Monday, January 26, 2015

¿Contaminaciones culturales?


Uno puede rasgarse las vestiduras por el resto de la eternidad lamentando el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos, pero lo cierto es que es un hecho irreversible y que abrirá toda una serie de posibilidades que no deben ignorarse a causa de los quejidos.

El proceso recién empieza y de momento solamente implica una elevación del nivel de relaciones por encima del que ya existía entre secciones de intereses. Esto quiere decir canales más directos de negociación en diferentes esferas, aumento en el flujo de visitantes americanos a Cuba, limitados acuerdos comerciales, más bien de supuesto carácter caritativo y un tímido incremento en las corresponsalías americanas en la isla y de la presencia de algunas instituciones culturales, ya sea vía organizaciones religiosas o a través de las ONG. Otras cosas se añadirán a la lista en otros planos, pero no me propongo ser exhaustivo.

Por supuesto, eso llegará hasta donde el gobierno cubano lo permita. Es una relación entre contrincantes, no es una relación amistosa. Será una interacción en la cual, de parte de La Habana, predominará la desconfianza. El gobierno americano, como acostumbra, ocupará cada pulgada que se le conceda.

Este proceso debe preocupar más al gobierno cubano que a nadie, pues este ha sido el que
siempre se ha rodeado de medidas protectoras, ejecutadas siempre con tácticas represivas,
para protegerse de las posibles contaminaciones que traiga al pueblo el roce con la cultura
americana y con los intelectuales del exilio. Ha sucedido así desde que inventaron el concepto
de “diversionismo ideológico” (que por cierto, es un disparate lingüístico, ya que la palabra
diversionismo no existe, aunque bien se nos hizo saber lo que quería decir dicho dislate).

Crearon así el concepto de las dos orillas, para poner en cuarentena cultural todo lo que no cayera dentro de sus parámetros. Sin embargo, esas dos orillas se han ido acercando con el tiempo debido a la transformación inevitable que ha ocurrido social y políticamente en todo el mundo y que se han visto obligados a acomodar de alguna manera en su cada vez más borrosa ideología.

Estos cambios en las relaciones, con el aumento del número de viajeros de aquí para allá, quizá facilite (es una oportunidad que no se debe malgastar) el flujo de libros y obras de escritores y artistas cubanos que residen fuera. Aunque esto se viene haciendo hace tiempo, ese es un bloqueo (de allá) que ahora puede romperse con mayor facilidad. Los paquetes” que hoy se distribuyen semiclandestinamente allá, podrán ser sustituidos por mejores paquetes y por programas originales.

Escritores y artistas de la isla ya llevan un tiempo viniendo por su cuenta a los Estados Unidos y saliendo a otras partes mediante invitaciones privadas (no me refiero a los enviados oficiales). Es una oportunidad de interactuar aún más, quizá de crear foros de discusión abierta (y a los oficiales, como siempre se ha tratado de hacer, salirles al paso y confrontar su discurso).

Los de “aquí” no debemos convertirnos en esa otra orilla y actuar como el reverso del gobierno cubano. Lo digo porque he visto muchas quejas con respecto a los “intercambios culturales”. En definitiva, qué importa que a un mediocre grupo musical lo vaya a ver unos cuantos miles de personas, es su gusto y su derecho. Ni que a algún vocero de la UNEAC lo vayan a agasajar unos cuantos figurantes. ¿A qué se le teme? ¿Qué pueden venir a vendernos? ¿O es que no estamos seguros de lo que pensamos?

No basta con la letanía de que “allá no dejan que se presente…” Eso se sabe y no va a cambiar. Ahí está la performance de Tania Bruguera para exponerlo una vez más. Es hora de intentar estimular y financiar la creación de eventos culturales independientes que puedan darse en la isla sin pedir permiso y que tengan una repercusión relevante (sin hacerme muchas ilusiones, porque ya se las arreglarán para bloquearlas).  Pero hay que tomar riesgos y presionar, porque las oportunidades ahora están ahí. Incluso, con el nuevo rango diplomático, el gobierno americano se ve obligado a exigir y defender a sus ciudadanos de manera más directa y transparente.

Es aún temprano para pensar concretamente en las alternativas, pero no hay duda de que hay nuevas perspectivas. El aislamiento solamente ayuda a los represores, a quienes quieren controlar el devenir cultural a su capricho. El Muro de Berlín tomó casi treinta años derribarlo, pero otros muros toman menos. A no ser que nadie lo intente. Los escritores cubanos del exilio, principalmente, han vivido este medio siglo en una isla y salvo algunas muy contadas excepciones, sin repercusión más allá de sus cenáculos. Ahora se presenta una posibilidad de trascender esos límites.

Roberto Madrigal

Sunday, January 11, 2015

Los mejores estrenos de 2014


Un año más que nuestra testarudez, esta vez a duras penas, se impone. Lo hacemos desde principios de los años setenta, junto con un grupo de amigos, cuando era nuestra única forma de expresar una opinión estética diferente a la oficial, en aquellos años de cruel represión, he estado haciendo la lista de las diez mejores películas del año. Tras el exilio de 1980, y la separación de casi todos nosotros los de entonces, no fue hasta principios de los noventa que Orlando Alomá y yo reanudamos el hábito, por el mero placer de hacerlo. Somos prácticamente los únicos de aquel grupo que vamos al cine con asiduidad hoy en día inusual. Este año, Alomá participó casi a pesar suyo, como explica en la nota que aparece más abajo. En los últimos cinco años, por iniciativa de Alejandro Armengol, hemos publicado las listas en Cubaencuentro y también lo hago en mi blog.

Este ha sido un mal año. Las distribuidoras han apretado la mano y lo que parecía promisorio el año pasado, este se ha derrumbado. Hay fieros controles en la distribución y comercialización de filmes independientes, alternativos y extranjeros y se hizo muy difícil tener opciones para quienes viven más allá de Nueva York y Los Angeles. Incluso ciudades que antes estaban casi a la par de estas dos, como Chicago, San Francisco y Filadelfia, se han visto seriamente afectadas. El cine americano comercial, por su parte, ha tenido un pésimo año en la taquilla, lo cual desde mi punto de vista es positivo, a ver si se dejan de tantas secuelas, precuelas, décimas partes y remakes, con sobredosis de efectos especiales y otros fuegos de artificio. Ojalá que las audiencias se hayan saturado de tanta falta de imaginación. Eso pudiera llevar a las grandes productoras a revalorizar sus proyectos. Pero no me hago ilusiones.

Este año mantenemos las bases de nuestra selección. Se limitan a lo estrenado en el año 2014 que está disponible a cualquier espectador normal en cualquier ciudad de los Estados Unidos, que puedan ser accesible en las salas de cine, en streaming, On Demand o en DVD durante el año. No cuentan películas exhibidas solamente en el circuito festivalero o en presentaciones especiales.

A continuación la nota y la selección de Alomá, más abajo, mi lista y mis comentarios.

Nada que ver  (Orlando Alomá)

Cuando la gente se queja, refiriéndose al cine, "No hay nada que ver", no deja de tener un poco de razón. Un Hollywood anémico parece estar rehaciendo y rehaciendo la misma película: mundos apocalípticos, superhéroes de historietas, muertos vivientes, historias con secuelas y precuelas (partes I, II, III hasta el infinito), anodinos dibujos animados, -- y ruido, sobre todo mucho ruido. 

Por eso, aunque desde los 14 años anoto todas las películas que veo (y lo sigo haciendo), este año a medida que avanzaba dejé de ir separando precandidatas para ayudarme en una selección de fin de año que ya casi no me interesa. He perdido fervor, temas vitales, ciertas inclinaciones y hasta repeticiones -- y sobre todo memoria: la prodigiosa ya no es ni con mucho lo que era. Por eso esta lista no tiene el rigor inclusivo de otros años y quizá no lo vuelva a tener. No pensaba hacerla y, aunque cambié de parecer a la hora nona, esta vez no he revisado línea por línea, sino que las saco de un saco como me voy acordando.

Aunque no suelo ordenar mis listas, este año dos películas me gustaron claramente más que las demás: Ida (Polonia) y The immigrant (USA). Dicho esto, regreso (repito) a la habitual falta de orden y a la posibilidad de que se me hayan quedado fuera algunas que hace meses me gustaron y ahora no tengo ganas de hacer el esfuerzo para estar seguro (por ejemplo, Europa continental brilla por su ausencia y esa falta es rarísima). He aquí lo que queda de mi azarosa selección:

A Most Wanted Man (Gran Bretaña), Calvary (Irlanda), The Drop (USA), Birdman (USA) y The Gambler (USA). 

Mi lista (de 76 elegibles):

1.- Ida  (Polonia/Dinamarca/Francia/Gran Bretaña 2013). Dir: Pawel Pawlikowski.
2.- A Touch of Sin  (China/Japón/Francia 2013). Dir: Jia Zhangke.
3.- The Immigrant  (E.U.A. 2013). Dir: James Gray.
4.- The Notebook   (Hungría/Alemania/Austria/Francia 2013). Dir: Janos Szasz.
5.- The Drop   (E.U.A. 2014).  Dir: Michael Roskam.
6.- Calvary   (Irlanda/Gran Bretaña 2014).  Dir: John Michael McDonagh.
7.- Bird People  (Francia 2014).  Dir: Pascale Ferran.
8.- Nightcrawler  (E.U.A. 2014).  Dir: Dan Gilroy.
9.- The Past   (Francia/Italia/Irán 2013).  Dir: Asghar Fahradi.
10.- Gloria  (Chile/España 2013).  Dir: Sebastián Lelio.

Para mí, la sorpresa del año fue 7 cajas, un oscuro filme paraguayo de poca difusión que finalmente apareció OnDemand. Es una película hecha casi sin presupuesto pero realizada de manera excelente y casi cae en mi lista. No comparto el entusiasmo de otros críticos y de algunos amigos con The Grand Budapest Hotel, Boyhood y Under the Skin. Por discriminación de las distribuidoras, me perdí este año Winter Sleep, Leviathan, Inherent Vice y American Sniper. Quedarán para el próximo año. Espero estar de regreso por divertimento y no por canonización, por provocación y no por codificación. Mientras dure el entusiasmo.

Roberto Madrigal


Este artículo salió publicado en Cubaencuentro el 9 de enero del 2015.

Thursday, January 1, 2015

El triunfo de Tania


Independientemente de lo que cualquiera piense de Tania Bruguera como artista o como persona, no se puede negar que El susurro de Tatlin #6 ha resultado todo un éxito. Puede también considerarse como uno de los desafíos culturales más importantes a los que se ha tenido que enfrentar la tiranía de los Castro, en este caso, además, han sido participantes involuntarios.

Si ente las principales características del arte se cuentan la transgresión, la provocación y la desacralización, esta anunciada performance ha cumplido con todo esto. Al advertir que iba a realizar esta versión de su serie, que comenzara en el año 2009 en el Centro Wifredo Lam, en la Plaza de la Revolución, de sobra conocía la reacción que iba a causar en la burocracia cultural cubana. La plaza que heredó de Batista, la convirtió Castro en su sitio sagrado. Su templo abierto en el cual por 56 años se han celebrado sus actos, desfiles y congregaciones más significativas. Si se ha repetido hasta el cansancio que la “calles es para los revolucionarios”, qué decir de la Plaza. Es el sitio intocable y atreverse a utilizarlo como un Agora de verdad es una afrenta inaceptable.

La reacción no se hizo esperar y Raúl Castro actuó como acostumbra a hacerlo en situaciones similares, con arrestos e intimidaciones. Sus amanuenses actuaron primero, reuniéndose y asustando con los argumentos de siempre, que si no es el momento oportuno, que no se pueden hacer cosas sin una planificación previa, etc. En ello consistió su rol en esta performance, algo que quizá Bruguera tenía planeado de antemano.

El show continúa. Ya han salido artistas e intelectuales, de aquí y de allá, a realizar declaraciones en su contra, que si fue oportunista, que si no siguió los medios adecuados y toda la farsa que esgrime el cobarde, porque Bruguera se jugó el arresto y ahora la amenazan con levantarle cargos por diferentes delitos. Por cierto, que sí fue oportunista, en el buen sentido de la palabra, aprovechó una oportunidad para desenmascarar al opresor.

Un acto de expresión artística, por muy desafiante que sea, no puede, por sí solo, echar abajo una tiranía, pero es un paso y es un momento importante. Puede, sin embargo, mostrar el miedo que tienen los totalitarismos de permitir la libre expresión artística y política. En el caso cubano, ayuda a mostrar los límites de los llamados cambios raulistas.

La actitud de Bruguera contrasta, por otra parte, con la tímida protesta de los cineastas cubanos del G-20, quienes para protestar la supuesta censura que se le hizo al filme Regreso a Itaca, del director francés Laurent Cantet con guión de Leonardo Padura, basada en la novela La novela de mi vida, de este último, tuvieron que apelar en su redacción a frases penosas como “Apoyamos a la dirección del Festival por su acertada, inteligente y revolucionaria política de programación, inspirada en las enseñanzas de un hombre como Alfredo
Guevara, quien aprendió y se enriqueció de las experiencias, aciertos y errores de su larga y ejemplar trayectoria.”  O como “Aspiramos a recobrar cuanto antes los tiempos en los que podíamos dialogar con las autoridades culturales, las del Gobierno y el Partido, sobre cualquier tema, proyecciones futuras o diferencias.


Contrasta también con la actitud del propio Padura, que pidió al director que guardara silencio, y que ha optado por bajar la cabeza y negociar algún tipo de permiso. Bruguera no necesitó permiso para su performance. Los cineastas y Padura actuaron con la mesura de quien obedece al miedo. Bruguera no mostró miedo y eso sí que asusta.

Escribo esto en momentos en los cuales me encuentro de viaje y con pocas condiciones para escribir un artículo, pero no podía desechar la oportunidad de comentar al respecto, aunque sea un poco apresurado y quizá con un entusiasmo que no suelo expresar, porque la performance que ha desatado Bruguera, aún no ha terminado.


Roberto Madrigal