Pasó
por aquí es el título original en español, de una
novela escrita en inglés por el escritor americano Eugene Manlove Rhodes. Fue
publicada por primera vez en 1926 y en 1946 fue llevada al cine con el título
de Four Faces West (en Cuba se
presentó bajo el título original en español). En ella, un vaquero interpretado
por el inmortal Joel McCrea, llega a un polvoriento pueblo del oeste y entra a
un banco a pedir dos mil dólares prestados. El banquero le pregunta cómo va a
asegurar que va a devolver el dinero y el vaquero le muestra su Colt 38 como
garantía. Este argumento puede ser suficiente para resumir los resultados del
“tan esperado” VIII Congreso de la UNEAC.
Resultó interesante la “Letra de los
cineastas”, en la cual establecen algunas demandas que en el papel tienen
legitimidad y acusan a las instituciones gubernamentales de “inmovilismo y
apatía”. Incluso tratan de establecer alguna distancia entre sus intereses
artísticos y las instituciones culturales. Pero todo se diluye cuando en su
petición de un proyecto de ley sobre el cine cubano, recalcan que cuentan con
“el apoyo del ICAIC…, la UNEAC y el Ministerio de Cultura”. O sea, le piden
ayuda al verdugo, le ladran comedidamente al amo.
También me resultó interesante, pero desde
otro punto de vista, el documento emitido por la Sección de Crítica e
Investigación de la Asociación de los Medios Audiovisuales y Radio de la UNEAC.
Aquí lo que aflora es la protesta de una mentalidad autoritaria y elitista que
reclama el derecho a convertirse en los dictadores del gusto cultural de la
nación. Su protesta no es contra los principios del gobierno, sino contra la
amenaza que representa el gusto popular que se impone en la programación. Estos
guardianes de la alta cultura se presentan como “los mismos intelectuales y
artistas que por varias décadas hemos dado lo mejor de nuestras
vidas a Cuba y a nuestra Revolución, y seguimos aquí, sin cansarnos…”.
Vergüenza ajena es lo que dan.
Después de quejarse del mal gusto imperante
(lo que me recuerda las batallas de Abel Prieto contra Osmani García y su Chupi Chupi), llaman al “rescate,
conservación y promoción del patrimonio fílmico. televisual y radial de la
nación y de la Revolución” y culminan con: “Debemos decantar el consumo de la
industria cultural cubana…y foránea. Debemos reencontrar los espacios
necesarios para el ejercicio de la crítica especializada, tanto en la prensa
escrita como en los programas de radio y televisión legitimados para ello”. O
sea, que esta caterva de inocuidades culturales quiere erigirse como una
dictadura dentro de la dictadura. Reclaman el poder de designar el buen gusto y
la cultura potable. Me pregunto: ¿Y quién les puede conceder ese derecho?
¿Quién delimita los criterios mediante los cuales alguien puede convertirse en
sacerdote de la cultura?
Lo único que muestran es el resultado del
cultivo de una mentalidad totalitaria que quiere decidir, desde un podio
alienado, el gusto popular y suponer que el gusto popular está condicionado por
la programación. Paternalismo del opresor. Más Mozart y menos Gente de Zona,
más Silvio y menos Patry White, la Dictadora. Estos educadores del pueblo no
quieren que el pueblo escuche lo que quiere escuchar. Les quieren enseñar lo
que es bueno, elevarse como los nuevos inquisidores.
Lo mejor de todo, por supuesto, es la
respuesta del gobierno. A la clausura asisten Raúl Castro y Miguel Díaz Canel.
Castro pide unidad y no unanimidad, supongo que siempre que los que disientan
se identifiquen y no sean más de dos o tres. Díaz Canel echa uno de esos
discursos que se han replicado por casi seis décadas, lleno de conceptos
abstractos y de contenido vacío que en última instancia, deja a consideración
de quienes detentan el poder, las decisiones que, en algún momento no fijado,
se van a tomar. Tal y como unos amigos nos burlábamos hace muchos años del
título de una película del difunto Manuel Octavio Gómez: “Ustedes tienen la
palabra…y nosotros nuestra opinión”. Aseguran ambos, que todo se hará para
facilitar el camino a medidas que consoliden el proceso de “nuestra Revolución y
nuestro Socialismo”.
Como colofón, aparece nombrada la nueva
presidencia de la UNEAC. Se ratifica como presidente a Miguel Barnet, miembro
del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Como vicepresidente primero
queda el joven talibán Luis Morlote. Un “artista” cuyo único mérito parece ser
un historial de agitador como Presidente de la Asociación Hermanos Saíz, un
periodista radial y un vigilante obediente de los principios revolucionarios,
un hombre sin obra (y me quito el sombrero ante Emilio Ichikawa, quien desde el
año 2009 pronosticó la ascensión al poder de los funcionarios radicales Miguel
Díaz Canel y Luis Morlote, cuando nadie se lo sospechaba).
Uno de los otros vicepresidentes es el
vocero extremista y fiel zapador Pedro de la Hoz, que no necesita presentación
para quienes siguen los avatares de la cultura cubana y como directivo de la
Asociación de Escritores nombran a Alex Pausides, un exdirector de El Caimán Barbudo, que entre sus joyas literarias cuenta con un
poema dedicado a los cinco espías (o cinco héroes, según él) que tras
endilgarnos veintidós renglones que empiezan con la palabra “cinco”, termina
con esta alhaja poética:
Cinco mil millones de
cintas amarillas en las llaves que abran la bondad
como preludio del retorno de lo hermoso
Cinco mil millones de cintas amarillas volando airosas en los millones
de árboles sonoros hasta el más lejano confín de la floresta.
como preludio del retorno de lo hermoso
Cinco mil millones de cintas amarillas volando airosas en los millones
de árboles sonoros hasta el más lejano confín de la floresta.
Una ceiba espléndida espere en la isla a los amantes que se han
retrasado
tan sólo un poco en esta fiesta
tan sólo un poco en esta fiesta
Quisiera saber, si ante esta confirmación
del atropello a la cultura que se ha perpetrado por tanto tiempo, podremos
escuchar, en un futuro inmediato, una respuesta honesta de aquellos
intelectuales que residen en la isla pero que salen con frecuencia al
extranjero y alardean de ser voces disonantes, con declaraciones tibias y con
galimatías inescrutables. No creo que se atrevan a escribir la crónica de una
represión anunciada.
Roberto Madrigal
Esperarás en vano. Ni crónicas ni respuestas, mucho menos honestas. Pero te dirán que son "incómodos", un calificativo que se ha puesto de moda para nombrar a ciertos novelistas y cantantes con muchas horas de vuelo.
ReplyDelete¡Hola Manuel! Bueno verte por aquí. Roberto, me he reído cantidad con la joya poética que citas al final. Yo no estoy muy al tanto de estos asuntos pero cuando leo algo al respecto me espanto. Brr. Cariños taoseños...
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