Monday, January 14, 2013

Mujer sin fronteras


Guillermo Cabrera Infante fue uno de los primeros en descubrir su talento. En 1997, en su libro Cine o sardina escribió: ”La Bigelow ha dejado atrás a todas sus congéneres (Susan Seidelman, Penny Marshall, Gillian Armstrong: directoras de ahora)…Interrogada sobre su visión violenta y su sexo responde: …’no es que las mujeres no puedan hacer cine, sino que mucha gente cree que no pueden’…Bigelow, con cuatro cintas admirables en los ocho años que lleva en Hollywood, prueba, al menos, que ella puede”. Y eso que todavía no había hecho lo mejor de su obra.

Con siete largometrajes a su haber, Kathryn Bigelow es la única mujer ganadora del Oscar a la mejor dirección y a la mejor película en el mismo año con The Hurt Locker. No es que sea la única directora americana de hoy en día, hay muchas y muy buenas en estos momentos, como Kelly Reichardt, Julie Taymor y Lisa Cholodenko, por citar solo algunas, sino que es la única que trabaja dentro del sistema de las grandes productoras hollywoodenses y utiliza sus esquemas para romperlos y redefinir sus límites. Nunca es prisionera de los cánones y es siempre inclasificable. Por contraste, la excelente directora danesa Susanne Bier tuvo que aceptar los postulados de Hollywood en su primer y hasta ahora único intento de trabajar con grandes presupuestos en Things We Lost in the Fire (2007) y se regresó a Dinamarca humillada y ofendida.

Dicen que Bigelow era una pintora excelente. Nacida en San Carlos, California, se graduó con un título de Bellas Artes de el San Francisco Arts Institute y obtuvo una beca para estudios independientes en el museo Whitney de Nueva York. Una vez en Manhattan comenzó a reunirse con Philip Glass y Susan Sontag y formó parte de un grupo de pintores conceptualistas. Regresó a California y enseñó en el California Institute of Art. Ahí parece que le entró el virus del cine y realizó, en 1978, un corto desconstructivista sobre la violencia titulado The Set-Up que llamó la atención de Milos Forman, quien la recomendó para que ingresara en la universidad de Columbia, donde enseñaba el director checo, a estudiar cine. Allí obtuvo su maestría en Bellas Artes.

En 1982 irrumpió en la escena cinematográfica con The Loveless, filme que también significó el debut de Willem Dafoe en la pantalla, un filme de época, que era en realidad una exploración existencialista de la violencia, muy difícil de catalogar. Fue una producción independiente, pero Hollywood tomó nota. Cinco años más tarde realiza Near Dark (1987), un filme sobre un joven que se une a una familia de vampiros que deambulan por el desierto, pero que es una mezcla de thriller, con western, con leyendas de vampiros y una dosis de “road movie”. Una película para adolescentes que no es para adolescentes. Esta fue también una producción independiente de bajo costo.

Salta entonces, en 1989, a trabajar con los estudios tradicionales cuando realizó Blue Steel,un thriller que va más allá del género y se convierte en una cinta sobre una obsesión pasional fatídica entre Ron Silver y Jamie Lee Curtis. Luego, en 1991, dirige Point Break, sobre practicantes del surf que mezclan el robo de bancos con el budismo Zen y que, aunque se deshace en sus últimos quince minutos, resulta un filme interesante. Cuatro años más tarde realiza Strange Days (1995), un filme futurista que mezcla thriller con ciencia ficción sin llegar a definirse en ninguno de los dos géneros. En el año 2000 realiza The Weight of Water una película desigual, que trata sobre crímenes paralelos en dos períodos históricos diferentes, pero que es visualmente sobrecogedora. La sigue con K-19: The Widowmaker (2001), un drama sobre la guerra fría que transcurre en el ambiente militar de un submarino, que tampoco es un filme de guerra tradicional. Es probablemente su obra más débil.

En todo este tiempo, entre largometrajes, hizo varios episodios para series de televisión, trabajando, entre otros, con David Lynch. En el año 2008 realiza el filme que la consagra, The Hurt Locker, ganadora de 95 premios, incluyendo seis óscares, entre los que se destacan los ya mencionados como Mejor Película y Mejor Dirección. Su triunfo tuvo el añadido placer de vencer a su exesposo James Cameron, que competia con Avatar. El filme sucede durante la guerra de Irak, pero no es un filme de guerra, sino es una meditación sobre las complejidades psicológicas que caracterizan a sus participantes y la influencia de la experiencia en la vida íntima de los soldados.

Zero Dark Thirty (2012), es su última producción, que también ha sido nominada a los premios de la academia y que ya ha ganado premios de dirección, fotografía, actuación y dirección en los Globos de Oro, en los galardones que ofrece el American Film Institute, el New York Film Critics Circle, el de Los Angeles Film Critics Association, el del National Board Review y el del Festival de Hollywood entre tantos otros.

El argumento se basa en la operación llevada a cabo para la captura de Osama BinLaden. Pero de nuevo, Bigelow resulta inclasificable. Esto no es un filme de guerra, ni un thriller, ni un drama de espionaje. Es todo eso y más. La trama se centra en el personaje de Maya, excelentemente interpretado por Jessica Chastain (de quien ya se puede decir que es una de las más grandes actrices de esta década), un operativo de la CIA que dedica nueve años de su vida a tratar de localizar a BinLaden. Bigelow se interesa más por la psicología no íntima, sino de la conducta de este personaje, una mujer joven dedicada excesivamente a su trabajo, pero que no pierde su sentido intuitivo y logra imponer sus convicciones por encima de los burócratas y otros espias que tiene por encima de ella.

Bigelow se toma su tiempo para desarrollar situaciones y personajes. No hay grandes efectos especiales y las escenas de guerra están presentadas en tomas subjetivas, desde el punto de vista de los participantes. Se limita a exponer sin enjuiciar. Hay escenas de tortura que luego conducen a los personajes a meditar sobre la misma, a presentar sus creencias libremente y a cambiar sus principios muchas veces según la situación lo amerite. Bigelow pone todas las cartas sobre la mesa, no encasilla a sus personajes, deja al espectador decidir, si puede, quienes son los buenos y quienes son los malos. No hay trucos políticamente correctos y muy pocas veces cede al sensacionalismo y a las frases grandiosas. Bigelow no trata de vender Héroes, asi con mayúsculas, sino individuos normales que resultan heroicos en situaciones extraordinaria.

La película comienza con la pantalla en negro mientras en la banda sonora se escuchan grabaciones reales de personas que se encontraban en el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, tratando de comunicarse y despedirse de sus familiares, sabedores de lo cerca que están de la muerte y termina con la angustia que recorre a Maya mientras tiene que limitarse, como espectadora pasiva, a observar el resultado de una misión riesgosa, que es responsabilidad suya y que está basada en una corazonada bien arraigada, sin que todas las pruebas obtenidas en el terreno la confirmen. Bigelow logra una gran intensidad en las escenas del asalto a la residencia de BinLaden, a pesar de que todos sabemos el final.

Aparte de la firme dirección de Bigelow, que no permite que el argumento se le vaya de las manos en ningún momento, ni cede al melodramatismo barato, la película cuenta con la excelente fotografía de Greig Fraser, que utiliza el grano adecuado en cada momento, la apropiada música de Alexander Desplat y una sólida actuación de conjunto de todo el elenco de intérpretes, aunque hay que destacar la sobresaliente actuación de Jessica Chastain, que no solamente interpreta al único personaje verdaderamente principal, sino que está en casi todas las escenas de la película. Bigelow es una extraordinaria conductora de actores. La directora se encuentra en pleno uso de sus facultades, utilizando los géneros a su manera muy peculiar, imponiendo su sello artístico por encima de todo. A los sesenta años, Kathryn Bigelow continúa inclasificable, sin fronteras.

Zero Dark Thirty (E.U.A. 2012). Dirección: Kathryn Bigelow. Guión: Mark Boal. Fotografía: Greig Fraser. Música: Alexander Desplat. Con: Jessica Chastain, Jason Clarke, Reda Kateb, Kyle Chandler, Jennifer Ehle y Edgar Ramírez. De estreno amplio en todos los Estados Unidos y en Europa.

Roberto Madrigal

1 comment:

  1. Pero querido Roberto, la película es un bodrio, bien lejos de las obras maestras de la Bigelow...

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