Friday, July 1, 2011

El árbol de la pomposidad

Cuando Pauline Kael hizo añicos, injustamente, en las páginas del New Yorker, su primer largometraje Badlands (1973), a Terrence Malick le dio un ataque de solemnidad en medio de su frustración. Kael además insistió que comparada con la producción de sus contemporáneos, Francis Ford Coppola, que ya para entonces había hecho la primera parte de The Godfather (1972), y Martin Scorsese, que ya contaba en su haber Mean Streets (1973), la obra de Malick podía considerarse menor. En realidad Badlands es una obra narrada en tono menor, pero es una película excelente, que ha vencido la prueba del tiempo y que se puede considerar entre la mejores películas americanas de su década.
Malick, una de los más prometedores jóvenes directores americanos de aquel momento en el cual se empezaba a tomar en serio el cine de autor en los Estados Unidos, demoró cinco años en hacer su próximo filme y ya para entonces adoptó la grandilocuencia como lenguaje cinematográfico. En Days of Heaven (1978), el tono es épico y se manejan elementos metafísicos, de manera nada sutil, mediante la inesperada aparición de una bíblica plaga de langostas. Aunque Néstor Almendros fue nominado cuatro veces al Oscar (Kramer vs. Kramer, Blue Lagoon y Sophie’s Choice fueron los otros tres), éste fue el filme por el cual ganó su única estatuilla. Fue un premio muy debatido, ya que se estimó entonces que lo debió compartir con Haskell Wexler, que se supone dirigió la fotografía en al menos la mitad de las escenas sustituyendo a Almendros, quien tuvo serios problemas de visión y llegó a pensar que se iba a quedar ciego.
En los próximos 30 años, Malick hizo solamente dos filmes, The Thin Red Line (1998) y The New World (2005), dos largas y fallidas epopeyas, pero su voluntario mutismo y su sostenida solemnidad, le ganaron el respeto de los críticos y directores, que lo consideraron como el último de los grandes auteurs del cine americano.
Su filme más reciente, The Tree of Life (2011), comienza definiéndose como una obra de tesis. Alguien susurra: “En la vida hay dos caminos, el de la naturaleza...y el de la gracia...”  Con esta seudosofisticada versión de Patria o muerte, ya se ve venir una trama llena de esquematismos a los cuales la trama se verá obligada a responder. La via de la naturaleza es brutal e inmisericorde, es la fuerza descontrolada que destruye lo que quiere edificar y la encarna el personaje de O’Brien (Brad Pitt), el paterfamilias ingeniero con una mujer, tres hijos y 27 patentes pendientes. Aunque a Malick se le olvida un poco definir la gracia, ésta la encarna el personaje de la madre (Jessica Chastain), que aguanta cuanto abuso comete su marido con todos los miembros de la familia y lidia con ello en momentos de callada soledad, dándose etéreos manguerazos de agua en el jardín de su casa, ignorando lo que le rodea.
Al principio la familia habita una hermosa mansión moderna y se enteran de la muerte de uno de los hijos (se supone, porque no es obvio) y la narración está a cargo de Jack, el hijo mayor ya adulto e interpretado por un susurrante y lánguidamente deprimido Sean Penn, que parece ser un hombre muy exitoso en su carrera, que se mueve entre edificios ultramodernos de estructuras frías y complicadas, en una ciudad no denominada pero que parece ser Houston o Austin. El entorno frío y moderno acentúa su languidez y la gravedad de sus interrogantes: “¿Hermano, dónde estás?...¿Dios, dónde estás?” y de aquí se pasa a una primera e interminable hora en la cual se mezclan bellas secuencias digitalizadas que recorren la historia de la evolución universal, que a veces parece un documental del canal Discovery, que incluyen imágenes que van desde el plancton, pasando por los dinosaurios  y los meteoritos y terminando con la vida presente, con el trasfondo de una banda sonora en la que se escucha una soprano incomprensible entonando el Requiem de Berlioz, que se intercala con imágenes excesivamente coreografiadas en las que Jessica Chastain posa en piruetas de ballerina abandonada y Sean Penn recorre triste y silencioso la pantalla, con la mirada pérdida en el horizonte.
La segunda hora transcurre en los años cincuenta, en Waco, Texas (supongo que la elección de Waco tenga alguna relación sobrenatural con la torpe matanza alli cometida por la fiscal general Janet Reno contra David Koresh y sus fanáticos seguidores), y aquí vemos el origen y evolución de la vida con minúscula, el desarrollo que ha llevado a Jack a ser lo que es (aunque no se sabe exactamente lo que es). La infancia con un padre frustrado y perfeccionista, que se realiza los domingos tocando el órgano en la iglesia) mientras el resto de la semana ama y odia con igual pasión a su mujer y sus hijos. Un bipolar de librito si los hay. En esta segunda hora, que es una película completamente diferente, Malick retorna a todas las virtudes artísticas que exhibió en Badlands. Hay una subyacente y estremecedora violencia que aterra y atrapa sin evidenciarse en la imagen. La actuación del debutante Hunter McCracken como Jack niño es extraordinaria y Jessica Chastain resplandece sin las poses coreografiadas, como una seductora y sensual belleza intangible. La familia se mueve en un mundo de clase media semi-rural (por lo cual el padre debe haber conseguido vender una patente para llegar a vivir como se ven al principio, pero esto se insinúa y queda en el aire), con todas las represiones a los cuales esa clase social se somete en un pequeño pueblo tejano. En esta sección la narrativa fluye novedosa e imaginativa, pero como esto es un filme de tesis, Malick vuelve a sus andanzas metafísicas en los últimos quince minutos, que se convierten en un vacuo ejercicio de pomposidad.
Con baches narrativos en el guión, con una excelente fotografía de Emmanuel Lubezki y con actuaciones eficientes, la falta de humor, las ínfulas de grandiosidad y la puerilidad de sus cuestionamientos filosóficos hacen de éste un filme insoportable, que es aun mas lastrado por la condescendencia explicativa de Malick, que no se permite ser sutil. Sin embargo, quizá por su aura de autor comprometido con sus temas, que se resiste a las tentaciones comerciales de Hollywood, Malick y su árbol de la pomposidad, que el día de su estreno en Cannes fueron recibidos con igual número de aplausos que de abucheos, fueron galardonados con la Palma de Oro, premio máximo del Festival de Cannes de 2011.

The Tree of Life (USA 2011). Dirigida y escrita por: Terrence Malick. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Con: Brad Pitt, Jessica Chastain, Hunter McCracken y Sean Penn. Se estrena en estos momentos en todas las ciudades de los Estados Unidos.

Roberto Madrigal

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