Wednesday, May 29, 2013

Rescates culturales II



El lunes 29 de abril publiqué en este blog, bajo el título de Rescates culturales, un artículo de Rogelio Fabio Hurtado que a su vez respondía a uno publicado en el número 78 de 2013 de la revista Unión, firmado por Carlos Velazco en el cual se “rescataba” la figura del fallecido escritor cubano Esteban Luis Cárdenas. En ese momento no tenía en mis manos el trabajo de Velazco, pero después de haberlo leído quiero añadir algunas cosas a lo dicho por Hurtado.

Carlos Velazco es el autor, junto con Elizabeth Mirabal, de Sobre los pasos del cronista, un libro interesante sobre la obra periodística de Guillermo Cabrera Infante hasta más o menos 1966. El libro reúne una gran cantidad de información que andaba dispersa anteriormente y tiene unas cuantas entrevistas que aportan datos nuevos sobre la figura de Cabrera Infante. Es un valioso documento, con sus altas y sus bajas, con graves errores metodológicos con respecto a las fuentes de información y con algunas medias verdades insertadas, quizás para no buscarse muchos problemas con las autoridades, ya que aborda un tópico muy combustible.

También tiene un trabajo sobre René Jordán, por lo que parece ser el arqueólogo cultural de moda, permitido por los burócratas del ministerio de Cultura. A pesar de su corta edad, nació en 1985, es el jefe de redacción de la revista Unión, que es el órgano oficial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, lo cual lo convierte a su vez, en un burócrata de la cultura.

Su artículo sobre el escritor Esteban Luis Cárdenas (Ciego de Avila 1944- Miami 2010) adolece de muchos de los defectos que se detectaron en su trabajo sobre Cabrera Infante, solamente que aquí las medias verdades son demasiadas, hay mucho descuido respecto a la cronología de varios hechos y no cita las fuentes de las cuales obtiene los datos, además no se ocupó de buscar información de personas y publicaciones que estaban a su disposición y que hubieran dado mejor luz al tema.

Quiero añadir algunas cosas a lo expuesto por Hurtado en su trabajo.  Cuando Velazco habla de que en Cuba Cárdenas fue solamente leído por sus amigos, no fue publicado y sufrió las consecuencias de su propia honestidad, parece que Cárdenas operaba en un vacío, o quizás en Suecia. No se mencionan para nada las fuerzas que lo reprimieron y lo marginaron, las que lo fueron llevando al silencio y a la imperiosa necesidad del exilio. Es como si Cárdenas, solamente por ser Cárdenas, se hubiera puesto contra la pared.

Luego habla de su “solicitud” de asilo político en la embajada argentina que finalmente lo condujo a la cárcel y dice que a Cárdenas “lo dominaba una obsesión: irse”. Es obvio que Velazco no entiende nada del entorno bajo el cual se desarrolló mi generación. La obsesión de irnos se nos impuso por un sistema que no admitía voces diferentes, de unos guardianes celosos que vigilaban la menor expresión de individualidad o de falta de conformidad, para eliminarla. Incluso al mencionar que trató de vender algunas pertenencias para dejar algún dinero a la madre de su hija Addis Annia, sugiere que quizás “haya pensado en salir con una modesta suma del país”. Parece desconocer que el dinero cubano no valía nada en aquel momento y que nadie que buscara asilo en una embajada o tratara de irse clandestinamente pensaba en llevar dinero consigo. Es más, nuestra generación fue indiferente al dinero.

Cuando entra en el tema de la vida de Cárdenas en el exilio insiste en que “padeció la pobreza, pero el término más preciso para él sería ‘miseria’…” y habla de sus dos accidentes, situando uno a principios de la década de los ochenta. Aquí, al obviar la cronología precisa, escamotea la realidad y las causas que llevaron a Cárdenas a esa miseria. Este había salido de Cuba en enero de 1980, y su primer accidente ocurrió cuando aun no llevaba un mes en los Estados Unidos. Iba de pasajero, dormido en un auto cuando un vehículo se les vino encima. Cárdenas sufrió graves lesiones y quedó completamente inhabilitado. Tuvo que pasar por múltiples operaciones y largas estadías en el hospital. Cuando llegué a Estados Unidos en mayo de 1980 y me encontré con él, no se cansaba de elogiar, sinceramente agradecido, la atención médica que había recibido y como los médicos habían hecho por él mucho más de lo que su deber requería. Eso fue lo que llevó a Cárdenas a la miseria económica, el hecho de que el accidente lo incapacitó para ganarse la vida y tuvo que vivir de la seguridad social apenas llegado aquí. Después tuvo otro accidente, casi diez años más tarde que remató al anterior y lo hizo retrasar en todo lo recuperado.

Cuando en 1982 comencé a editar la revista literaria Término, junto a Manuel Ballagas, Esteban Luis Cárdenas fue parte del consejo editorial (el resto lo constituía Ricardo Oteiza, Jorge Posada y Orlando Alomá, el diseñador fue Reglo Guerrero). En el primer número publicó un trabajo titulado Operación profilaxis, sobre un comando de la seguridad del estado dirigido a reprimir a la juventud cubana. En el tercer número publicó dos poemas, uno de ellos titulado Mi mujer más negra que un hechizo dedicado a Ana María Paredes. Velazco no parece tener noticia de esto, no se ocupó en buscar la publicación, que se supone está disponible en la Biblioteca Nacional José Martí y en la de la Casa de las Américas.

Después cita una reunión entre Cárdenas, Reinaldo Arenas y Carlos Victoria, en la cual se supone que estos últimos conspiraron para ocultarle a Cárdenas el padecimiento de Arenas. No solamente como está narrada no resulta creíble, sino que tampoco cita de dónde obtuvo la información.

Su juego constante de la suerte de Cárdenas ligada a la premonición del babalawo que visitó, una historia de muchas versiones, y la relación del destino del escritor con el orisha Osain, la cual repite y ensancha a medida que progresa el trabajo, parece insistir en presentar la negritud de Cárdenas, lo que se advierte desde el título del trabajo (Patakí). Al parecer con esto quiere relacionar su miseria en el exilio con su raza y de paso minimiza el alcance de su obra. Se equivoca Velazco porque Cárdenas es un escritor sin raza ni geografía, que produjo una literatura trascendente.

Por otra parte sus amigos nunca lo abandonaron y Cárdenas siempre estuvo consciente de ello. Su libro Cantos del centinela, salió gracias al esfuerzo del escritor Carlos Díaz, que dirigía la editorial La Torre de Papel y al de un grupo grande de amigos que compramos por adelantado los ejemplares para hacer posible la financiación y poder lanzar al poeta. Despúes, Ramón Alejandro como editor costeó la edición de su siguiente libro. Pero Velazco no se ocupó de establecer contacto con los amigos de Esteban Luis. Hay muchos en Cuba, entre ellos el propio Rogelio Fabio Hurtado y en el exilio hay decenas que hubieran podido abundar en la obra y la personalidad de Cárdenas.

Todavía no entiendo la razón por la cual se ha decidido reivindicar a Cárdenas en la isla. Una razón, por supuesto, es porque está muerto, ya no puede protestar, pero es obvio que es una reivindicación a conveniencia, manipulando la información recogida a conveniencia, para exonerar a los verdaderos culpables de que Esteban Luis nunca publicara ni fuera conocido en Cuba. Si bien se agradece la intención de rescatar una figura que nunca mereció el silencio que se le impuso, el hecho de reconstruirlo en base a una información deliberadamente incompleta y con la cronología convenientemente anacronizada, echa por tierra el esfuerzo y hay que decirle: Thanks, but no thanks.

Roberto Madrigal

 

Para leer el artículo de Rogelio Fabio Hurtado pinche: http://www.rmadrigaldil.blogspot.com/2013/04/rescates-culturales.html

 
Para leer el trabajo de Carlos Velazco pinche: http://archdil1.blogspot.com/2013/05/esteban-luis-cardenas-pataki.html

 

5 comments:

  1. Parece reivindicación, pero no lo es. De ahí el escamoteo y las mistificaciones. En el metalenguaje de la dictadura y sus escribanos, hay que sacar a la luz a Guillermo Cabrera Infante para contrastar al "escritor de la revolución" que fue con el "escritor enemigo" en que se convirtió. De igual manera, Esteban Luis Cárdenas sale a flote sólo como fábula y moraleja: Si te obsesionas con irte para escribir en libertad, puedes morir discriminado, enfermo y abandonado.

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  2. La razon? Racial.

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  4. Gracias, Roberto, por compartir estas luces sobre la vida de Cárdenas... Carlos Velazco, caray, tú no tienes ningún problema con el G-2... Recemos por que este astuto burócrata no caiga en Miami y funde una TERTULIA LITERARIA en plena Calle Ocho.

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