alquilar Las margaritas y Fruto del
Paraíso. Lo otro que se puede tanto alquilar en Netflix como comprar en
Amazon, es el DVD de la colección Criterion de Pearls of the Deep.
Vera Chytilová murió en Praga hace cuatro días, el 12 de
marzo, a la edad de 85 años. Continúa siendo un misterio para el mundo del
cine, al cual quizá ha influenciado más de lo que muchos de sus propios
influenciados entienden. Como cuando en una entrevista que le realizara el
periódico británico The Guardian, al
calificársele de feminista, negó serlo e insistió que era solo una
individualista, tras su muerte, y más de cincuenta años de lucha contra el
establishment, continúa siendo una contradicción: famosa y desconocida.
Roberto Madrigal
¿Y dónde dejó a Ivan Passer? Con sólo "Iluminación íntima" se ganó un sitial en la nueva ola checa, aparte de colaborar en dos guiones de Forman, "Fuego, mi muñeca" y "Los amores de una rubia".
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