Monday, December 26, 2011

Un año blogueando

Hoy se cumple un año que comencé a escribir este blog. No tenía mucha idea de cómo darlo a conocer ni cómo organizarlo y estructurarlo. Setenta y cinco artículos y más de once mil visitantes después, quiero darle las gracias a quienes han colaborado para que este blog aumentara su distribución virtual. Voy a empezar por los tres primeros que inmediatamente me incluyeron en sus respectivas listas de enlace: Manuel Ballagas, Wilfredo Cancio y Jorge Pomar. También agradecidísimo le estoy a quienes al citarme, referirme o reproducir alguno de mis textos me han traido miles de lectores virtuales: Alejandro Armengol, Ernesto Hernández Busto, El Yuma y Zoé Valdés. También a otros blogueros que me han después incluido en sus enlaces como Rita Martin y Joaquín Gálvez. Sé que hay muchos más, perdonen si no los miento pero escribo esto con prisa. Gracias a ellos también. A los amigos que fielmente me leen, a veces publican en el blog y me ofrecen constantes sugerencias: Orlando, Jorge, Nicolás, Luis y Tony. Por supuesto, inmensamente agradecido estoy también a mi pequeño pero valioso grupo de seguidores y finalmente extiendo mi agradecimiento a todos los que han entrado al blog, desde Senegal hasta Ucrania, desde Japón a Canadá y desde Cuba a la Argentina, pasando por todos los países intermedios. Y al grueso de mis lectores que son de Estados Unidos y España.

Roberto Madrigal

Thursday, December 22, 2011

La serena lucidez de la locura

En Melancholia (2011), un planeta, llamado Melancolía, se acerca a la Tierra en un curso aparentemente inexorable cuyo resultado será el fin del mundo.  Mientras tanto, la melancólica Justine (Kirsten Dunst) se encuentra celebrando su boda en una lujosa mansión alquilada por su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado Jack (Kiefer Sutherland). En la celebración todo el mundo, menos Justine, parece ignorar el apocalíptico evento que se acerca. Jack, que se supone sea un científico en un campo relacionado con la astronomía, insiste en que el planeta pasará muy cerca de la tierra pero sin mayores consecuencias. En la primera parte de la película, titulada “Justine”, asistimos a la desintegración psicológica del personaje de Justine, que parece sufrir de un desorden bipolar, lo cual a su vez le permite ver con más claridad el trasfondo de los intereses humanos y de los falsos valores sociales. A pesar de las diferentes muestras de conducta desordenada que ofrece delante de todo los presentes, estos parecen ignorarlas hipócritamente, dispuestos solamente a disfrutar al máximo la celebración.   Su hermana Claire, que ha hecho que su marido se gaste una fortuna en la fiesta, trata por todos los medios de poner parches para salvar la insalvable situación, aunque el desastre no parece afectar a nadie. En medio de esto salen a flote las distintas riñas familiares y laborales que existen entre los miembros que acuden a la festividad.

En la segunda parte, titulada “Claire”, el filme ofrece un agudo contraste entre las actitudes de las hermanas ante el cada vez más inevitable fin del mundo que se acerca.  Justine se presenta cada vez más melancólica y a la vez indiferente al mundo que la rodea, sin embargo, muestra una respuesta coherente ante el desastre mientras que Claire, esclava de los valores convencionales, una mujer que trata por todos los medios de cubrir las apariencias, se va desintegrando poco a poco, incapaz de aceptar el final. En los últimos momentos, Claire, su hijo y Justine se refugian dentro de una tienda hecha de ramas de árbol, simbolizando la imaginación infantil como último bastión de las defensas humanas.

La idea de que la locura es una respuesta normal a un mundo desajustado, que ofrece una serenidad lúcida, no es nueva, entre otros, el psiquiatra R.D.Laing que popularizó de este modo sus ideas sobre la esquizofrenia como respuesta natural a un mundo de valores contradictorios en The Divided Self (1960), pero nunca el fin del mundo y la depresión han sido llevados a la pantalla de forma más bella. La composición de imágenes que realiza el director, Lars Von Trier, acompañadas de la música de Tristan e Isolda son hermosamente sobrecogedoras (aunque la idea de usar a Wagner para augurar con énfasis el desastre pendiente me parece un poco gastada). La idea, representada en la burguesía creo que mayormente no como crítica de clase, sino porque al utilizar los conflictos existenciales de los adinerados se pueden analizar con un aislamiento más natural sin tenerlos que enlodar con otros conflictos, tampoco es nueva, y a veces la película parece una combinación entre El ángel exterminador de Buñuel y The Celebration de Vinteberg. Pero Van Trier se las arregla para salir airoso de las comparaciones y dar originalidad a su visión de los seres humanos atrapados en la “normalidad” de sus valores éticos, incapaces de ajustarlos a la realidad, tratando obstinadamente de ajustar la realidad a sus valores.

Lars Von Trier (Copenhagen 1956) debutó con un extraordinario largometraje The Element of Crime, 1984) y continuó su carrera con filmes originales y extraordinarios como Zentropa (1991), Breaking the Waves (1996) y Dogville (2003) entre otras, había caído en un impasse creativo con sus últimas películas Manderlay  (2005), The Boss of It All (2006) y Antichrist (2009)ha recuperado su forma con Melancholia, cuya idea le fue sugerida por su psiquiatra durante una sesión de psicoterapia. La presentación de este filme en Cannes quedó empañada al Von Trier hacer unas declaraciones de admiración a Hitler (supuestamente en broma), que no fueron tomadas con ligereza y que causó que el director fuera declarado persona non grata en el festival y aunque se ha excusado hasta el cansancio, aún se le mira con recelo y es probable que la película nunca alcance la distribución que se merece.

Melancholia (2011). Co-producción danesa-sueca-franco-alemana. Guión y dirección: Lars Von Trier. Director de Fotografía: Manuel Alberto Claro. Con: Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling, John Hurt, Alexander  Skarsgard, Udo Kier  y Stellan Skarsgard. De estreno en algunas ciudades de los E.U.A.



Roberto Madrigal

Friday, December 16, 2011

La discreta insipidez de la burguesía

Los clichés y los estereotipos sociales siempre han sido el blanco del sarcasmo cinematográfico de Alexander Payne (Omaha, Nebraska, 1961). En Citizen Ruth (1996), su primer largometraje, una drogadicta ignorante e ingenua, al quedar embarazada, se convierte en el objeto de manipulación política entre los militantes pro-aborto y los del “derecho a la vida”. En Election (1999), una escaladora social adolescente, perfectamente interpretada por Reese Witherspoon, se lanza en una cruzada electoral sin ningún escrúpulo, para alcanzar el mayor puesto de la organización estudiantil de su high school. Jack Nicholson  interpreta a un viudo cínico, recién retirado, que trata de reconectar con su hija para buscar sentido en un mundo que, por absurdo y esquemático ya le resulta ancho y ajeno, en About Schmidt (2002). Los lugares comunes del New Age, son cuestionados en Sideways (2004), cuando un escritor frustrado (Paul Giamatti), que se gana la vida como profesor de inglés en San Diego, decide llevarse a un amigo a punto de casarse en un último canto de cisne a la soltería y a la rebelión personal, a través de los viñedos californianos. Con esta cadena de filmes Payne elabora una consistente critica de los valores convencionales que rigen a la pequeña burguesía, burlándose mordazmente de los criterios culturales establecidos y de la corrección politica, desarticulando su lenguaje utilizando sus propios medios convencionales de expresión y poniendo de cabeza sus significados.
Siete años le tomó regresar tras la cámara para realizar The Descendants (2011), que ya ha sido nominada a los Globos de Oro y ha quedado entre las mejores películas del año en varias listas de críticos, entre ellos uno de los mas influyentes del New York Times.
Matt King, un abogado de bienes raíces de Hawaii, interpretado por George Clooney, tiene un gran problema: su esposa se encuentra en coma tras sufrir un accidente en un vehiculo marino. Como era el ganapán de la familia, nunca estuvo a cargo de criar a sus hijas y ahora se encuentra enfrentado a la tristeza y confusión de Scottie, su hija de diez años y a la desafiante y desdeñosa actitud de su hija Alexandra, de 17 años. Matt desciende de una familia de colonos anglosajones y por otra parte de la realeza hawaiana. Ha heredado numerosas propiedades, entre ellas una paradisíaca zona costera, que debido a una ley contra la perpetuidad, tiene que vender en los próximos siete años, pero lo acorralan con urgencia, por un lado diversos contratistas y por el otro una gran cantidad de primos, muchos de los cuales están arrancados, y quieren su parte del dinero lo antes posible. Matt es el fideicomisario absoluto de cuya decisión todos dependen. En medio de esto, Matt se entera que su mujer lo estaba engañando con un agente inmobiliario y que planeaba dejarlo. Para colmo, la noticia se la da su hija Alexandra. A partir de ahi, se lanza en una pequisa, junto con Alexandra, para localizar al individuo y ahondar en las motivaciones secretas de su agonizante esposa.
El primer fallo de esta trama tan aparentemente alambicada, es que a mitad de la cinta, no sabemos si estamos ante una obra que explora el proceso de aflicción de un hombre enfrentado a una gran pérdida sentimental, forzado a rehacer su vida y su status dentro de su familia, a redefinirse como padre, o una que se adentra en la hipocresía moral de la pequeña burguesia, que se rige por intereses monetarios y los adorna con lazos sociales y familiares eminentemente falsos.
El segundo y mayor fallo, es que Matt quiere hacer el bien, actuar de acuerdo a lo que cree moralmente justo. Esta delineación del personaje hace que pierda fuerza el propósito de sátira social del filme, la vuelve dócil. Los personajes centrales de sus trabajos anteriores eran gente frustrada, llenas de defectos, escépticos y malhumorados, que podian ser muy crueles. De esta manera, Payne establecía un buen contrapunto al insertarlos en un medio lleno de falsos valores y estereotipos, a los cuales sus personajes desenmascaraban con sus actitudes, a veces a propósito y a veces a pesar de si mismos. No había redención dentro de ese medio. Aquí convierte a Matt en un hombre esencialmente bueno, aburrido de las hipocresías, mesurado y finalmente sentimentaloide. La comedia critica aquí no tiene dientes, y el drama sentimental se vuelve sacarinoso.
A pesar de la excelente actuación de Clooney, quien se presenta despojado de todo glamour, el personaje  de Matt no es creible. Sus narraciones en off no encajan con la conducta del personaje y sus contradicciones resultan insulsas. Alexandra, magistralmente interpretada por Shailene Woodley no pega para nada con su “amigo” Sid, un adolescente que a veces parece un oligofrénico. La relación entre Matt y Alexandra, completamente antagónica al principio, se resuelve con extrema rapidez y sin transiciones convincentes. La película tiene momentos visuales y diálogos excelentes, pero a la larga, resulta emocionalmente vacía. Como melodrama no me movió en lo más mínimo. Al complicar tanto la trama, todo parece traido por los pelos, sobre todo al resolverse.
Al principio de la película, Payne, a través de la voz en off de Matt y mostrándonos imágenes de miseria, nos trata de convencer que Hawaii no es el paraíso que pintan las guias turisticas y que está lleno de contradicciones, pero el resto de la película se concentra en mostrarnos un lugar edénico en el cual el drama que se expone parece completamente fuera de sitio. The Descendants
se ahoga en la insipidez que intenta criticar debido al facilismo y la mansedumbre con que la trata.

The Descendants (E.U.A. 2011). Dirección: Alexander Payne. Guión: Alexander Payne, Jim Rash y Nat Faxor. Basado en la novela de Kaui Hart Hemmings. Fotografía: Phedon Papamichael. Con: George Clooney, Shailene Woodley, Amara Miller, Robert Forster, Nick Krause, Matthew Lillar, Judy Greer y Beau Bridges. De estreno en todas las ciudades del pais.

Roberto Madrigal

Friday, December 9, 2011

Penúltimos años

A partir de 2005, ya a una distancia prudencial de los hechos, varios narradores alemanes de las mas nuevas generaciones se han dedicado a enfrentar el fenómeno de la caida del Muro de Berlín,  sin duda uno de los eventos mas importantes del siglo veinte.  La escritora turcoalemana Yadé Kara, en su novela Selam Berlin aborda el tema de los estertores de la antigua República Democrática Alemana desde el punto de vista de los alemanes del oeste. Con esta obra ganó el Deutscher Buchpreis, que es como el premio nacional de literatura en Alemania, en 2005. Ingo Schulze lo hizo desde el punto de vista de los germano-orientales con New Lives, Short Stories y Adam and Evelyn, enfocando el efecto político, social e individual que tuvieron los sucesos en las vidas de los habitantes de la difunta república. Anteriormente, Christa Wolf y Günther Grass, escritores de una generación muy anterior, ambos oponentes a la reunificación, aunque desde diferentes orientaciones, habían aportado su granito de arena anticuado y nostálgico en Wende y Too Far Afield respectivamente. En el año 2009 Eugene Ruge se ganó el premio Alfred Doblin con su novela En tiempos de luz menguante y ese mismo año Clemens Meyer abordó el tema en su novela When We Were Dreaming.
La editorial Anagrama acaba de publicar, en su colección de “Panorama de narrativas” la versión española de La torre, la monumental novela de Uwe Tellkamp que ganara el Deutscher Buchpreis en 2008 y el premio Uwe Johnson de ese mismo año.
El escritor ubica la trama en Dresde y la acción transcurre desde los últimos meses de Brezhnev hasta la llegada de Gorbachov. La ubicación temporal siempre se da a partir de los líderes de la también desaparecida Unión Soviética. Aunque la obra es un verdadero bildungsroman repleto de personajes, que se toma su tiempo para desarrollar su línea argumental,  Tellkamp trata de hacernos ver los hechos a partir de tres personajes principales: Richard Hoffman, un cirujano que trata de sobrevivir cobardemente sin tener que ser militante del partido y evitando hacer daños personales desde su posición en el hospital y con el cual se nos muestran los problemas diarios de un profesional bajo el régimen comunista, Meno Rohde, su cuñado, un zoólogo devenido en editor literario que ocupa un puesto relativamente importante en el mundo editorial de la RDA y a través del cual se nos muestran los vericuetos de la censura, y Christian Hoffman, hijo de Richard y sobrino de Meno, un joven con talento artístico, sobre todo para la música, que se debate entre su vocación por las artes y la presión familiar porque se encamine hacia la medicina.Todos miembros de la jerarquia de medio nivel, de legitimidad de poder técnico, que viven en una zona urbana de relativa afluencia, que perciben ciertas ventajas del sistema pero que tienen que balancearse en la cuerda floja.
Richard, aparte de los problemas con la nomenclatura política del hospital, tiene una doble vida. Su esposa ignora que tiene una amante y una hija con ésta. Las peripecias de su romance oculto sufren presiones existenciales y políticas. Meno, un hombre divorciado, comienza a desintegrarse cuando se enamora de una escritora a quien se le considera disidente por publicar una novela en “la otra Alemania”. Christian, en el bachillerato,  se enamora de una militante convencida y termina impedido de matricular medicina, enviado en castigo al ejército y finalmente hecho prisionero por su irresponsabilidad militar. Su delito inicial: “leer literatura subsersiva”, que en la RDA incluía el interés por Kafka. Christian es en realidad el personaje mas destacado y a la vez mas biográfico, ya que Tellkamp, quien nació en Dresde en 1968 y es médico de formación, fue enviado al servicio militar y encarcelado por rehusar “apaciguar” una demostración anti-gubernamental y no pudo estudiar medicina hasta después de la caida del muro.
A través de estos personajes y de sus relaciones sociales, el autor nos ofrece un fresco atroz de los últimos años del comunismo alemán. Narrada mayormente en tono realista, la novela también acude a la sátira absurda (cosa que le han criticado) y al mundo de los sueños. A veces funciona, en otros momentos se regodea demasiado en detalles técnicos de medicina, biología y tecnologia, lo cual hace la narración un poco balbuciente y desorientada, pero en general el estilo cumple su cometido y mantiene además el interés. Debo advertir que la traducción es pésima y dificulta la lectura. La traductora, Carmen Gauger, insiste en emplear palabras que, aunque correctas, como “parágrafo” en vez de párrafo y “anejo” en vez de anexo, nadie usa hace mucho tiempo. La redacción en español es a veces torpe y pierde el sentido de las oraciones.

La República Democrática Alemana era el país vitrina del bloque socialista. El resto de los países sometidos  tenían que aportar un porcentaje de su producto nacional bruto para financiar al espectáculo del “socialismo con abundancia”, sin embargo, en este libro el cuadro que se presenta de ese país es totalmente desolador, no sólo desde el punto de vista de la represión política, sino por las penurias económicas que tenian que pasar sus habitantes, que iban desde la mala alimentación (endémica en todo el antiguo bloque) hasta la falta de calefacción (regulada por el gobierno) durante periodos de intenso frio, pasando por la despiadada polución ambiental y la ignorancia en la que mantenían al pueblo respecto a los hechos del dia. Los alemanes del este además, llevaban otra gran carga. El espectro del nazismo se mantenía escondido. Era un tema tabú y su peso sobre la psique del ciudadano promedio le devoraba la conciencia y le provocaba odios irracionales.
La obra ha sido comparada repetidamente con Los Budenbrook. No creo que sea para tanto, pero con esta su tercera novela, Tellkamp, quien también ganó el premio Ingeborg Bachman en 2005 con su segunda novela, ha creado una obra importante, que revela aspectos desconocidos de una realidad siempre maquillada, con la mirada de quienes la padecieron.

La torre. Autor: Uwe Tellkamp. Editorial Anagrama, colección Panorama de narrativas. Barcelona 2011. 887 páginas.

Roberto Madrigal

Friday, December 2, 2011

El malestar en Cultura

No hay nada peor que meterse con la música popular. En primer lugar porque cuando una canción se hace popular es porque responde al gusto, si bien no necesariamente de la mayoría, de una gran parte del público. En segundo lugar porque las canciones populares toman casi siempre dos caminos. Por una parte duran un par de semanas en las cuales se les escucha hasta el hartazgo y después desaparecen sin dejar rastro, o por otra, se mantienen y al cabo del tiempo se convierten en “clásicos”. El gusto popular da vueltas mas rápido que una veleta y sufre de constantes mutaciones casi siempre impredecibles. Cambia no sólo de una generación a la siguiente, sino dentro de una misma generación. Esto es un proceso natural e inofensivo. Pero en un país en el cual el mas trivial gesto artístico se convierte en un símbolo de identidad nacional, en una razón de estado o en un hecho de significatividad social, en cuanto sale una canción como el Chupi Chupi, con una letra que desafía los límites de la pusilanimidad ética, enseguida saltan ministros y doctores a quejarse, a tratar de censurarla (un poco tarde, ya está en oidos de demasiada gente), de aplacar lo que ven como una afrenta al legado cultural de la Revolución y controlar el daño que suponen hace a la imagen del pueblo. ¿Síntoma o padecimiento? Se preguntan y se llevan las manos a la cabeza. Se dicen y se desdicen en un ridículo espectáculo atiborrado de jerigonza incomprensible.
“Vulgar y obsceno”. “Sus movimientos giratorios despiertan los peores impulsos hormonales de las adolescentes inmaduras”. Eso decían en 1956 las revistas Life y Look del nuevo fenómeno musical llamado Elvis Presley. Hasta Irving Berlin, un genio musical que en su momento fue víctima del desprecio de los defensores de la moral conservadora cuando en 1911 resucitó el Ragtime de Scott Joplin, solicitó que a Elvis se le eliminara de la radio y se le prohibiera cantar White Christmas. Los cubanos no tenemos el patrimonio de la insensatez, pero mientras que en una sociedad abierta y competitiva diversas fuerzas se oponen y se confabulan y el artista casi siempre encuentra una via de escape, en la sociedad cubana el Ministerio de Cultura es la única fuerza que se reserva el derecho de decidir lo que se permite. Es el organismo de vigilancia de la cultura y su territorio lo define con capricho y amplitud.
El ministro Abel Prieto, un hombre que cuando joven practicó ostentosamente el “diversionismo ideológico” y hasta sufrió sus consecuencias y que como ministro se ha destacado por ampliar los límites de la tolerancia y conceder algunos privilegios al gremio artístico, quizá por su débil situación política actual, defenestrado de sus cargos del Partido Comunista, un funcionario que tiene que mirar con cuidado por encima de los hombros, se muestra enérgico y conminativo, urgiendo a tomar medidas para corregir a la cultura nacional. Una tal doctora María Córdova se pregunta “¿A quién beneficia esta forma de hacer música?” y varios blogueros oficiales fruncen su ceño virtual preocupados por el futuro de la cultura socialista y ofrecen, solemnes y enjundiosos, sus recetas sobre cómo resolver el problema a corto y a largo plazo.
Para ser justos, me asombra también como algunos blogueros exilados se envuelven en fastuosos análisis sociológicos y concluyen que el Chupi Chupi muestra la vulgarización que ha sufrido la cultura cubana en los últimos cincuenta años. Puede que tengan razón, pero éste no es el mejor ejemplo. Tampoco los cubanos de la isla tienen el monopolio de la “vulgaridad”. Puedo citar como ejemplo una canción, Work It, muy popular hace algunos años, de Missy “Misdemeanor” Elliot que dice: “Déjame ver si la tienes grande/ para saber cuánto tengo que esforzarme...Llámame antes de venir/ me tengo que afeitar la chocha”, y la palabra chocha está dicha en español. Por otra parte, el “trágatelo tuti” del Chupi Chupi tiene un referente más reciente, que estoy seguro que Osmani García, su autor, conoce, que es la canción I Know You Want Me, del cubanoamericano Pitbull, que dice: “Si es verdad que tú ere guapa/yo te voy a pone a gozar/tú tiene la boca grande/dale ponte a jugar”.
Los ejemplos abundan en la música popular de cualquier país y sobran incluso otros anteriores de la propia Cuba que ya otros blogueros han destacado. El propio Osmani tiene una canción previa titulada El pudín, que en una de sus partes dice: “Voy a bajar al pozo/si no hay yerba en el jardín”. Las letras de las canciones populares en muchas ocasiones, audazmente atraviesan los límites de la moral convencional, se oponen a la represión de las normas establecidas y mal o bien, son unas de las fuerzas de cambio en la dinámica de la movilidad de los patrones morales, confirmando el viejo refrán hindú de que “los vicios de hoy son las virtudes de mañana”. No hay que estar de acuerdo o en desacuerdo con lo que dicen. Aquí uno cambia la estación o apaga el radio o la televisión. En Cuba, es cierto que hay menos opciones. Yo particularmente encuentro mucho más obscena y de mal gusto a La era está pariendo un corazón. Al menos el Chupi Chupi no se toma en serio.
Los represores no se saben aguantar cuando algo les molesta. Al ministro, a los catedráticos pontificantes y a los jenízaros culturales cubanos hay que recordarles que la cultura popular, principalmente la música, es lo que es, no se controla por decreto. Debieran hacer suyas las estrofas de una canción que en los noventa se convirtió en un lema, escrita por Manolín, el Médico de la Salsa, que usaron otros grupos también y que asegura: “Somos lo que hay/lo que se vende como pan caliente/lo que prefiere y pide la gente/lo que se agota en el mercado/lo que se escucha en todos lados/somos lo máximo”.
Si son incapaces de aprenderse esa lección, porque no pueden bajarse de su torre de Spaskaia o temen abrir las celdas de su Lubianka o Villa Marista personal, hay que decirles, como le dijo una vez Cantinflas a un señor muy culto, pero totalmente desconocedor de la cultura popular, y con quien sostenia una interminable discusión: “Pero oiga, mire nomás, ¡qué falta de ignorancia!”.

Roberto Madrigal

Saturday, November 26, 2011

Contradicciones del poeta

A finales de mayo de este año se llevaron a cabo en Cracovia las celebraciones por el centenario del natalicio del poeta Czeslaw Milosz (1911-2004). Iglesias, recintos universitarios, la biblioteca local y diversos establecimientos unieron sus esfuerzos para efectuar eventos recordatorios y de paso obtener beneficios mercantiles a costa de la figura del poeta. Bolígrafos, tarjetas postales, agendas, T-shirts y hasta servilletas conmemorativas se vendieron por las calles de la ciudad en lo que llegó a parecer la evocación de una difunta estrella del rock. Muy pocas veces un poeta es el centro de semejante atención.
Tanto en su vida como en su obra, Milosz fue controvertido y controversial. Nacido en Seretenai, una aldea rural de Lituania que en ese momento pertenecía al Imperio Ruso, fue criado en un catolicismo de corte polaco, vivió de joven la experiencia de la Promera Guerra Mundial y la posterior guerra entre Polonia y Lituania, países de errática conexión historica, que en 1921 le costó a Lituania la qinta parte de su territorio, incluyendo la provincia de Milosz, el poeta estudió leyes en la universidad Stefan Batory de Vilnius. Comenzó a escribir poesía en 1930 y sus dos primeros libros le ganaron una beca en París. Escribió en polaco y tras pasar la Segunda Guerra Mundial en las afueras de Varsovia, bajo el “Gobierno General” de la Alemania nazi y sin participar en el levantamiento de Varsovia, en 1945 se convirtió en agregado cultural de la República Popular de Polonia en París. En 1951 pidió y le fue concedido, asilo político en Francia, donde en 1953 le fue conferido el Prix Littéraire Européen. En 1960 emigró a los Estados Unidos y desde 1961 comenzó a enseñar lenguas y literaturas eslavas en la universidad de Berkeley, recibiendo varias distinciones académicas. Se hizo ciudadano americano en 1970 y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1980, siendo un desconocido en su Lituania natal y su Polonia adoptiva. Después de 1989 comenzó a viajar a Polonia y finalmente compró una casa en Cracovia en donde murió en 2004. Fue enterrado en la iglesia Na Skalce, lugar reservado para polacos “famosos y respetados” lo cual causó gran conmoción y un sinnúmero de protestas, ya que Milosz nunca renunció a sus raíces lituanas y se consideraba multiétnico.
Pero la poesía, de alguna manera, ha encontrado la forma de triunfar una vez más. El oficio de poeta se ha hecho por lo general entre muros de silencio. La poesía también se lee mejor con sigilo. Los poetas no son populares y a veces la fama les llega por caminos inesperados. Bob Dylan fue primero estrella de rock (aunque ese no era el género musical que cultivaba) antes de que sus letras se reconocieran como los extraordinarios poemas que son. Lezama Lima era un poeta oscuro e impenetrable, para lectura de muy pocos, cuando de repente devino novelista y pornógrafo inocente, lo cual abrió las puertas, con la ayuda del censor, a que su poesía alcanzara resonancias mas amplias, convirtiéndose en uno de los poetas cubanos más comentados y menos leídos. Los poetas, en estado puro, si tienen suerte, tienden a morir en París con aguacero. En Estados Unidos, el movimiento del slamming, popularizó una poesía rimada pedestre que degeneró en la médula del rap, pero los poetas se volvieron a quedar con poco público. Lecturas en parques, bibliotecas públicas y pequeños cafés son sus mejores escenarios, pero cuidado, que un poeta puede asesinar su obra con una mala lectura.
En cambio, el hombre que en El pensamiento cautivo escribió que los disidentes no son aquellos de pensamiento mas fuerte sino los de estómago más débil, y cuya obra en los últimos años se enfiló hacia divagaciones profundamente religiosas, ha encontrado una popularidad que nunca imaginó y que tampoco podrá conocer. Este año se han realizado, además de la celebración de Cracovia, agasajos y recordatorios en Varsovia, Vilnius, Moscú, San Petesburgo y Bucarest, lugares en los cuales estuvo prohibido por más de cuarenta años, asi como en Paris, Roma, Madrid y Londres, en los cuales su obra tuvo su primera difusión. A finales del pasado octubre se realizaron actos conmemorativos en el Claremont McKenna College, con la participación de sus traductores al inglés y de prestigiosos críticos y editores polacos y en el patio de su casa en las colinas de Berkeley varios poetas y amigos llevaron a cabo lecturas de poemas.
Hace muchos años que el capitalismo conoce que la mejor manera de absorber y desvirtuar al enemigo es conviertiéndolo en mercancia, de ahi la gran cantidad de T-shirts con la imagen de Mandela y del Ché. En el caso de Milosz no creo que ese sea el objetivo ni que por la comercialización de su imagen, esta resulte alterada. La poesía queda ahi, inamovible, abierta a la intimidad del lector. Si acaso, ganará quince o veinte lectores más tanto en los lugares en los que se le conocía como en los que estuvo prohibido por tanto tiempo. Eso será otro triunfo de la poesia y de la obra de este poeta.

Roberto Madrigal

Saturday, November 19, 2011

El género que visita

El genio cinematográfico de Pedro Almodóvar radica principalmente en visitar un género bien popular y trillado para, jugando con sus propios elementos, descodificarlo y reconstruir sus fundamentos para encontrar un significado que probablemente nunca tuvo, pero que con el cambio se expresa de manera novedosa.
Los críticos siempre buscan claves y comparaciones para interpretar sus filmes, sobre todo la nueva cosecha de criticos que siempre buscan un mensaje o un significado concluyente detrás de cada una de las secuencias de una película para poder considerarla importante. Es el síndrome moderno del significativismo. Por lo general, Almodóvar casi siempre ríe último.
Tras una década en la cual produjo películas en las cuales muy poco de su garra podía entreverse (me refiero a Los abrazos rotos, Volver y La mala educación), con las que su cine se convirtió en meloso, mensajerista, militante y autocomplaciente, con su obra mas reciente La piel que habito, el director español parece haber recuperado su forma y su identidad fílmica.
A primera vista parece tratar sobre un médico obsesionado con producir un revolucionario avance científico (una piel sintética de calidad superior a la piel natural), que conduce sus experimentos con frialdad cruel,  sometiendo a una prisionera a cualquier extremo de sufrimiento en pos del resultado final, con la ayuda de una fiel sirvienta, en una aislada mansión toledana, el año que viene. La trama se va transformando en un thriller aparentemente elemental con ambiguas referencias al Frankenstein de James Whale, que a veces amenaza con volverse en la historia de una obsesión amorosa para luego resultar que... Seguir narrando la intriga sería una traición y un flaco favor a quien no ha visto el filme. Esto es un bildungfilme, si es que ese concepto existe en forma aplicable al cine, que se disfruta mas mientras menos se sepa  y se mire sin prejuicios.
Almodóvar lo envuelve en un estilo que hace obvios guiños a Orson Welles en El ciudadano (con la construcción de la mansión en que trabaja el doctor Robert Ledgard, el personaje principal que interpreta impecablemente Antonio Banderas) y a Fritz Lang, sobre todo a House by the River, pero también a M y a Mabuse. Dentro de la trama establece claves, como la afición de la “prisionera” en recrear trabajos de Louise Bourgeois cuyos temas se centralizan en las relaciones entre padre e hija, en la sexualidad como vulnerabilidad y en el cuerpo como entidad en construcción pernenne, que sirven para iluminar, de forma oscura los acontecimientos que se suceden.
Este filme en el cual el victimario fue víctima y la víctima victimario, en donde nadie es ya lo que fue y las transformaciones y disfraces de los personajes transforman a su vez los elementos de la trama sin trampas, con todas las cartas sobre la mesa, no es una fábula del león yaciendo junto al cordero, aquí todos son leones y corderos a la vez, criaturas bicéfalas y bisexuales, identidades en perpetuo movimiento que escapan a las valoraciones éticas convencionales. No es un thriller, ni una obra sobre el “científico loco”, ni sobre el amor obsesivo, es todo eso y nada de eso a la vez. Finalmente, es un filme sobre identidad sexual, que es el tema que siempre ha preocupado mas a Almodóvar.
Sin esquivar la presencia de la tecnología y de la modernidad en la trama, el autor ha logrado crear una sensación de atemporalidad, de cine viejo mezclado con cine de vanguardia, que toca con humor, como una sonrisa macabra, diversos temas muy contemporáneos, dejándolos abiertos a la interpretación del espectador.
Retratada impecablemente por José Luis Alcaine, que da unas tonalidades que no hacen sino resaltar la magnífica composición de cada cuadro diseñado por Antxon Gómez, La piel que habito se basa en la novela Tarántula, de Thierry Jonquet (Francia 1954-2009). No he leido la novela y no puedo decir cuánto difiere el tratamiento de su material del que hacen Almodóvar y su equipo. Existe también una película de tema similar, de Georges Franju, titulada Eyes Without a Face (Francia 1960), que está basada en una novela de Jean Redon, que no he visto, aunque me han dicho que es muy inferior y mas convencional, pero que estoy seguro que el cinéfilo Almodóvar vio y obviamente mejoró a su estilo. Las actuaciones son todas excelentes, Banderas, Elena Anaya y Jan Cornet encajan perfectamente en sus personajes, sin desdeñar la relativamente breve pero eficiente actuación de Marisa Paredes. Este es Almodóvar de nuevo en plena posesión de todas sus habilidades, creando al recrear. Demostrando por qué se ha convertido en uno de los cineastas mas influyentes de nuestros tiempos.

La piel que habito (España 2011). Dirección: Pedro Almodóvar. Guión: Pedro y Agustín Almodóvar, basado en la novela Tarántula, de Thierry Jonquet. Fotografía: José Luis Alcaine. Con: Antonio Banderas, Elena Anaya, Jan Cornet, Marisa Paredes, Blanca Sánchez, Roberto Alamo y Eduard Fernández.

Roberto Madrigal

Saturday, November 12, 2011

Bailando con el enemigo

Hace algunos años que acostumbro a detenerme antes los estantes de la librería para echarle un vistazo al número mas reciente de Cigar Aficionado. Nunca he fumado, pero la ojeo y la hojeo porque me he dado cuenta de que parece funcionar, en parte, como una agencia de publicidad del gobierno cubano (supongo que independiente). Uno puede enterarse de qué celebridades andan fumando tabacos por la isla y haciendo de payasos (que no tontos) útiles. Ocasionales compañeros de humo del castrismo que luego de unas buenas fumadas, un baño de tercer mundo y algunas otras cosas mas que prefiero imaginar y no señalar, regresan a sus cómodos nidos consumistas. A veces sueltan alguno que otro dato de interés y si se lee entre líneas se pueden ver los intereses ocultos del gobierno en cuanto a la proyección internacional de su imagen.  Después de la repasada, la devuelvo a los estantes.
Fundada en 1992, la publicación siempre ha declarado abiertamente su oposición al embargo. Su argumento principal, por supuesto, es la dificultad que le presenta al entusiasta fumador estadounidense de comprar y consumir los habanos. No se puede esperar que una revista cuyo mayor objetivo es la publicidad y de paso el turismo, sea crítica de ningún tema que toca, mas allá de la calidad del producto al cual se dedica, pero en su número de diciembre de 2011, sus editores se han extremado y han dedicado el número casi completo, con amplio despliegue fotográfico, a La Habana (y un poco a Pinar del Río). Esta vez la compré por primera vez.
El editor ejecutivo Gordon Mott y el Senior Editor David Savona han compilado una bastante exhaustiva lista de hoteles, restaurantes, tabaquerías, tiendas y fincas tabaqueras, cafés y clubes nocturnos que conforman una interesante guía turística de La Habana.
Los mitos y los estereotipos son difíciles de eliminar. El editorial comienza con una arenga contra el bloqueo el cual, no faltaba mas, impide ver de cerca la belleza del pueblo cubano, víctima de la cruel política imperial. Lo que molesta no es lo que defiende, sino el tono militante en que lo hace. Después vienen los artículos, supuestamente fruto de dos visitas recientes de los editores, en los cuales se hace hincapié en los cambios que el raulismo está trayendo a la isla y sus repercusiones en la industria turística. Recalcan que es una oportunidad que no se puede desaprovechar e instan a sus lectores a visitar la isla cuanto antes.
Pero Mott y Savona no son tan tontos como pudieran parecer. Cuando uno empieza a leer con un poco mas de detenimiento se da cuenta de que no todo anda tan bien. Si bien destacan la Habana Vieja de Eusebio Leal y analizan varios hoteles, restaurantes y paladares con gran entusiasmo, alertan a sus lectores de que los hoteles de”la categoría cubana de cinco estrellas no se ajusta a la idea de un hotel de cinco estrellas que tienen los extranjeros”, para luego pasar la mano y expresar que “en los últimos años el gobierno cubano ha estado trantando de alcanzar un mayor nivel de excelencia”, pero es obvio que aun no lo tienen.  Luego insisten en que al viajar a La Habana “el viajero experimentado debe bajar sus expectativas”. Traducción: paga por servicios que no vas a recibir. En la sección de los restaurantes, tras alabar la nueva iniciativa del gobierno de permitir “una variedad de negocios privados, incluyendo a los restaurantes, que ahora pueden contratar y despedir empleados y expandirse” repiten que el viajero debe bajar sus expectativas, que la comida es simple hasta en los mejores restaurantes y que las listas de vinos son “pedestres y predecibles”. A juzgar por los anuncios, esta publicación se dirige a lectores de gusto sofisticado y de bolsillos amplios, el tipo de capitalista que Lenin describía como capaz, con tal de lucrar, de producir y vender la soga para su propio ahorcamiento. Pasarle gato por liebre es dificil y entre menciones a cuartos de hotel de hasta 450 dólares la noche y botellas de vino de hasta 1600 CUC, les hacen saber que la mayoría de las cosas no son asi. Mott y Savona quieren mantener satisfechos a sus suscriptores.
En la sección de clubes y cabarés, expresan que “cuando usted vea un lujoso BMW rodando por las calles de La Habana, con frecuencia pertenece a uno de los mejores músicos del país, un lujo del que no dispone el trabajador de a pie, pero que es un símbolo de cuán alto los valora el gobierno” (las negritas son mías, lo alevoso de la declaración ni requiere comentarios). De Tropicana insisten que aunque hay que pagar 100 CUC por entrada y comida por persona, es un “verdadero espectáculo de música y baile que  es como subir a la torre Eiffel o al último piso del Empire State, es algo que todo el que visita a La Habana debe hacer al menos una vez”.
Luego se adentran en su especialidad, los tabacos. Como ya dije, nunca he fumado, por lo cual no tengo nada que decir respecto a sus análisis de los distintos productos, pero lo que sí es obvio es que tratan de presentar a la industria tabacalera y sus “hacendados” como Hirochi Robaina, como una empresa independiente en la cual la mano del gobierno no se ve.
Desconozco las prebendas que le puedan haber ofrecido a Mott y a Savona por este panfleto publicitario, pero esta desmesurada danza de celebración del raulismo no pudo haber sido hecha gratuitamente.

Cigar Aficionado, diciembre de 2011. “The Insider’s Guide: Havana”. Artículos de Gordon Mott y David Savona. Fotografías de Angus McRitchie y José Goitía.

Roberto Madrigal

Saturday, November 5, 2011

Entre el autor y la obra

En su obra mas reciente (Encounter, Harper Collins 2010), publicada en Francia por Gallimard en 2009 bajo el título de Une Rencontre, Milan Kundera (Praga 1929), enfrenta sus demonios internos mas actuales y responde oblicuamente a las acusaciones de colaboracionista e informante que se le hicieron públicas en el año 2008. Lo hace, por supuesto, con la elegancia y la dignidad que le ofrece la literatura.
El libro recoge una colección de ensayos y textos breves  sobre autores que han sufrido la persecución tanto política como académica o institucional. Entre ellos se cuentan Céline, Dostoievski, Anatole France y Malaparte. También aborda el tema del exilio mediante autores como Vera Linhartova, Oscar Milosz y Josef Svorecky. Se ocupa también de las contradiciones entre el arte y la política en autores como Schoenberg y Brecht.
Con una prosa precisa, con brevedad pero sin levedad, Kundera se mueve fácilmente, de manera casi epigramática entre temas como las listas negras impuestas por modas, gobiernos y snobs; el exilio político como liberación individual del artista; la identidad del escritor exilado y la elección del lenguaje y el idioma en que mejor se puede expresar, tema que toca muy de cerca a Kundera, quien desde hace muchos años escribe en francés. Luego llega a meditar sobre la ceguera crítica que impone la ideologización de la literatura y cómo ésta termina afectando la visión que se tiene tanto de un autor como de su obra.
Comentar mas sobre este libro es dificil, leerlo es a la vez desafío y placer. Kundera sabe que el escritor puede que se deba explicar a si mismo, pero nunca debe explicar ni justificar su obra. Quien desee puede encontrar muchas respuestas a esa perenne interrogante, muy común entre los intelectuales cubanos, de la relación entre la ideología del autor y el valor de su obra. Esta es una temática que comprendo pero que no comparto. Sé que puede resultar fascinante analizar la psicología de un escritor o de un artista tanto a través de la relectura de su obra, como de su contextualización histórica o la revelación de ciertos datos personales. Todo eso está muy bien hasta que lo encontrado en el autor como persona o personaje, se trate de transferir inmediatamente a su obra.
Una novela, por ejemplo, una vez escrita, resulta independiente de su autor. La novela puede ser analizada, releida y transformada por críticos y lectores sin que nada de esto tenga que ver con las expresiones ideológicas o políticas de un autor antes o después de escribirla.
El Quijote es más importante que Cervantes, la obra de Borges perdurará mucho mas allá que cualquiera de sus opiniones políticas, la calidad de los textos de Carpentier y de Cabrera Infante no debe ser juzgada en base a sus respectivas posiciones políticas. Hay escritores buenos que son fascistas, comunistas o apolíticos. La obra sí que no puede responder a su circunstancia política. Una novela puede ser lastrada por la intromisión excesiva de la política, la politiquería no tiene lugar en una novela histórica. La novela siempre le pasa la cuenta a su autor si este la quiere utilizar como obra de tesis o como vehículo de una limitada visión política.
Yo no sé lo que constituye una buena novela (o cuento, o poema) hasta que la leo. Lo que sí estoy seguro que deseo evitar es la solemnidad, la rimbombancia, la falta de humor y la pretenciosidad. A la larga, autor y obra andan cada uno por su cuenta, entre ellos dos, me quedo con la obra, con las frases, con los personajes.

Roberto Madrigal

Saturday, October 29, 2011

Coronamiento de un desastre anunciado

La reciente derrota del equipo cubano de béisbol en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, no es mas que uno de tantos tiros de gracia recientes que rematan el hace tiempo moribundo mito del invencible béisbol revolucionario.
Con la cancelación de la liga profesional de invierno (el último campeonato se jugó en 1960-61) y la creación del INDER en febrero de 1961, Castro heredaba un movimiento beisbolero cubano que se encontraba en su apogeo. No vale la pena hablar de las glorias pasadas, todo el mundo las conoce, pero en ese momento tenían menos de 25 años y ya comenzaban a despuntar en las grandes ligas y las sucursales americanas jugadores como Miguel Cuéllar, Tony Oliva, Zoilo Versalles, Luis Tiant, Dagoberto Campaneris y Tani Pérez, este último finalmente elegido al Salón de la Fama de Cooperstown, y al menos tres de los otros fueron merecedores del mismo honor que por diversas razones se les negó. El béisbol amateur cubano era excepcionalmentre sólido. Sus ligas contaban con excelentes equipos como los del Círculo de Artesanos, Artemisa, Hershey y Telefónicos, de cuyas filas saldrian muchas de las primeras estrellas destacadas en la pelota organizada por el INDER. El equipo amateur cubano se había coronado campeón mundial en los dos últimos campeonatos organizados por la FIBA (Federación Internacional de Béisbol Aficionado), en 1952 y 1953 (no se jugó ningún otro hasta 1963). El béisbol cubano era la base de lanzamiento tanto de figuras locales como de muchos jugadores venezolanos, puertorriqueños y dominicanos. Vivia un proceso de intercambio enriquecedor del que se beneficiaban profesionales y amateurs a la vez.
En esa nacionalización ya estaba inoculado el germen del desastre. Castro aisló al béisbol cubano de todo lo que lo había enriquecido. Decidió utilizarlo como un arma fundamental de propaganda para pregonar la infalibilidad de su sistema y de lo que éste producia. Al principio se benefició no sólo de la rica herencia, sino de la colaboración de muchas figuras importantes de la pelota anterior, como Fermín Guerra, Gilberto Torres, Natilla Jiménez y Ramón Carneado, quienes prestaron sus conocimientos para continuar desarrollando prospectos. El virus no podía notarse en los primeros años, ya que los peloteros en Cuba se dan mas silvestres que la yerba mala.
Pero comenzaba la falta de competencia. A nivel nacional, no habia otra liga que la estipulada y a nivel internacional solamente competían con un nivel muy inferior, los desechos del amateurismo en el Caribe y los colegiales americanos. O sea, los peloteros semi-profesionales cubanos (en realidad eran profesionales mal pagados, ya que lo único que hacian era jugar pelota), se enfrentaban a los caribeños que aun no estaban listos para las ligas menores americanas y a los colegiales americanos que empezaban a desarrollar sus cualidades en medio de un sistema con muchas ligas superiores.
Salir del país para abastecerse de bienes materiales no existentes el pais era la mayor motivación de los peloteros cubanos. Pertenecer al equipo Cuba era lo mas importante. Una vez ahi, eran difíciles de remover. Ya en los setenta eso empezó a mermar la calidad de las competencias nacionales, pues muchos de los jugadores del equipo nacional ponían poco esfuerzo en los juegos de las ligas internas, tratando de evitar lesiones que les impidieran viajar. Empezaron a surgir managers como Servio Borges y Humberto Arrieta, que no tenían conocimiento de otra pelota y sus estrategias eran pedestres. La técnica y la enseñanza del deporte nacional empezó a decaer. A eso se añade que una parte esencial del proceso de selección al equipo cubano era de orden político. Muchos jugadores excelentes como Julio Rojo o Julián Villar, no podían viajar, y otros, como el caso de Félix Isasi, lo hacían porque se utilizaban a sus familiares como rehenes para evitar que desertaran.
Con las estructuras deportivas existentes en aquel momento, los cubanos barrían en cuanto evento internacional participaban. El mito de la invecibilidad de la “superior” pelota cubana se reforzaba y ayudaba a reforzar la propaganda sobre la invencibilidad de la revolución tanto dentro como fuera del país. Nunca se sabrá si los peloteros cubanos entonces hubieran tenido éxito en las grandes ligas. Mucha especulacion se hizo, pero los mismos peloteros estaban inseguros y ninguno se atrevía a desertar. El primero en hacerlo fue Bárbaro Garbey, que salió por el exodo del Mariel cuando despuntaba como estrella en el béisbol cubano. Llegó a formar parte del equipo de los tigres de Detroit que ganara la serie mundial de 1984, pero su carrera fue fugaz  debido a razones que nada tienen que ver con el deporte.
Las fisuras comenzaron a notarse cuando en 1991 René Arocha decidió abandonar la nave cubana para probar suerte en los Estados Unidos. Atrás empezaron a venir otros. La crisis económica de principios de los noventa y la subsecuente dolarización de la economía cubana mostraron, por una parte el nivel mas bajo de degradación social y política del sistema y por otra nuevas formas de conseguir bienes de consumo que no requerían del esfuerzo de una disciplinada vida atlética. La motivación de los peloteros cubanos también comenzó a decaer. Ya ni siquiera ser del equipo Cuba era tan tentador.
Otro golpe decisivo fue cuando la FIBA y los organismos olímpicos permitieron la participación de profesionales en sus eventos. Cuba primero caía derrotada ante un grupo de peloteros de la liga Triple A americana y ya desde el año 2006, en que empezó a disputarse la Copa Mundial, han perdido evento tras evento de manos de holandeses, americanos, coreanos y japoneses. Hace mas de un lustro que Cuba no domina nada en béisbol. Las filas de los equipos nacionales han comenzado a vaciarse con el éxodo ya casi masivo de muchos de sus mejores jugadores, que ya no solamente tienen que saltar la cerca cuando salen de gira, sino que sus salidas se arreglan por diferentes medios para que huyan como “balseros”.
Parte de la propaganda del gobierno era que la liga cubana estaba al nivel de las grandes ligas. Por supuesto, ya eso nunca se podrá corroborar, pero se pueden ver muchas evidencias de la falacia del mito. Después que República Dominicana, Venezuela y Puerto Rico ocuparon el lugar de Cuba en cuanto a abastecer de estrellas a la pelota de liga grande, de las decenas de peloteros cubanos que se han quedados en los últimos 15 años bien poco hay que destacar y sólo se observa una cadena de mediocridades. Cierto que El Duque Hernández y José A. Contreras llegaron en sus treintas a los Estados Unidos y por lo tanto no estaban en plenitud de condiciones, pero sus records de noventa victorias y sesenta y cinco derrotas (El Duque) y de setenta y siete victorias y sesenta y siete derrotas (Contreras), no dan mucho que hablar. Es cierto que en el caso de El Duque hay muchos intangibles que lo elevan a ser un lanzador destacado y apreciado por los equipos. Liván Hernández ha tenido una larga carrera y ha resultado un caballo de batalla, pero también su récord de victorias (173) y derrotas (175) es bien mediocre. Todos los recién llegados han tenido que pagar su cuota de estancia en las ligas menores, en donde aprenden muchas técnicas que desconocían allá. Solamente Alexei Ramírez ha resultado la excepción. Vino directo del equipo Cuba a los medias blancas de Chicago y hasta ahora su ejecutoria ha sido impecable, tanto a la defensiva como a la ofensiva. Todavía está por ver lo que harán prospectos como Aroldis Chapman y Dayán Viciedo. Otras supuestas estrellas del béisbol cubano, como Yuneski Maya, simplemente no han dado la talla en las mayores. Ya eso lo comentan hasta en “La esquina caliente”.
Nunca fui fanático de los equipos cubanos. Para mi no representaban a Cuba, sino al gobierno de Castro y siempre les deseo lo peor (no a los jugadores como individuos). Pero esta herramienta de propaganda ya se ha desmembrado. El aislamiento, la falta de competencia, las intrigas a la hora de seleccionar atletas, la creciente falta de motivación y por supuesto el deterioro de los estadios cubanos han sido algunos de los factores que han llevado, desde 1961, al lento pero seguro proceso de decadencia y caída de la pelota cubana. Lo que vemos ahora es el estrépito. Por supuesto que el talento no se ha ido de Cuba ni ha sido asesinado, eso es ridiculo pensarlo, pero va a tomar tiempo recuperar el nivel anterior. Además, noto en las nuevas generaciones un amor por el fútbol que antes no existía, y puede que otro de los funestos resultados de la megalomanía castrista sea que el béisbol quede destronado como el pasatiempo nacional.

Roberto Madrigal

Saturday, October 22, 2011

Pan duro y negro: una especulación

Acabo de ver la película catalana Pa Negre (Pan Negro) en la inauguración de una serie de Cine Español Reciente en Miami. Pa Negre es la propuesta de España (propuesta, no nominación), entre sendas otras de unos 70 países, para ser consideradas a las cinco nominaciones del Oscar para cintas en idioma extranjero, que se anunciarán el 24 de enero. La película de Agustí Villaronga, que ocurre en 1944 entre los vencidos de la Guerra Civil, puede verse de dos maneras. O es una película descargosa y antigua ideológicamente, en detrimento de lo que pudo ser su verdadero tema (el cual explico después de este paréntesis). O sigue siendo una película descargosa, pero ya no una película ideológica, sino q su intención es dinamitar el discurso ideológico de cualquier sabor y demostrar que detrás de las palabras hermosas solo se oculta el mercenarismo, el asesinato, la pedofilia, la crueldad, el abuso (de parte de malos y de buenos) y el resto no es más que una cortina de humo hipócrita (lo que la acercaría a la definición de "ideología" que daba el joven Marx, el "humanista", más cerca de una visión falsa y desfigurada del mundo). Aunque reconozco que la segunda interpretación se me ocurrió ya en casa y que mi primera reacción visceral fue la primera, la de pensar: Qué película tan declarativa, tan obvia, cuando en lo que debió haber concentrado su ojo bien crudo (que lo tiene) era precisamente en la realidad desideologizada de esos personajes. Pero a lo mejor eso hizo y el precio a pagar es el exceso de palabrería ideológica para descaracterizar la ideología. De todos modos, me pareció una película demasiado conciente de ser una obra de tesis, aun por vía indirecta, digamos, lírica, metafórica, y ese exceso de hacerlo todo tan patente no acaba de gustarme. A lo cual contribuyó la saturación verbal de que, antes de la película, hablaron ocho personas, desde el alcalde Tomás Regalado hasta el director del Festival de Cine de Miami, y uno de ellos, el jefe de una sociedad que vela por los derechos de autor en España y uno de los artífices de la muestra, se pasó pa' la mil diez y su discursó casi emuló el Quijote; tanto que cuando dijo la palabra "finalmente", se vino abajo el teatro en aplausos. Sea lo que fuere, no me impresiona tanto Pa Negre, pero ahí les dejo esta especulación.
 
-- Orlando Alomá

Wednesday, October 19, 2011

Al fin en paz

Ha muerto el poeta David Lago González (Camagüey 1950-Madrid 2011). Su obra quedó limitada a la auto publicación y en consecuencia a una distribución muy limitada. Fue un escritor firme a sus principios y a sus dolores. Perteneció a la Generación del silencio, por lo que sufrió en carne propia la etapa mas dura de la represión en Cuba, que de cierta manera se extendió incluso al exilio. Supo mantener su rabia adolescente hasta el final. Ojalá que la muerte, al menos, ayude a difundir su obra, lo cual se merece tanto como el descanso final.

Roberto Madrigal

Saturday, October 15, 2011

Dos filmes entre el arte y la política

Exceptuando el desastre de Leatherheads (2008), las otras dos aventuras de George Clooney como director mostraban un estilo contemplativo, en el cual a los personajes se les daba tiempo a desarrollar sus cualidades, con un ritmo pausado que convidaba a la introspección y que si bien se mantenía dentro de los cauces del cine convencional, no respondía completamente a los cánones del cine comercial. Era una apuesta interesante que quedaba a medio camino entre arte y espectáculo, que finalmente resultaba frustrante por su timidez estética. Este fue el caso de Confessions of a Dangerous Mind (2002) y de Good Night and Good Luck (2005).
 A pesar de sus obvias referencias y quizá pretensiones de tragedia shakesperiana, con su palmario título, The Ides of March (2011) no pasa de ser una vulgarización modernizada de Julio César, en la cual el único conspirador parece ser mas un torpe espontáneo que se lanza al ruedo por pura emoción, un Bruto sin su entorno, que de fiel creyente pasa a ser, por virtud de una aventura erótica malograda y un acto de estupidez inexplicable, el hombre que se aprovecha de un secreto para chantajear y permanecer a la sombra del poder.
Esta supuesto cuento moralista sobre la política actual, no rebasa ser un modesto y predecible thriller, en el cual un gobernador demócrata de Pennsylvania, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos, moldeado en la persona de la etapa mesiánica de Obama, se ve envuelto en una turbulenta campaña por ganar las primarias del estado de Ohio, cruciales para su candidatura, en la cual predomina la intriga, la traición, la manipulación y el soborno. Nada nuevo, fatalismo pueril. Al final, todo el mundo involucrado en el escenario político, es esencialmente “malo” o corrupto, la política continúa por los medios de siempre. Esta supuesta mirada detrás de la máscara y de la mascarada no trasciende su tema y se queda como una tramita maniquea y moralizante.
Con excelentes actuaciones de Jeffrey Wright,  Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti, asi como aptas interpretaciones de Ryan Gosling, Evan Rachel Wood y del propio Clooney, y con un tema cuyas resonancias pueden verse en las ideas del Tea Party y de los ocupantes de Wall Street por igual, Clooney (que es también co-guionista), carga la trama de detalles y minucias de la campaña política, que sólo confunden, distraen y muestran mucho menos de lo que se puede ver poniendo un noticiero o viendo un pobre documental de la televisión pública. A Clooney se le cayeron los dientes al morder el asunto.
La película ha sido ampliamente mostrada en todos los festivales importantes desde Cannes hasta Toronto. En su reciente estreno en las pantallas de los Estados Unidos, ha sido recibida con tibieza tanto por el público como por la critica, que es exactamente lo que se merece.
Presentada con menos pompa y en exhibición limitada, Circumstance resulta una pelicula muy interesante, que toca un tema (una relación lésbica en el Irán de hoy) que se presta al panfleto y al pancartismo, pero que se decide por el arte, evita las trampas de lo que tentadoramente pudo ser un filme de tesis y termina abarcando mucho mas de lo que se propone.
Con su primer largometraje, la directora iraní-americana Maryam Keshavarz ha logrado un filme perceptivo que se adentra en los enredos de la vida diaria iraní de forma creíble.
Es, a primera vista, la historia de la relación amorosa entre dos adolescentes, Atafeh, quien es una privilegiada hija de profesionales adinerados y occidentalizados, que mantienen cierta influencia en la esfera política y social, y Shireen, estigmatizada por ser hija de unos intelectuales disidentes que tras inicialmente haber apoyado la revolución que eliminó al Shah, fueron asesinados por los ayatolas debido a su ulterior oposición al autoritarismo islámico. Con fervor juvenil, con audacia irresponsable, estas compañeras de bachillerato desafían las convenciones del sistema y hacen planes para consumar su relación. Se mezclan con exilados que regresan al país para conectarse con la contracultura iraní, con los descontentos y con los artistas reprimidos. Viven en su Edén privado hasta que las penetra la serpiente en la figura del hermano de Atafeh, un ex-músico y ex-drogadicto quien debido a su pasado es chantajeado por algunos clérigos para que realice labores de inteligencia barata. Finalmente su máscara se convierte en su rostro y el personaje asume su papel con pasión vital y devastadora.
A pesar de ser un filme de primerizos, ya que ninguna de las protagonistas tiene experiencia como actriz, y casi todo el elenco hace su debut cinematográfico, las actuaciones son todas eficientes. A pesar de la gravedad del tema, Keshavarz se las arregla para esquivar la politización burda y mantener la intención artística por encima de la arenga propagandistica. Sin didactismos, nos transporta a través de un mosaico elocuente de la problemática de la juventud en Irán y de la represión religiosa, mientras que de paso y sin mucha bulla,  desenmascara también la futilidad de las ONG humanitarias.
Por supuesto, la película fue filmada mayormente en el Libano y en estudios, ya que solamente con la carne expuesta y las escenas de amor lésbico, este filme no se hubiera podido producir en Irán.
En Circumstance la política queda atrapada y devorada por la madeja del arte, mientras que en The Ides of March el arte se pierde entre el detalle político insubstancial.

The Ides of March (EE.UU 2011). Director: George Clooney. Guión: George Clooney, Grant Heslov y Beau Willmon, basado en la pieza teatral Farragut North de Beau Willmon. Con: George Clooney, Ryan Gosling, Evan Rachel Wood, Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti y Jeffrey Wright. Se estrena ampliamente en todos los circuitos comerciales de los Estados Unidos.

Circumstance (Francia-EE.UU 2011). Guión y dirección: Maryam Kesharvaz. Con: Nikohl Boosheri, Sarah Kazemy, Reza Sixo Safai y Monica Bellucci. De estreno limitado en los Estados Unidos.

Roberto Madrigal

Friday, October 14, 2011

Tiempo de silencio

No sé si en algún momento habrá pruebas fehacientes sobre las causas de la muerte de Laura Pollán. Conociendo cómo trabaja el gobierno cubano y cómo funcionan sus gendarmes en el Ministerio de Salud Pública y en las organizaciones de represión interna, nada me extraña.
Esta muerte abrupta resulta demasiado oportuna al raulismo. Las Damas de Blanco han perdido su rostro visible y con ello tendrán que luchar para recuperar su impacto político en los medios de difusión internacionales. De estar todo esto relacionado, parece obvio que la gerontocracia ha mostrado sus cartas a quien las quiera ver. Están dispuestos a tomar cualquier medida para prolongar su presencia en el poder.

Roberto Madrigal

Saturday, October 8, 2011

Tras la sombra de Bobby Fischer

Porque eso fue lo que quedó de él. Del niño prodigio que a los doce años ganó el campeonato de ajedrez de los Estados Unidos, a los quince se convirtió en candidato al campeonato mundial y a los veintinueve se coronó campeón mundial; del innovador de quien Kaspárov dijo que “fue el asesino del tablero...el genio solitario que desafió a la formidable Escuela Soviética de Ajedrez...y ganó...quien modernizó todos los aspectos del antiguo juego...” no quedó mas que la sombra delirante de un loco que rabioso despotricaba contra los judíos y el gobierno americano...y contra cualquiera que tuviese una opinión distinta a la suya. La vida de Bobby Fischer se lee como una de las historias mas tristes de los últimos sesenta años.
Lo vi en La Habana, durante las olimpíadas de ajedrez, en 1966, cuando abierta o secretamente todos seguíamos cada uno de sus movimientos ante el tablero, deseando que hiciera trizas al equipo soviético y se alzara con el oro. Por las noches, varias veces lo vi salir de El Escondite de Hernando, donde se emborrachaba solitario, a tres o cuatro mesas del otro campeón, Mijail Tal, quien desde su puesto lo invitaba en vano a compartir las jineteras que lo rodeaban. Serpenteaba Rampa arriba, con el desequilibrio típico del intoxicado, de regreso a su habitación en el Habana Libre. Sus bamboleantes pasos eran seguidos a cierta distancia por dos atentos compañeros de la seguridad del estado, quienes aseguraban que nadie se le acercara. Nunca eran los mismos. No sé si Fischer se daba cuenta, pero es probable que tampoco le importaba. Este espectáculo se repetía casi todas las noches y al día siguiente trituraba a su rival de turno.
La figura de Fischer y todo lo que representó tuvo una enorme influencia en casi todos mis amigos y enemigos, principalmente en quienes con mas o menos destreza jugamos o fuimos aficionados al ajedrez.
Sin ninguna preparación, con muy pocas excusas y quizá como parte de un proyecto personal, en el año 2006 decidí ir a Islandia a intentar encontrar al recluso Fischer y de ser posible, entrevistarlo. Desde que llegué, sabiendo que sólo tenía seis dias a mis disposición, me puse a la tarea de establecer contactos. Llamé al club de ajedrez de Reikiavik, que entonces no tenía local fijo, pero tras demorarse dos días en contestar, me dijeron que no sabían nada de él y que Fischer jamás había asistido a sus reuniones y torneos.
Deambulando por Laugavegur, la arteria principal de la capital, tropecé con un café llamado Babalú. Como el nombre despertó mi curiosidad, entré a ver si de paso obtenía alguna información. El dependiente era un pintor francés que se encontraba disfrutando de una beca del gobierno islandés y con mucha cordialidad me dijo que él tenía idea de dónde vivía Fischer y que lo iba a confirmar con un amigo. También me dijo que los dueños del Babalú eran un finés y su esposa cubana, pero que no vivían en Islandia.
Esa noche entré en el Tapas Bar dispuesto a consumir unos aperitivos pero el español dueño del lugar, se negó a servirme aduciendo de que todo estaba reservado (a pesar de no haber un alma en el lugar por lo relativamente temprano de la hora). Insistí en al menos sentarme en una banqueta del bar, pero de nuevo, a través de su maitre d’ y a pesar de estar parado frente a mi, dijo que no  podía ser porque mucha gente estaba al llegar. Empecé a pensar que a lo mejor tenía algo que ver con mi interés por Fischer. A todos a quienes preguntaba, lo primero que me respondían era que “ha hecho declaraciones muy antisemitas”. Di unas cuantas vueltas y unas horas mas tarde me dirigí al Kaffibarinn, el bar mas popular de Reikiavik, propiedad del director de cine Balthazar Kormakur y donde cada noche se reune el tout Reikiavik. Entre actores conocidos y desconocidos, artistas plásticos, disc jockeys y cantantes, me encontré, por supuesto, al pintor francés, quien para mi sorpresa me había conseguido las direcciones para llegar al apartamento de Fischer. Un poco mas tarde, en medio del gentío, conocí a un ex agente de la Mossad que trabajaba como experto en seguridad para los bancos islandeses (asi se me presentó y asi decía su tarjeta). Entre tragos y descargas me dijo que mas o menos sabía donde vivia Fischer y me dio unas direcciones casi  idénticas a las que me había dado el pintor francés.

Al día siguiente, titubeante, fui hacia la zona. Pasé por la libreria de viejos que me habían dicho frecuentaba y hablé con el dueño, quien muy amable me dijo que hacía como tres semanas que no lo veía. Llegué frente al edificio que estoy casi seguro era donde vivía Fischer acompañado de su mujer japonesa, pero para entrar se requería un código, los buzones de los apartamentos no tenían nombres y yo no sabía cuál era el suyo. Di unas vueltas alrededor del edificio, que está situado en una colina a unas cuadras al oeste del centro mismo de la ciudad y que tiene una vista impresionante del Monte Esja, que se encuentra al otro lado del fiordo. Nadie entró, nadie salió y al cabo de un rato decidí irme.
Continué intentando establecer otros contactos, pero nada resultaba. Ya en mi último día en Islandia, frustrado, porque había pensado que en un país tan pequeño (el día de mi llegada había nacido el habitante número trescientos mil) localizar a Fischer debía ser fácil, fui al restaurant Sjavarkjallarin, que en su menú tenía “Reno estilo cubano”, pero como no tenía reservación no pude entrar. Me dirigí entonces al Museo Saga, en donde se encuentran las tablas y manuscritos de las sagas islandesas, tan citadas por Borges. A la salida, decidí probar suerte con la ancianita que trabajaba en la recepción del museo, quien con mucha cortesía me dijo que ella había oido que él iba mucho al Grand Rokk, un bar a un par de cuadras del museo. Escéptico me dirigí hacia allá. Cuando entré, el bar me pareció un antro en el cual ya, mucho antes de las tres de la tarde, estaba la barra repleta de rastreros gigantescos con aspecto de vikingos, vestidos con chaquetas y pantalones de cuero, luciendo tatuajes y enarbolando cervezas, amenazadoramente ebrios. Me dirigí al cantinero y le pregunté si sabía algo de Fischer. Era un tipo muy jovial que me dijo que en efecto, éste iba por alli, pero que hacía como dos semanas que no lo veía, que hacía poco habian venido unos ajedrecistas holandeses y no lo habían podido ver. Pedí una cerveza, sin creerle mucho, pero cuando me viré, me di cuenta que al otro lado del salón había varias mesas con tableros de ajedrez. Me acerqué con curiosidad y vi las paredes llenas de pizarrones anunciando eventos culturales, masajistas a domicilio, torneos de ajedrez, funciones de cine alternativo, eventos universitarios y lecturas de poemas. Un hombre ajado y obviamente borracho, me convidó a jugar una partida, pero le dije que no. En ese mismo instante me di cuenta que había perdido mi tiempo buscando en todos los sitios equivocados, que este era el lugar ideal en el cual la sombra de Fischer buscaría refugio, rodeado de contradicciones humanas, lejos del ambiente en el cual se le conocía como un genio, junto a quienes lo tratarían sin darle mucha importancia, quizá como el ser humano que quiso pero que nunca pudo ser. Pensé que ese hubiera sido también el marco ideal para un match entre Fischer y otro “genio malogrado”, el amigo Benjamín Ferrera, muerto en su exilio mejicano años atrás, otro caso de antagonista sin brújula, poeta y jugador de ajedrez, alcohólico sin par.
Me fui de Reikiavik sin ver a Fischer, pero con un mejor entendimiento de lo que fueron sus últimos días. Bobby Fischer murió dieciocho meses despues de mi visita, antes de cumplir los 65 años y sin jugar públicamente ninguna otra partida de ajedrez.

Roberto Madrigal

Saturday, October 1, 2011

Escritura e identidad

En su novela Erasure (University Press of New England, 2001), el narrador Percival Everett (USA 1956) aborda con audacia y originalidad una serie de temas que si bien no son exactamente tabúes en la actualidad, son al menos resbalosos. Son pequeños campos minados que muy pocos se atreven a cruzar.
El personaje central, Thelonious Ellison, apodado Monk, trae ya consigo las obvias referencias a Thelonious Monk y a Ralph Ellison. Novelista y profesor universitario, es un afroamericano contra todo estereotipo. Se describe a si mismo como graduado de Harvard, amante de Mahler, Aretha Franklin, Charlie Parker y Ry Cooder, y aunque de constitución atlética, no juega bien al baloncesto. A pesar de haber sido militante de los Panteras Negras durante su juventud, es hijo, nieto y hermano de médicos acomodados. Ha sido detenido en Georgia, en Arizona y en New Hampshire por el color de su piel y los criticos dicen de una de sus novelas, titulada Los persas, que tiene muy poco que ver con la “experiencia afroamericana”.
Sus narraciones no venden bien y su agente le insiste que escriba un libro al estilo de We’s Lives in Da Ghetto, una novela escrita por una tal Juanita Mae Jenkins, que no solamente se ha convertido en un best-seller gracias a la promoción que le hiciera una popular anfitriona del programa mas visto en la televisión americana, sino que ha sido recibida por la supuesta crítica seria como “la obra maestra de la literatura afroamericana”. De mas está decir que a Monk tanto la novela como la autora se le antojan farsa y farsante.
De visita en su natal Washington debido a una crisis familiar, Monk opta por dejar su cargo de profesor en una universidad californiana en la cual enseña a “inmaduros intelectos sobre formalismo ruso” y al verse en una difícil encrucijada financiera decide escribir, con un seudónimo, una parodia de la novela de Jenkins. Los editores se enamoran de ella y los críticos que son consultados al principio, la toman en serio y la consideran “la gran novela negra” del siglo veintiuno. Le ofrecen jugosos contratos editoriales y le compran los derechos para llevarla a Hollywood. Monk torpedea la publicación insistiendo en que el título tiene que ser Fuck, pero finalmente, para su asombro, se lo aceptan. Lo fuerzan a presentarse en el circuito de presentaciones promocionales para lo cual se disfraza y convierte a su seudónimo en otro personaje, poniendo innumerables requerimientos para presentarse y salvar su anonimato.
Muchas otra cosas pasan en esta excelente novela, que además incluye fragmentos de Fuck y de un ensayo literario de Monk. Ocurren dramas paralelos, situaciones tragicómicas y discusiones sobre arte y literatura. Pudiera parecer que hay demasiado incluido en este libro de solo 294 páginas, pero Everett muestra un dominio absoluto del lenguaje y cruza su enmarañada trama con ironía, imaginación y una inesperada amenidad, sin hacer concesiones al lector. Sus personajes tienen vida propia y están definidos con la necesaria densidad psicológica. A ratos sorprende como Everett es capaz de lograr esto en pocos renglones.
Con este texto el autor enfrenta la paradoja de la identidad en la escritura cuando se proviene de un grupo minoritario que, aunque en este caso es el de la raza negra, se puede perfectamente extrapolar al escritor exilado. La lucha contradictoria entre las necesidades del autor, del editor y del público. Las presiones financieras y el compromiso con el arte. La afirmación de la singularidad en un medio que exige la sumisión a los patrones del grupo. Son asuntos que se agudizan en medio de la globalización y el desmesurado mercantilismo, pero que tienen su parelelo en las sociedades totalitarias.
Se dice que esta es la novela mas autobiográfica de Percival Everett, quien en sus otros libros toca temas que se desarrollan en el oeste americano (Watershed y God’s Country), o la mitología griega (Frenzy). No obstante haber recibido premios del PEN Center y de la American Academy of Arts and Letters, asi como el Premio Dos Passos del año 2010. El autor es poco conocido en los Estados Unidos. Sus cuentos, novelas y noveletas han sido mejor recibidos en Gran Bretaña.
Nunca antes había oido hablar de este escritor, hasta que recientemente esta novela fue reseñada en Babelia, el suplemento cultural de El País, con motivo de su reciente publicación en España, editada por Blackie Books de Barcelona, bajo el título de X. No me costó mucho trabajo encontrar Erasure en los estantes de un Half-Price Books y sus libros pueden conseguirse en la internet a través de los sitios de Amazon y Barnes and Noble. Lo que si es casi imposible es encontarlo en los estantes de las grandes librerias.

Roberto Madrigal

Friday, September 23, 2011

La viuda, el ajedrecista y el dictador

Gracias a Nicolás Lara, a Jesús Suárez y a Béla Tarr

Todo el mundo sabe cómo murió José Raúl Capablanca. Observaba una partida de ajedrez en el Manhattan Chess Club de Nueva York, el 7 de marzo de 1942, cuando sufrió un derrame cerebral. Lo llevaron de urgencia al Mount Sinai Hospital y sin jamás recobrar el conocimiento, murió al día siguiente. De su viuda, casi no se habló mas.
Olga Chubarova nació el 23 de septiembre de 1898, en la Transcaucasia y se crió en Tbilisi, la capital de Georgia. Decía ser de la aristocracia rusa, pero sus orígenes son nebulosos en el mejor de los casos. Algunas referencias mencionan que era descendiente de una línea de militares rusos de alta jerarquia que formaron parte del ejército zarista desde los tiempos de Iván el Terrible. Los archivos caucásicos son muy poco fiables. Se sabe que cruzó, junto con los remanentes del Ejército Blanco del General Piotr Wrangel y los fugitivos aristócratas y profesionales que se hallaban en Crimea, hacia Constantinopla, donde en 1920 se casó con un militar de la Caballería Blanca, apodado Chagodaev y de quien se cuenta que era un príncipe descendiente de Genghis Khan. Al morir éste, Olga heredó el título de princesa.
Conoció a Capablanca en Nueva York, en la primavera de 1934, unos dicen que en una fiesta en el consulado cubano y otros que en una fiesta en casa de una amiga de Olga. Lo cierto es que de ahi en adelante fueron inseparables, escandalizando a algunos en la alta sociedad en que se movian, pues Capablanca no se divorció de su primera esposa Gloria Simoni hasta 1938, cuando finalmente formalizó su relación con Olga. Viajaron por todo el mundo rodeándose del mas selecto jet-set de la época (Capablanca tenía una botella en el ministerio de relaciones exteriores, que se la había quitado Machado, pero que le fue restablecida por Batista), contando entre sus amigos a Andrés Segovia, al presidente francés Paul Lebrun y al argentino, Roberto María Ortiz. Olga acompañó a Capablanca a casi todos los torneos en los cuales participó desde 1935.
Tras enviudar, continuó viviendo en Manhattan, donde un tiempo después se casó con un hombre mucho mas joven, cuyo nombre no aparece en ninguna fuente, pero quien aparentemente fue campeón olímpico de remos. En 1967 se casó con el Almirante Retirado Joseph James Jocko Clark, que en aquel momento era gerente de una compañía de construcción y de inversiones y de quien enviudó en 1971.
Parece que continuó gastando su dinero, porque en los años ochenta, el escritor Edmund Winter  se reunió con ella para ayudarla a escribir sus memorias y Olga estaba muy interesada en vender algunos documentos de Capablanca por sumas bastante elevadas. Winter trató de ayudarla a vender los objetos y se se siguieron viendo para continuar en la redacción del libro. Para los documentos, no hubo compradores.
Olga Capablanca escribió algunos artículos interesantes sobre el ex-campeón mundial. Publicó en Chessworld (1964) y en Town and Country (1945). Escribió el prefacio de las Ultimas lecciones de Capablanca para la edición de neoyorquina de 1966.
Contó cientos de anécdotas, a quien la oyera, sobre las andanzas y peculiaridades de su difunto esposo. Dos de ellas me llamaron la atención en particular. La primera ha sido referida por varios especialistas, entre ellos Allen Kaufman y Gennadi Sosonko. Narraba Olga que una vez en Paris, en 1938, el gran maestro Savielly Tartakower los visitó en el Hotel Regina, donde residían, e invitó al “Capa” a jugar una partida informal, pero éste le respondió que él nunca tuvo un juego de ajedrez en su casa. Tartakower tuvo que buscar uno suyo y supuestamente jugaron una partida muy buena, cuyas anotaciones Olga trató de vender por diez mil dólares, en 1987.
La segunda anécdota se remonta al torneo de Moscú de 1936. A mediados de la contienda, Stalin vino a ver jugar a Capablanca y lo hizo primero escondido detrás de unas cortinas. Un rato después de observarlo con detenimiento, pidió que le llevaran al maestro para conocerlo personalmente. Stalin le preguntó lo que pensaba del torneo y Capablanca le respondió que era horrible, porque los jugadores soviéticos hacían trampas, perdiendo a propósito con Botvinnik, entonces el elegido de Koba, para que éste le ganara el torneo a Capablanca. Stalin se sonrió y le aseguró que eso no volvería a suceder. Capablanca ganó el torneo.
Las memorias que Olga iba a escribir con Winter quedaron sólo en unas cuarenta páginas. El trabajo se interrumpió con su muerte neoyorquina el 24 de abril de 1994. Legó todos los archivos de Capablanca al Manhattan Chess Club. De la afición de Stalin por el ajedrez, no se sabe mucho, sólo quedan rumores.

Roberto Madrigal