Es probable que el germen de la psicología en Rusia se
remonte a los tiempos de Pedro el Grande (1689-1725), quien institucionalizó el
concepto de “insano” y decretó que estos
individuos eran socialmente inútiles, peligrosos y amenazadores, por lo cual
debían ser institucionalizados. En una Rusia cada vez más secularizada, el
trabajo que anteriormente hacían los monasterios, pasaba a manos del estado.
Pedro III (nieto de Pedro el Grande) detalló el modelo de este tipo de
instituciones y el primer asilo para los insanos fue establecido alrededor de
1776, bajo los dictados de Catalina la Grande. Al decir de Foucault, el
concepto de confinamiento nació en Rusia. Pero le faltó decir que de lengua
alemana, que era el primer idioma tanto de Pedro III como de Catalina.
Con estos antecedentes no debe extrañar que la primera
traducción de una obra de Freud fué hecha al ruso. La interpretación de los sueños se publicó en Moscú en 1904,
gracias a los esfuerzos de su traductor, el doctor Nikolai Osipov (1877-1934),
un médico interesado en el campo de la psiquiatría debido a que su madre había
sido diagnosticada con “histeria”, la enfermedad que Freud estudió como
discípulo de Breuer y que fue el origen de sus teorías. En 1908, Osipov publicó
un estudio sobre las teorías psicoanalíticas en una revista especializada de
Moscú.
Osipov sostuvo una breve correspondencia con Freud y
luego el ucraniano Moshe Wulff (Odessa 1878-Tel Aviv 1971), en 1909, publicó el
primer trabajo crítico de la obra de Freud que apareció en Rusia. Otros se
fueron sumando al movimiento, entre ellos Otto y Vera Schmidt, así como Sabina
Spielrein que aún se encontraba en Suiza pero que tenía intenciones de regresar
a Rusia, como después hizo. Los años de la Primera Guerra Mundial entorpecieron
el progreso de los estudios psicoanalíticos.
Una vez que los bolcheviques tomaron el poder, Osipov,
que sentía afinidades por los social demócratas, emigró en 1920, por temor a
represalias, ya que se le comunicó la antipatía que Lenin sentía por sus
posiciones políticas. Wulff aceptó una cátedra en la Universidad de Moscú y
junto con Otto Schmidt y Lev Vygotsky (quien luego fuera uno de los más
importantes psicólogos del lenguaje y los procesos cerebrales), creó la
Sociedad Psicoanalítica Rusa a comienzos de 1922. Paralelamente, en el verano
de ese mismo año, se creó, en la ciudad de Kazán, una segunda sociedad
psicoanalítica dirigida por el joven psicólogo Alexander Luria (1902-1977). Sus
afanes fueron apoyados por Freud y la Sociedad Psicoanalítica de Viena, quienes
tenían interés en una presencia en un país tan vasto y relevante como Rusia.
En 1923 Sabina Spierlein regresó a Rusia y logró abrir
una escuela basada en los fundamentos psicoanalíticos. Vera Schmidt pudo abrir
otra. Los psicoanalistas tuvieron apoyo en figuras como Trostky y la Nueva
Política Económica de Lenin les ofreció una oportunidad para desarrollar
iniciativas privadas. Entre 1921 y 1923 el psicoanálisis tuvo su momento de
mayor efervescencia en la recién surgida Unión Soviética.
Los problemas empezaron porque recibieron fondos del
Comisariado Popular para la Instrucción Pública que dirigía Lunacharsky, y no
solamente tuvieron que disputar fondos con el instituto que dirigía Pavlov y
que representaba una corriente más cercana al marxismo bolchevique, sino que
tenían que estar sometidos a la vigilancia estatal. Comenzaron las disputas
ideológicas y se escribieron múltiples trabajos tratando de justificar las
posiciones psicoanalíticas y de emparentarlas con los trabajos de Pavlov.
La situación se puso bien candente, los psicoanalistas
comenzaron a ser acusados de padecer de una ideología burguesa y ya en 1927,
Moshe Wulff decidió no regresar de una visita académica a Berlín. Los
psicoanalistas comenzaron a sentirse indefensos, ya que desde 1925, Klara
Zerkin, en unas memorias que publicó sobre Lenin, citó al líder bolchevique
diciendo que opinaba que el psicoanálisis era un hobby para intelectuales y que
“no tiene lugar dentro del partido, en medio de un proletariado con consciencia
de clase”.
El golpe final lo asestó un discípulo y colaborador de
Mijail Bajtin, el lingüista V.N. Volshnikov, quien en un largo artículo
titulado Más allá de lo social,
concluyó que: “El psicoanálisis es una parte íntima de la decadente ideología
burguesa”. Tras esto, los estudios clínicos y las publicaciones psicoanalíticas
comenzaron a decaer, se cerraron las escuelas de Sabina Spierlein y de Vera
Schmidt (a esta última asistió el hijo de Stalin, según reveló Alexander Luria
ya en la década del setenta) y aunque algunos psicólogos continuaron con sus
trabajos, los más importantes se dedicaron a otras disciplinas más afines con
la ideología dominante. El mismo Vygotsky le recomendó a Luria que dadas las
circunstancias, mejor se dedicaba a otro campo de trabajo. Luria se convirtió
en uno de los psicólogos más importantes de las investigaciones del cerebro y
creó un test, el Luria-Nebraska, que todavía se usa para diagnosticar la
afasia.
En 1930 por decreto de Stalin, se suspendieron todas las
actividades del psicoanálisis en la Unión Soviética y los practicantes de la
disciplina se dispersaron, se exilaron, se silenciaron y algunos pararon en la
Siberia, donde curiosamente se creó una pequeña sociedad psicoanalítica que
duró apenas unos meses.
Por treinta años apenas se habló del psicoanálisis y como
muchos saben, la psiquiatría se utilizó, entre otras cosas, para combatir a los
disidentes. En 1960, en medio de la Guerra Fría y el deshielo de Jruschev, el
psicoanálisis reapareció en la Unión Soviética, pero esta vez como objeto de
crítica, de ejemplo de la decadencia moral de Europa Occidental y los Estados
Unidos y, señalando muchos puntos válidos en contra de la teoría freudiana,
como una seudociencia al servicio de la burguesía. No fue hasta que Gorbachov
asumió el poder, con su política de glasnost, que regresó una euforia
(excesiva) por el psicoanálisis.
¿Por qué el psicoanálisis fue tan duramente censurado a
pesar de que tras Freud, muchas de sus figuras, como Wilhelm Reich y Eric Fromm
eran pensadores marxistas? Hay muchas explicaciones, pero las más obvias son,
en primer lugar, el hecho de que en un país totalitario en el cual se intenta
construir un nuevo modelo de hombre, teorías que indaguen en el lado oscuro e
incontrolable de la mente y los instintos humanos, por muy equivocada que esté,
no es bienvenida.
Por otra parte está el hecho de que el psicoanálisis hace
del sexo uno de los temas centrales de su teoría. El sexo es el enemigo de las
instituciones. Representa la posibilidad de que el instinto se imponga al
raciocinio y que erosione las fundaciones sobre las cuales se sostiene la
sociedad, como por ejemplo: la familia. Freud mismo indicó, con gran acierto,
que la represión es la base de la cultura. Es por ello que el control de la
vida sexual es fundamental para los totalitarismos, desde la manipulación de
las parejas, hasta el tipo de relaciones sexuales y el número de hijos.
Finalmente, el psicoanálisis es una teoría que va más
allá de la psicología y se adentra en el campo social, en la arena cultural y
hasta en la política. Una amplia discusión
de los asuntos que conciernen a esas áreas no es aceptada en una sociedad
totalitaria.
Al suprimir por treinta años la discusión
abierta sobre el psicoanálisis, en momentos en los cuales era la teoría más
polémica del momento, el gobierno y el
partido comunista de la extinta Unión Soviética enviaron el desarrollo de la
psicología en ese país a la época de los zares.
Roberto Madrigal
Interesante, Roberto. Hay un libro de Alexander Etkind, "The Eros of Impossible", dedicado al tema: https://www.h-net.org/reviews/showrev.php?id=3386. Una vertiente importante de la psicología soviética, en los 60 y 70, fue el conductismo. En Cuba, la obra de Leontiev tuvo mucha recepción.
ReplyDeleteGracias por el comentario Rafael. Revise el texto de Elkind, muy bueno. Leontiev ciertamente fue muy manido en la escuela de Psicologia, tuve dieta de Leontiev por largo tiempo, pero el fue uno de los que llevo la voz cantante contra el psicoanalisis y su enfoque (las cuasi-necesidades) era muy diferente y a la vez muy pobre.
DeleteRoberto, gracias por tu artículo. No sé si conoces los siguientes trabajos, aplicados al caso cubano:
ReplyDeletehttp://sigloxxi.org/Anexos-libro/anex-20.htm
Hay además un libro interesante: The Politics of Psychiatry in Revolutionary Cuba. Charles J. Brown and Armando M. Lago, editors. New Brunswick: Transaction Publishers, 1991.