Sunday, April 20, 2014

Pasó por aquí


Pasó por aquí es el título original en español, de una novela escrita en inglés por el escritor americano Eugene Manlove Rhodes. Fue publicada por primera vez en 1926 y en 1946 fue llevada al cine con el título de Four Faces West (en Cuba se presentó bajo el título original en español). En ella, un vaquero interpretado por el inmortal Joel McCrea, llega a un polvoriento pueblo del oeste y entra a un banco a pedir dos mil dólares prestados. El banquero le pregunta cómo va a asegurar que va a devolver el dinero y el vaquero le muestra su Colt 38 como garantía. Este argumento puede ser suficiente para resumir los resultados del “tan esperado” VIII Congreso de la UNEAC.

Resultó interesante la “Letra de los cineastas”, en la cual establecen algunas demandas que en el papel tienen legitimidad y acusan a las instituciones gubernamentales de “inmovilismo y apatía”. Incluso tratan de establecer alguna distancia entre sus intereses artísticos y las instituciones culturales. Pero todo se diluye cuando en su petición de un proyecto de ley sobre el cine cubano, recalcan que cuentan con “el apoyo del ICAIC…, la UNEAC y el Ministerio de Cultura”. O sea, le piden ayuda al verdugo, le ladran comedidamente al amo.

También me resultó interesante, pero desde otro punto de vista, el documento emitido por la Sección de Crítica e Investigación de la Asociación de los Medios Audiovisuales y Radio de la UNEAC. Aquí lo que aflora es la protesta de una mentalidad autoritaria y elitista que reclama el derecho a convertirse en los dictadores del gusto cultural de la nación. Su protesta no es contra los principios del gobierno, sino contra la amenaza que representa el gusto popular que se impone en la programación. Estos guardianes de la alta cultura se presentan como “los mismos intelectuales y artistas que por varias décadas hemos dado lo mejor de nuestras vidas a Cuba y a nuestra Revolución, y seguimos aquí, sin cansarnos…”. Vergüenza ajena es lo que dan.

Después de quejarse del mal gusto imperante (lo que me recuerda las batallas de Abel Prieto contra Osmani García y su Chupi Chupi), llaman al “rescate, conservación y promoción del patrimonio fílmico. televisual y radial de la nación y de la Revolución” y culminan con: “Debemos decantar el consumo de la industria cultural cubana…y foránea. Debemos reencontrar los espacios necesarios para el ejercicio de la crítica especializada, tanto en la prensa escrita como en los programas de radio y televisión legitimados para ello”. O sea, que esta caterva de inocuidades culturales quiere erigirse como una dictadura dentro de la dictadura. Reclaman el poder de designar el buen gusto y la cultura potable. Me pregunto: ¿Y quién les puede conceder ese derecho? ¿Quién delimita los criterios mediante los cuales alguien puede convertirse en sacerdote de la cultura?

Lo único que muestran es el resultado del cultivo de una mentalidad totalitaria que quiere decidir, desde un podio alienado, el gusto popular y suponer que el gusto popular está condicionado por la programación. Paternalismo del opresor. Más Mozart y menos Gente de Zona, más Silvio y menos Patry White, la Dictadora. Estos educadores del pueblo no quieren que el pueblo escuche lo que quiere escuchar. Les quieren enseñar lo que es bueno, elevarse como los nuevos inquisidores.

Lo mejor de todo, por supuesto, es la respuesta del gobierno. A la clausura asisten Raúl Castro y Miguel Díaz Canel. Castro pide unidad y no unanimidad, supongo que siempre que los que disientan se identifiquen y no sean más de dos o tres. Díaz Canel echa uno de esos discursos que se han replicado por casi seis décadas, lleno de conceptos abstractos y de contenido vacío que en última instancia, deja a consideración de quienes detentan el poder, las decisiones que, en algún momento no fijado, se van a tomar. Tal y como unos amigos nos burlábamos hace muchos años del título de una película del difunto Manuel Octavio Gómez: “Ustedes tienen la palabra…y nosotros nuestra opinión”. Aseguran ambos, que todo se hará para facilitar el camino a medidas que consoliden el proceso de “nuestra Revolución y nuestro Socialismo”.

Como colofón, aparece nombrada la nueva presidencia de la UNEAC. Se ratifica como presidente a Miguel Barnet, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Como vicepresidente primero queda el joven talibán Luis Morlote. Un “artista” cuyo único mérito parece ser un historial de agitador como Presidente de la Asociación Hermanos Saíz, un periodista radial y un vigilante obediente de los principios revolucionarios, un hombre sin obra (y me quito el sombrero ante Emilio Ichikawa, quien desde el año 2009 pronosticó la ascensión al poder de los funcionarios radicales Miguel Díaz Canel y Luis Morlote, cuando nadie se lo sospechaba).

Uno de los otros vicepresidentes es el vocero extremista y fiel zapador Pedro de la Hoz, que no necesita presentación para quienes siguen los avatares de la cultura cubana y como directivo de la Asociación de Escritores nombran a Alex Pausides, un exdirector de El Caimán Barbudo,  que entre sus joyas literarias cuenta con un poema dedicado a los cinco espías (o cinco héroes, según él) que tras endilgarnos veintidós renglones que empiezan con la palabra “cinco”, termina con esta alhaja poética:
Cinco mil millones de cintas amarillas en las llaves que abran la bondad
            como preludio del retorno de lo hermoso
Cinco mil millones de cintas amarillas volando airosas en los millones 
            de árboles sonoros hasta el más lejano confín de la floresta.
Una ceiba espléndida espere en la isla a los amantes que se han retrasado
tan sólo un poco en esta fiesta
Quisiera saber, si ante esta confirmación del atropello a la cultura que se ha perpetrado por tanto tiempo, podremos escuchar, en un futuro inmediato, una respuesta honesta de aquellos intelectuales que residen en la isla pero que salen con frecuencia al extranjero y alardean de ser voces disonantes, con declaraciones tibias y con galimatías inescrutables. No creo que se atrevan a escribir la crónica de una represión anunciada.

Roberto Madrigal

2 comments:

  1. Esperarás en vano. Ni crónicas ni respuestas, mucho menos honestas. Pero te dirán que son "incómodos", un calificativo que se ha puesto de moda para nombrar a ciertos novelistas y cantantes con muchas horas de vuelo.

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  2. ¡Hola Manuel! Bueno verte por aquí. Roberto, me he reído cantidad con la joya poética que citas al final. Yo no estoy muy al tanto de estos asuntos pero cuando leo algo al respecto me espanto. Brr. Cariños taoseños...

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