Monday, November 26, 2012

Los escritores incómodos



Revisando hace unas semanas el excelente blog de la traductora española Marta Rebón (Rumores Etéreos), que se dedica al arte y la literatura rusas, leí un excelente trabajo sobre un escritor para mi, hasta ese momento, desconocido. El artículo, que trata sobre la publicación en español de un libro de este autor ruso, Daniil Jarms, me resulta interesante y me lleva a buscar más sobre el mismo y finalmente a comprar un libro suyo en inglés, Incidences. Es un verdadero descubrimiento.

La edición que poseo fue impresa en Londres en 1993, por una oscura editorial, Serpent’s Tail, que se dedica a publicar obras de Pessoa, Onetti y Walser. Es un texto que reúne cuentos y obras de teatro de Jarms (Kharms para quienes lo buscan en inglés). La obra de este autor comenzó a publicarse en los Estados Unidos en el 2006.

Jarms es un maestro del absurdo que se adelantó a Ionesco y a Beckett. Sus cuentos, con la excepción de La vieja, que es un relato de 29 páginas, tienen una extensión que va de entre 39 palabras (An Encounter), hasta cinco o seis párrafos. Su prosa sencilla, es impecable en cuanto a sintetizar la narrativa, o más bien la ausencia de narrativa. Sus obras no solamente son un desafío y una burla de todo tipo de convenciones literarias, sino que a la vez convierten el proceso narrativo en una total inutilidad. Sin embargo, uno no puede dejar de leer este libro que sorprende a cada vuelta de página.

Ataca con acidez los patrones morales de la sociedad, es cruel, desenfadado, sardónico y agresivamente burlón, un verdadero nihilista que no tiene piedad ni paz con nadie. Despliega un desprecio absoluto por el acomodamiento del ser humano, capaz de aceptar pasivamente el atropello o el látigo de quienes les guían. Los ve capaces de llevar sus instintos animales hasta las últimas consecuencias, a la vez que sumisos de las costumbres que lo acorralan. No hay un mínimo de sentimentalismo en Jarms.

La vieja es un pastiche de la indiferencia, An Encounter es una joya de la anti-narrativa y Lynch Law es una obra maestra de crítica social y política inmisericordemente resuelta a la perfección en 165 palabras. La lista de citas puede seguir interminable, prácticamente no hay una página del libro que no sea recomendable.

Es una lástima que no se pueda hablar de la influencia que Jarms tuvo sobre otros escritores de su generación o incluso sobre Beckett y Ionesco. Hasta sobre Godard, ya que el estilo de Jarms pudiera explicarse con aquella sentencia del cineasta francés que decía: “No tengo nada en contra de que una obra narrativa tenga un comienzo, una trama intermedia y un desenlace, siempre y cuando no tenga que ser en ese orden”. La vida de Jarms se lee como la de tantos otros escritores víctimas del estalinismo.

Nacido en San Petersburgo en 1905 con el nombre de Daniil Ivanovich Yuvachov (Jarms, fue su seudónimo definitivo), apareció en la escena literaria y artística de la joven Unión Soviética en 1925, cuando su ciudad natal se había convertido en Leningrado. Apenas publicó dos poemas en un par de antologías, pero tras aparecer disfrazado de Sherlock Holmes mientras yacía bocabajo en medio de Nevski Prospect y luego hacer lecturas de poemas encima de un armario, en 1927 fundó, junto con su amigo de peripecias Alexander Vvedenski y el poeta Nicolai Zabolotski, el grupo OBERIU (que son las siglas en ruso que significan Asociación del Arte Verdadero). Hicieron varias presentaciones, entre ellas una muy comentada titulada Tres horas de izquierda, en la cual, entre otras cosas, presentaron la obra teatral absurdista con gran influencia kafkiana, Yelizaveta Bam (que está incluida en Incidences), para poco después ser atacados en la prensa y verse obligados a desmantelar el grupo. Jarms se puso a trabajar para una editorial de libros infantiles y ya en 1940 había publicado once libros de tema infantil. Mientras tanto, seguía escribiendo para la gaveta. Todo intento de publicar lo que verdaderamente le interesaba, fue en vano.

Jarms fue arrestado en 1931 por sus escritos y aunque luego se dedicó a la más tranquila literatura infantil, cayó en desgracia otra vez en 1937 debido a un poema infantil con “desviaciones ideológicas”, en el cual un niño comete un pequeño robo. Perdió su trabajo, pasó hambre y en 1941 fue apresado en Leningrado y ese mismo año, en diciembre, murió en una sala psiquiátrica penitenciaria. Su obra jamás fue publicada en su tiempo. No fue hasta el deshielo de Jruschev, que fue perdonado en la Unión Soviética y su obra no llegó a publicarse en su país hasta la llegada de la Perestroika. De hecho, si hoy podemos leerlo es gracias a los esfuerzos de su amigo, el filosofo, teólogo y crítico Yakov Driskin, que recogió todos los escritos que había en las gavetas del apartamento de Jarms, tras su arresto en 1941, y los guardó. Driskin no fue exactamente su Max Brod, porque a diferencia de Kafka, Jarms sí quería publicar.

Pienso que Stalin fue un gran crítico literario. Casi todos los historiadores se tragaron la imagen que de él dio Trotski, la de un campesino ignorante, bruto, brutal y pretencioso. Pero lo más probable era que tenía mucha más cultura que lo que dejaba entrever. La lista de los escritores que sufrieron prisión, censura y pasaron por sus Gulags o murieron en ellos, entre los que se pueden contar Bulgákov, Ajmatova, Solzhenitsin, Mandelstam, Babel, Zamiatin, Shalamov y Victor Serge (que fue concuño de Jarms), bastaría para hacer una antología de lo mejor de la literatura rusa y universal. Nunca antes en la historia un grupo tan enorme y tan destacado de escritores habían sufrido el peso de una dictadura tan férrea. Stalin era exquisito, entendía perfectamente al enemigo, los detectaba con precisión, sabía distinguir entre la grandeza y la mediocridad. Luego los humillaba y los destrozaba. Se dice mucho que Fidel Castro es un lector voraz. Puede ser, pero no se nota ni en su retórica ni en su visión utilitaria de la literatura, debe ser que no digirió bien sus lecturas.

Muchos críticos, entre ellos George Saunders, se niegan a reducir a Jarms como un escritor que dio una respuesta absurda a la brutalidad de su época. Piensan que, dado su estilo, hubiera sido un escritor incómodo en cualquier parte. Hay cierta razón en ello, pero es imposible echar a un lado las circunstancias en las cuales vivió y las vejaciones que sufrió. Lo cierto es que su literatura trasciende su momento histórico, quizás, como decía Oscar Wilde, hay obras literarias que responden a preguntas que aún no se han hecho.

Los que se niegan a ver el aspecto de crítica antiestalinista lo hacen pensando en escritores o artistas que son malditos en sus países pero que una vez que parten al exilio se vuelven parte del nuevo establishment, se acomodan. Es cierto, a muchos se los traga la academia y a otros el éxito financiero. Lo que sucede es que aunque muchos hayan emigrado, su mente aun reside en su país de origen y se mantienen incómodos, ya en menor medida, para la sociedad que se vieron obligados a dejar.

Reinaldo Arenas, por ejemplo, fue también un escritor incómodo y lo siguió siendo una vez exilado, no solo en su literatura, cuyos temas no eran apropiados para aquellos que disfrutan del discreto encanto de la burguesía, sino en sus presentaciones personales y en sus perennes enfrentamientos contra amigos y enemigos. Nunca le interesó ser vendible ni ser popular. Fue genio y figura hasta su sepultura. Otro escritor incómodo, en otro sentido,  fue Solzhenitsin, quien comenzó a habitar sus propias ideas, cada vez más reaccionarias, y se volvió insoportable tanto a sus benefactores como a sus seguidores. Tanto Jarms, como Arenas, como Solzhenitsin y no muchos otros, son escritores devotos de sus propias causas, tanto estéticas como políticas. Nunca se dejaron allanar. Los tres también representan una resistencia, un reto literario y personal al sistema en el cual se desarrollaron.¿Cuántos otros escritores incómodos quedaron escondidos en sus gavetas rusas, cubanas, checas, búlgaras y de tantos otros países? Es difícil pronosticar si se sabrá algún día. Esta es una historia que se rescribe incesantemente.

 

Roberto Madrigal

5 comments:

  1. Gracias por este artículo y tu recomendación Roberto. Eres la segunda persona que en menos de una semana habla, o escribe, sobre Jarms. ¡Lo voy a buscar! Cuando leo sobre todo lo que han pasado tantos autores, qué vidas, y qué finales de vida, a veces creo que los que estamos aquí y podemos escribir en libertad nos quejamos de vicio...cariños taoseños,
    la Te

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  2. Hermoso artículo, Ro. ¡Gracias! También tú eres un maravilloso escritor, no solo por tu propia obra la publicada y la engavetada, sino por lo mucho que cuidas y defiendes lo mejor de la literatura de cualquier rincón del mundo. Me encanta ese compromiso personal que tienes. Agradecida por lo que me tocó. :) Un abrazo desde la Feria del Libro de Guadalajara (¿te acuerdas de cuando nos conocimos en una Feria del Libro?). Besos a Te, siempre dulce, solidaria y buena escritora.

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  3. Gracias. Me gustan mucho sus articulos, Madrigal. Salgo en busca de Jarms.
    Teresa María.

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  4. Abrazo Maestro. Excelente articulo.

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