La protesta estudiantil que ha tomado las calles
venezolanas en las últimas semanas y a la cual se sumaron los partidos de
oposición, ha llegado a un final sin desenlace que ha dejado algunos muertos,
ha mostrado el rostro de la violencia gubernamental y no ha conseguido, hasta
ahora, ningún objetivo concreto.
Ha tenido que compartir la atención mediática con los
sucesos de Ucrania, que no solamente fueron más sangrientos, sino que
culminaron con la destitución del presidente electo Víctor Yanukovich. Pero
mientras la oposición ucraniana contaba con el respaldo activo de la Unión Europea y de los Estados Unidos,
enfrentados en una lucha territorial contra la Rusia de Putín, los países del
Cono Sur guardaban un silencio cómplice con el gobierno venezolano, emitiendo
declaraciones tibias, como son los casos de Juan Manuel Santos, José Mujica y
Ollanta Humala, o expresando su apoyo incondicional al matón de Nicolás Maduro,
como han declarado públicamente (no hay sorpresas aquí) Rafael Correa, Cristina
Fernández y Evo Morales. El presidente paraguayo Horacio Cartes, que se
balancea en la cuerda floja en lo que se refiere a su relación con los países
de la región y que desde que tomó el poder el año pasado ha hecho lo indecible
por mejorar las relaciones con Venezuela, también calla y otorga.
La oposición venezolana está aislada. No importa que la
protesta se base en un malestar real que responda a la creciente violencia
tanto criminal como gubernamental, a la escasez de productos básicos, al
aumento de precios de bienes de consumo necesarios, al acoso a los medios de
prensa. Realidades todas ciertas y más que bien documentadas. El hecho de que
es la clase media y los grupos conservadores los que llevan la voz cantante,
enajena a los populistas, a la izquierda y a los gobiernos de los países
desarrollados, que siempre buscan la participación de las clases más pobres
para darse por enterados de lo que pasa en el Tercer Mundo.
Los sucesos de las últimas semanas también revelaron un
cisma en la oposición. La figura de Capriles, así como la de sus seguidores,
brilló por su ausencia desde el principio y no fue hasta que la protesta
alcanzó niveles inicialmente insospechados, que se han sumado a ella. Muchos
grupos opositores no parecen entender el valor de presión social que tiene la
desobediencia civil en una democracia. Llaman a dialogar con los sordos que
detentan el poder. Es cierto que técnicamente el gobierno venezolano es un
gobierno democráticamente electo, pero es también un gobierno que no solo abusa
de su poder, sino que hace lo posible por violar y burlarse de la constitución que
lo llevó al poder.
Para un observador distante y medianamente informado como
yo, los objetivos de la oposición, aparte de enfrentarse a Maduro y sus
secuaces, no están claros. No parecen tener un plan de acción bien delineado,
una línea política definida o una unidad consensual para exigir los derechos
civiles. Desde Rosales hasta ahora Leopoldo López, la oposición no se ha podido
ver más allá del rostro que la representa en cada momento.
Eso no quiere decir que sus acciones, de seguir
insistiendo, no lleven a resultados positivos. En definitiva Maduro es un
incompetente que mira hacia La Habana buscando consejos y que probablemente
enfrenta varios enemigos internos. Pero sin una posición común y coherente no
se puede avanzar. Por lo general, la oposición venezolana se ha mostrado
unificada en años electorales. Este año no hay elecciones de ningún tipo en
Venezuela, es importante para la oposición buscar algún punto de confluencia.
Roberto Madrigal
El 50% de los ciudadanos de Venezuela se oponen al chavismo. Por lo menos, esos fueron más o menos los resultados de las pasadas elecciones. Sería difícil pensar que la clase media venezolana abarca la mitad del país, por lo que me atrevería a decir que un gran número de "pobres" no simpatizan con el régimen de Nicolás Maduro. Sin duda alguna, el alzamiento nacional callejero que vemos en Venezuela es el síntoma claro de un país que ya no soporta no sólo las carestías sino también la opresión y los desmanes de un gobierno de signo cada vez más autoritaro. Pero carece de sentido pedir objetivos claros a ese movimiento ad hoc que son las manifestaciones populares. No creo que siquiera la toma de la Bastilla tuviera objetivos claros. Esas rebeliones empiezan motivadas casi siempre por asuntos inmediatos muy simples y derivan en movimientos más radicalizados, a medida que la represión las golpea. De exigir pan pasab poco a poco a pedir "libertad, igualdad y fraternidad". Los países latinoamericanos nunca atacarán a Maduro porque Chávez se encargó de hacerles beneficiarios de su generosidad petrolera. Sólo cuando esté a punto de desplomarse el gobierno, creo, dirán algo sobre lo que ocurre en Venezuela. Eso sí, es palpable que cada día que pasa y las imágenes afloran en los medios internacionales, Maduro pierde legitimidad y prestigio. Y mientras se erosiona, estoy seguro de hay un alto militar venezolano sentado en alguna parte, con un hijo estudiando en Europa por cuenta de los contribuyentes norteamericanos, y una cuenta de banco en las Islas Caimán, listo para tomar las riendas cuando llegue el momento adecuado. Tiempo al tiempo.
ReplyDeleteBueno el comentario de MB contrastando la negatividad del creador del blog.
ReplyDeleteEstoy totalmente de acuerdo con Roberto Madrigal. Excelente analisis y sabio consejo para los estudiantes y oposicion. Ojala puedan leer este texto.
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