Wednesday, July 10, 2013

Arte y contexto: según Ai Weiwei



La exhibición “Ai Weiwei: According to What?” es la más amplia retrospectiva de la obra del artista y disidente chino que jamás se haya realizado. En primer lugar, fue una sorpresa para mí que se estuviera presentando en Indianapolis y como la ciudad queda a menos de dos horas de la puerta de mi casa pues decidí darme un salto y no perder esta oportunidad.

Unas semanas atrás la curiosidad me llevó a ver una pequeña exhibición fotográfica, expuesta en una pequeña galería privada adjunta al Children’s Museum de Cincinnati. Titulada Colorful Beijng y patrocinada por una organización nombrada “Asociación del pueblo pekinés para la amistad con países extranjeros” resultó ser todo lo que se podía esperar de una exposición con meros fines propagandísticos. Unas setenta fotos de colores explosivos, con planos más bien cerrados que se concentraban en la modernidad arquitectónica y evitaban los alrededores, planos de chinitos sonrientes y de mansos ancianos practicando Tai-chi en un parque o ayudados a cruzar la calle por un cortés policía. Comparsas de dragones y fotos de comidas humeantes completaban la horrible muestra, ni siquiera digna de ser incluida en un folleto turístico de mal gusto.

Tras atravesar una entrada compuesta de un montaje de fotos de la construcción del estadio olímpico de Pekín, cuyo diseño fue concebido por Ai Weiwei en colaboración con una firma arquitectónica suiza, uno se enfrenta a una serie de fotografías hechas por el artista entre 1981 y 1993, años en los cuales vivió en Nueva York mientras estudiaba en el Parsons School of Design y en el Art Students League of New York, a la vez que se relacionaba con Allen Ginsberg, Robert Frank y otra figuras importantes del mundo cultural de la ciudad y paralelamente se convertía en uno de los mejores jugadores profesionales de veintiuna,  como asiduo visitante de los casinos de Atlantic City.  Las fotografías son interesantes sin ser excepcionales y recorren camino trillado, pero tienen el mérito de presentar el Nueva York que vio el artista en su momento y que puede explicar muchas de sus influencias.

La inmensa instalación que incluye diversas instalaciones menores, continúa con dos de la famosa serie de fotos Estudios de perspectiva en las cuales aparece en primer plano la mano del autor con el dedo índice levantado en señal de desafío contraponiéndose a diversos símbolos de poder. Una de las fotos contrasta con la Casa Blanca al fondo y la otra con la Plaza Tienanmen.

Entre las múltiples obras en exhibición se destaca Colored Vases. Consiste en un grupo de vasijas de la dinastía Han que fueron inmersas en pintura industrial para reconfigurar su significado original. Aunque se respira mucho Duchamp y Jasper Johns (tanto en esta pieza como en muchas otras), Weiwei logra un trabajo excepcional que cobra valor propio, apartándose de las influencias que le alimentan.

Moon Chest consiste en una serie de paneles ubicados consecutivamente y separados por espacios precisos, organizados de manera que si uno mira a través de una abertura que tienen al centro, puede ver todas las etapas de la luna con claridad. Pero este alarde de imaginación visual no es gratuito, si después de observar esta ilusión uno se aleja y vuelve a enfrentar estos paneles, dan la impresión de ser los impenetrables e insalvables dioses del tiempo, sin rostro ni morfología, meras cuadraturas arbitrarias que pueden definir nuestros destinos.

La pieza más impresionante es Straight, que es una de tres instalaciones que le fueron inspiradas por el desastre de Sichuan sucedido tras el terremoto ocurrido allí en 2008 y que le tomó casi cinco años completar con ayuda de varios artistas. Durante el período de trabajo en estas piezas, Weiwei estuvo en prisión y además tuvo que someterse a una operación cerebral en Munich, tras ser brutalmente golpeado por la policía china.

En 2008 hubo un violento terremoto en la ciudad de Sichuan tras el cual murieron 90, 000 personas, una gran parte de ellos niños, al derrumbarse la mayoría de los edificios de la ciudad, incluyendo todas las escuelas de la localidad. Una investigación somera indicó que los edificios habían sido mal construidos. Weiwei creó y encabezó una comisión ciudadana para investigar el asunto y concluyó que los edificios habían sido mal diseñados por negligencia de las autoridades gubernamentales, que por lograr efectos propagandísticos apresuraron las construcciones y no supervisaron adecuadamente el proceso.  Se demostró que las barras de reforzamiento habían sido mal instaladas. Esto desató la ira del gobierno.

Para Straight, el artista utilizó 38 toneladas de barras de reforzamiento que habían sido utilizadas en la construcción de los edificios desplomados, las fundió y rehízo las vigas para trabajarlas en su creación. La comisión también se dedicó a rescatar los nombres de los estudiantes muertos y antes de que su trabajo fuera interrumpido por el gobierno, alcanzaron a catalogar más de cinco mil nombres. En la instalación, junto a las barras apiladas hacia el centro, se escucha, por unos altavoces, en tono muy bajo, la lectura de cada uno de los nombres de los estudiantes muertos, cuyas edades oscilan entre los 4 y los 16 años, que dura 3 horas y 41 minutos. La lista complete cuelga en un mural en la pared ubicada entre los altavoces.

Aquí Weiwei juega con gran eficiencia con el contexto de la obra. Es cierto que la obra se puede apreciar a varios niveles pero mientras el espectador tenga mayor conocimiento de su contextualidad,  más la puede apreciar y en este caso resulta un argumento más potente que mil discursos y denuncias firmadas.

La fuerza de la contextualización la expresa Weiwei también en su serie de fotos titulada Dropping a Han Dynasty Vase, en la cual se observa al autor en diferentes estados del proceso de dejar caer una vasija de la dinastía Han. Este acto de rebelión ante las tradiciones, más aceptado en el Occidente, es un acto de osada rebeldía cultural en China.

Ai Weiwei es una figura controversial. Hijo de un poeta, pasó su infancia y su adolescencia en un Laogai (los gulags chinos instaurados por Mao y que aún funcionan), a donde sus padres habían sido enviados, regresando a Pekín en 1975. Tiene en la exhibición un trabajo sobre un objeto de la dinastía Han a partir de una pequeña escultura que le regalara su padre. No puede soslayarse que la etnia han es la dominante en la China actual, desde 1948 y que jugar con sus símbolos y desafiar sus significados consiste en un agravio a las autoridades.

Tras regresar de Nueva York para cuidar a su padre enfermo, Weiwei se dedicó a crear comunas experimentales de artistas en Pekín, pero de alguna manera se las arregló para mantenerse dentro de los círculos creativos oficiales, con los que fue gradualmente rompiendo. Su diseño del “Nido de pájaro” para el estadio olímpico, no le resultó satisfactorio una vez terminado y denunció el producto acabado. Quizá sea por ello que se sale de la instalación por una composición de fotos del proyecto muy similar a la de la puerta de entrada, pero en ninguna de las instalaciones se puede ver el proyecto acabado.

Esta muestra abrió en Octubre en el Smithsonian Hirshhorn Museum and Sculpture, en la capital americana. Ai Weiwei fue invitado, pero el gobierno chino le negó la concesión de un pasaporte, ya que se encuentra en reclusión domiciliaria, acusado de violación de impuestos y de cargos de falta de respeto a las autoridades.  El museo de Indianapolis la tiene desde el 4 de abril y cerrará el 21 de julio próximo. La exhibición continuará en museos de Toronto, Nueva York y Miami, pero no tengo las fechas a mi disposición.  

Roberto Madrigal

1 comment:

  1. Que interesante la haces lucir....ojala pudiera verla.

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