Sunday, June 17, 2012

Con las medias puestas



A finales de los años setenta, un grupo de amigos decidimos celebrar una especie de “Festival de Películas de Relajo”, que era como entonces se conocía popularmente al cine pornográfico. Nos motivó el hecho de que un amigo se había encontrado con unas cuantas películas de relajo filmadas en Cuba y en México en los años veinte y treinta. Todas eran copias de ocho milímetros, silentes y en precario estado. A ello se sumó el entusiasmo instigador de un no muy cercano conocido nuestro, llamado Máximo Palenzuela, quien ofreció aportar algunas películas que obraban en su poder y un proyector de ocho milímetros.

Con las dificultades técnicas resueltas, decidimos que la sede del evento sería la casa de Rafael Saumell, quien por entonces era el guionista del segundo programa más popular de la televisión cubana, Todo el mundo canta (al cual solamente superaba en popularidad Para bailar), porque contaba con una amplia sala que él había acomodado para reuniones y descargas. También contaba con un espacioso portal techado que por meses fue la residencia temporal de El Caballero de Paris.

La noche del evento comenzó con un aguacero torrencial que no paraba y empapados, llegamos finalmente a la casa, entre otros, Jorge Posada, Juan Carlos Granados, Ricardo Oteiza, Ernesto Horschek, el ya mencionado Máximo Palenzuela y otros que no cito por motivos de salud, ya que aun viven en Cuba.

Una vez montados los equipos y las películas, nos enfrentamos al primer escollo. La casa de Rafael quedaba en la calle 124, entre 49 y 51, a una cuadra de la Plaza de Marianao, que por entonces era un constante hervidero de gente, ya que era el final de la ruta de muchas guaguas y el comienzo de la ruta de otras. Ahí hacían transferencia los que iban o venían de La Habana Vieja, La Lisa, Bauta, Arroyo Arenas, Mariel, Pinar del Río, Punta Brava, Vedado, Lawton, Rancho Boyeros y muchas otras localidades. El interminable diluvio hizo que la pasajeros que esperaban sus rutas en las paradas al descampado,  buscaran refugio en el portal de la casa y, como es todo en Cuba, se pusieran a mirar al interior a través de las persianas, que no cerraban perfectamente y que nos obligaron a poner sábanas, toallas y cuanto trapo estuviera a nuestro alcance para bloquear la vista. Por supuesto, ante las interminables esperas, muchos tocaban a la puerta pidiendo un poco de agua o hasta una cachada de cigarro.

Finalmente, entre interrupciones, buches de Coronilla y pedazos de pan viejo, pudimos ver unas seis o siete peliculitas, bastante cortas y de pésima hechura, pero de tan ridículas divertidas, un cruce auténtico entre el camp y el kitsch.

Palenzuela, que era el más entusiasta, apareció después, en mayo de 1982, como uno de los testigos principales que el G-2 presentó en sus acusaciones contra Rafael Saumell, incriminado por intentar de sacar del país “clandestinamente” su obra literaria, a través del cónsul francés. En el juicio, Palenzuela citó, como elemento crucial de diversionismo ideológico, el festivalito de cine de relajo, así como la novela inédita de Posada, titulada entonces alternativamente La Habana es una mierda o Los fieles rompen demasiado, que estuvo en manos de Rafael y que sí logró sacar a través del cónsul. Varios años de cárcel le costó todo esto a Rafael, quien afortunadamente hace años que ejerce como profesor en Sam Houston College y quien ya pudo publicar su novela En Cuba todo el mundo canta.

Pero lo que más me llamó la atención en todas las películas que vi, fue que el personaje central masculino, así estuviera en apretado combate carnal con una obesa masiva con sus masas desparramadas sobre su cuerpo, o lidiando apretadamente entre un enano, una chiva y una flaca ajada, o enfrentándose a una mujer joven y de carnes macizas, en medio de unas camas destartaladas o sobre unas sillas desvencijadas, a veces en calzoncillos y camiseta, otras solamente en calzoncillos, otras en solamente en camiseta, otras completamente desnudo, estaba siempre (y acentúo con redundancia, sin excepción) con las medias puestas.


Roberto Madrigal

2 comments:

  1. La cuadra que mencionas mantiene un pequeño monumento a la libre empresa pues hay en la misma esquina un estudio fotografico particular que le hace competencia (y la vence) a un establecimiento estatal (Photoshop)a escasos 10 metros. No hay peliculas...En la propia cuadra hay tambien una casa donde venden comidas hechas. Al final, con una optica benévola, sigue el relajo y sigue el G2, pero sin las guaguas...

    ReplyDelete
  2. Qué cómico todo...con excepción de la malaventura de Saumell, por supuesto. ¿Y qué habrá sido del chivato? A lo mejor también está en un college de por aquí, que no nos faltan...Pero la imagen del tipo con las medias puestas es una desopillante. Gracias por recordarme Todo el mundo canta...Cuban idol, qué cará!
    Cariños taoseños...

    ReplyDelete