Ha muerto quien al decir de Leonard Barden fue el más grande
ajedrecista que jamás fuera campeón mundial. El lunes 6 de junio, tras seis décadas
de batallas en el tablero y alrededor del mismo, después de una apoplejía que
lo confinó a una silla de ruedas y le atrofió el habla, murió, en Wohlen, un
pueblo cercano a Zurich, a los 85 años, el gran maestro ruso Victor Korchnoi.
Apodado “Víctor el Terrible”, no solamente por su intensa
combatividad ante el tablero, sino por su carácter amargado y su actitud
siempre controversial, Korchnoi nació en lo que se conocía entonces como
Leningrado, en un crudo invierno de 1931, producto de una unión improbable: su
padre era polaco y católico y su madre era judía rusa. Se inició en el ajedrez
a los trece años, durante el sitio nazi a la ciudad. Era entonces un joven
hambriento que estaba interesado en la declamación, el piano y el ajedrez, pero
como tenía una voz pésima y no había piano en su casa, se decidió por el
ajedrez. Quizá estas circunstancias expliquen la fundación de su personalidad.
Fue campeón soviético en cuatro oportunidades entre 1960
y 1970, en una época en la cual coexistieron en ese país los talentos más
grandes de la historia del ajedrez, ente los que se contaban Tal, Botvinnik,
Petrosian, Spassky, Stein, Polugaevski, Geller, Smislov, Taimanov, Bronstein y
muchos otros genios. Ganó una casi infinita cantidad de torneos internacionales
de primera línea, entre ellos la segunda y la séptima edición del Capablanca In
Memoriam, en los años 1963 y 1969 respectivamente (en esta última lo hizo
empatado con Alexei Suetin), pero alcanzó su protagonismo más grande en sus
encuentros con Anatoly Karpov, con quien se enfrentó tres veces por el título mundial
(aunque en la primera batalla en 1974, el título se le cedió a Karpov al año
siguiente porque Fischer renunció a defender su título).
Siendo Karpov el favorito de la burocracia soviética, la
federación de ajedrez le puso obstáculos a Korchnoi durante el match, no
permitiendo a ningún gran maestro soviético que asistiera como entrenador a
Korchnoi. David Bronstein se atrevió, y como confesó en su libro Secret Notes publicado en 2007, fue
castigado por ello y además lo forzaron a jugar un torneo antes de que
comenzara el match en 1974. Finalmente, Korchnoi, quien jugó casi todo el encuentro
solo contra Karpov y su ejército de asistentes, consiguió la asesoría de los
británicos Raymond Keene y William Hartston, ya tarde. Perdió 12.5-11.5.
Después de este match, la mayoría de los grandes maestros
soviéticos, liderados por Tigran Petrosian, hicieron declaraciones públicas en
contra de Korchnoi y la federación le prohibió jugar torneos internacionales.
En 1976, tras conseguir jugar un torneo en Amsterdam, Korchnoi decidió desertar
y radicarse primero en Holanda, luego en Alemania Occidental y finalmente se
estableció en Suiza, donde vivió desde 1978 hasta esta semana. Atrás quedó su
esposa Bella y su hijo Igor, quien fue a parar a la cárcel en venganza
perpetrada por el gobierno.
Poco antes de su segundo match con Karpov, en 1978,
comenzó la lucha porque liberaran a su hijo y el gobierno soviético le prometía
liberarlo y luego se lo negaba. Bajo estas circunstancias se enfrentó a Karpov,
tras arrasar con Petrosian, Polugaevski y Spasski en el torneo de candidatos.
El encuentro tuvo lugar en Baguio, Filipinas y se convirtió en un gigantesco
show mediático y político. Hubo quejas de que los soviéticos instalaron un
hipnotizador en el público y que le mandaban señas secretas a Karpov. Korchnoi
exigió ubicar unos espejos en el escenario y que se hicieran radiografías de
las sillas antes de cada juego por temor a que los soviéticos hubieran
instalado dispositivos de causar ondas magnéticas o de hacer sonidos cuando le
tocara el turno a de jugar a él. El tope se extendió a 32 juegos y Karpov
resultó vencedor al ganar seis partidas contra cinco Korchnoi y entablar
veintiuna.
El siguiente encuentro por el campeonato mundial tuvo
lugar en Merano, Italia, en 1981. El hijo de Korchnoi seguía preso y en una
jugada viciosa, fue liberado y forzado a enrolarse en el ejército, con lo cual
no se le permitió abandonar el país. “La masacre de Merano” terminó con un
triunfo de Karpov en dieciocho partidas. El campeón ganó seis y Korchnoi
solamente dos. Tenía ya 50 años y cinco años de batalla contra el aparato
soviético.
No obstante, Korchnoi se mantuvo jugando a los más altos
niveles hasta bien entrados los setenta años. En 1984 se enfrentó a Gary
Kasparov en el torneo de candidatos. El encuentro debió realizarse en Los
Angeles, pero los soviéticos no permitieron que Kasparov fuera, alegando la
ventaja política del “desertor y traidor” Korchnoi en pleno corazón del “imperialismo”.
El triunfo le fue adjudicado a Korchnoi por abandono de su oponente, pero este
se negó a ganar de esa manera y aceptó que el evento se trasladara a Londres,
en donde fue derrotado con facilidad por Kasparov. En 2006 ganó el campeonato
mundial para seniors, en el cual participaron jugadores de la envergadura de
Yanis Klovan, Vlastimil Jansa y Yevgueni Vassiukov. A los 75 años todavía ocupaba
el lugar 85 en el ranking de la FIDE.
Korchnoi fue un hombre amargado Su carácter se reflejaba
en su juego, que era agresivo y complicado, a veces incomprensible. No tenía
buena opinión de ninguno de sus oponentes, de quienes decía (y esto incluía a
Petrosian y a Tal entre otros campeones mundiales) que eran jugadores
inferiores. Se le consideraba arrogante y desdeñoso. Lo fue.
Solamente reconoció como sus grandes influencias a Mijail
Botvinnik y a Emmanuel Lasker, este último en el aspecto psicológico. De los contemporáneos solamente respetaba a
Fischer, de quien consideraba que su nivel era “de otro planeta” y a Kasparov.
Ni siquiera Spasski, su amigo de la infancia, se salvó de su azote verbal.
Durante el Capablanca de 1969 andaba yo en compañía del
maestro internacional español, ciudadanizado cubano, Francisco J. Pérez, cuando
nos tropezamos con Korchnoi a la salida del Salón de Embajadores del hotel
Habana Libre. Pérez lo conocía y mezclando ruso con francés le preguntó que
cómo se las arreglaba para mantener esa actitud beligerante ante sus oponentes
y Korchnoi replicó que cuando se sentaba al tablero, minutos antes de comenzar,
se concentraba pensando que su contrario de turno era su enemigo mortal, que le
había mentado la madre y piropeaba a su esposa.
Controversial y difícil de sobrellevar, no todo fue
heroísmo en su vida. Cuando finalmente, en 1982, liberaron a su hijo y lo
dejaron salir junto a Bella, la esposa de Korchnoi, este no fue a recibirlos al
aeropuerto, sino que envió a un abogado con una demanda de divorcio para que
esta la firmara. Igor nunca más habló de su padre en público.
Se mantuvo como fiel enemigo de la Unión Soviética hasta
que esta desapareciera antes que él. Detuvo a un entrevistador que mencionó la
palabra emigrante refiriéndose a él, para aclarar que lo suyo fue deserción y
exilio en protesta contra las autoridades soviéticas porque no podía vivir en
un país que no respetara la individualidad.
Korchnoi fue un hombre de grandes contradicciones entre
el protagonista público, el individuo privado y el ajedrecista. Jugó más de
cinco mil partidas en torneos oficiales y mantiene record positivo contra
muchos de los grandes campeones de todos los tiempos (Tal, Petrosian y
Spasski). Tesonero y siempre abierto a aprender, Vassiukov calificó su juego como
“falto de armonía interna” pero agregó que como “el gran luchador y deportista
que era, fue capaz de sobreponerse a sus limitaciones”. Acaba de morir un
grande, un hombre que tuvo que enfrentarse tanto a sí mismo como a la época que
le tocó vivir.
Roberto Madrigal
hay una anécdota simpática con K y Bruzón. coincidieron en un torneo y K ofreció tablas. B, joven y ambicioso con leve ventaja de blancas, forzó y perdió, y K en su mal espanol le dijo al final: "cuando la vieja dice tablas, acepte tablas". Un abrazo
ReplyDeleteYo lo vi de lejos, pero como mal ajedrecista,preferia a Tal porque se decia que era mas contestario. Claro esta, que como buen oculto gusano, soportaba a Fischer. Que sabes tu del yoga antes del torneo ? desde el norte con amor, tu amigo
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