Total Pageviews

Thursday, February 24, 2011

Predicciones con poco riesgo


Predecir los ganadores del Oscar puede ser una tarea seudo-científica y aburrida. En primer lugar uno tiene que considerar las películas que uno piensa que van a ganar y no las que uno cree o quiere que ganen, lo que le resta pasión al asunto. Para ello se pueden utilizar como indicadores los principales premios que se otorgan en Estados Unidos un poco antes de los anticipados óscares. Entre ellos se encuentran los Globos de Oro, que concede la prensa extranjera acreditada en Hollywood (HFPA), una asociación disímil de críticos mayormente irrelevantes, pero que posee cierto poder en la taquilla. Otro buen indicador son los premios que concede el sindicato de los actores (SAG). Por último, se deben considerar los que entrega el sindicato de los directores (DGA). Los imtegrantes de estos dos últimos grupos votan para el Oscar, los de la prensa extranjera no.
Este domingo 27 de febrero será la octogésima tercera ceremonia de concesión de los premios Oscar. Voy a centrar mis predicciones en los que considero los siete premios mas importantes: mejor película, mejor director, mejor actor estelar, mejor actor secundario, mejor actriz estelar, mejor actriz secundaria y el premio a la mejor pelkícula en lengua extranjera.
No voy a listar todos los nominados, porque haría esto un ejercicio muy aburrido. Las nominaciones se pueden encontrar en múltiples sitios de la internet, entre ellos el sitio oficial de la premiación www.oscars.org.
Voy a empezar por predecir los que me parecen indiscutibles. Son merecidos y además ya han ganado todos los otros premios. El mejor actor lo ganará Colin Firth por hacer del rey gago en The King’s Speech, la mejor actriz irá para Natalie Portman por su papel en Black Swan, el mejor actor secundario lo obtendrá Christian Bale por su actuación en The Fighter y la mejor actriz secundaria será Melissa Leo por su rol en The Fighter. En estas cuatro categorías, la única sorpresa pudiera ser en la de mejor actriz secundaria, que pudiera ir a Helena Bonham Carter por hacer de la reina en The King’s Speech.  Baste decir que el 80 % de los ganadores del SAG y de la HFPA en los últimos cinco años han ganado sus respectivos óscares.
Un poco más difícil resulta predecir los premios al mejor director y a la mejor película. Tom Hooper ganó el premio del DGA cuyos ganadores en los últimos cinco años han ganado invariablemente el Oscar, asi que aunque creo que David Fincher (The Social Network), tiene chance, predigo que Hooper ganará por dirigir The King’s Speech.
Aunque extendieron a diez los finalistas del premio a la mejor película, eso no complica las cosas. La que más me gusta de todas es Winter’s Bone y después The Fighter, pero no creo que ninguna tiene la menor posibilidad. El resto me son indiferentes, pero como ya ganó el HFPA y se sabe que es la favorita de Hollywood, apuesto a que The Social Network ganará el premio a la mejor película, para compensar a Fincher por perder el de dirección.
En el premio a la mejor película en lengua extranjera es donde si se complican las cosas. Solamente he visto dos de las cinco nominadas, ya que muchas sólo se ponen un fin de semana en New York o Los Angeles, para que sean elegibles, y nadie las ve hasta que se reciclan después. Eso es muy importante porque los miembros de la academia votan por las que ven y las que más se han exhibido han sido Biutiful, dirigida por Alejandro González Iñárritu y que representa a México, y In a Better World, dirigida por Susanne Bier y que representa a Dinamarca. Ambos son directores favoritos de Hollywood y la danesa ganó el Globo de oro. Pero durante las semanas antes de la premiación, muchos actores, productores y directores dan fiestas en sus casas para exhibir sus películas extranjeras favoritas (o con las que tienen algún interés) para que puedan verlas la mayor cantidad de miembros posibles. Por ejemplo, fue asi como se logró que Antes que anochezca fuera vista lo suficiente como para que Javier Bardem fuera nominado por su portagonización de Reinaldo Arenas. Los dos que más fiestas dieron en favor de esta pelíucla fueron Jack Nicholson y Sean Penn. Yo vi Biutiful, que me pareció bien, pero nada más, no vi la danesa y vi Dogtooth, otra finalista, que representa a Grecia,  que sí me parece una película excelente pero que me da la impresión que no tiene el menor chance. Aquí tiro moneda al aire y dado el enamoramiento que tiene Hollywood con Iñárritu, predigo que Biutiful será la ganadora.
Resumiendo mis predicciones en un solo renglón: The Social Network (película), Tom Hooper (director), Colin Firth (actor estelar), Natalie Portman (actriz estelar), Christian Bale (actor secundario), Melissa Leo (actriz secundaria) y Biutiful (mejor película en lengua extranjera). Veremos qué pasa el domingo. Por lo general no veo la ceremonia, que me parece bastante aburrida, repleta de discursos cursis y egocéntricos, llenos de agradecimientos de compromiso. Ya se acabaron los tiempos en que la ceremonia duraba 15 minutos, como en 1929 (bueno, yo no la quisiera tan corta) o en los que Billy Wilder simplemente decía, con sincero agradecimiento “Thank you A.I.L Diamond” refiriéndose al guionista con quien ganó tres óscares. Me enteraré más tarde, por la internet.

Roberto Madrigal

Sunday, February 20, 2011

Rashomonsky, Bulgaria y los tabacos Montecristo


En esta muy judía variante de algo similar a Rashomon, nos quedamos con una sola exégesis de los hechos, las otras solo se insinúan para causar incomodidad. En Barney’s Version (Canadá 2010), una adaptación quizá demasiado literaria de la novela homónima de Mordecai Richler (1931-2001), se narra el surgimiento y caída de una relación amorosa a lo largo de 35 años, de forma bastante pronosticable, además de una misteriosa muerte paralela, que pudo ser  asesinato o  accidente conveniente y de la cual sólo tenemos una versión y una sospecha.
Paul Giamatti ganó el Globo de Oro por la mejor actuación estelar masculina en una comedia o en un musical. Este filme hace reir, pero llamarlo comedia es, en el mejor de los casos, engañoso. Con todos los elementos del melodrama televisivo, del cual su director Richard J. Lewis tiene gran experiencia, el argumento se desarrolla elípticamente con un toque discreto sin abusar del sentimentalismo. La serena belleza de Rosamund Pike se encarga del resto y las alusiones literarias a Saul Bellow, por las implicaciones que tiene una novela como Herzog en la definición del personaje y sus relaciones con quienes lo aman, lo detestan y lo necesitan, son exquisitas. Dustin Hoffman, alardeando de sus 73 años,  le saca el jugo a su pequeño papel y Atom Egoyan aparece brevemente en la pantalla como una microparodia del propio Lewis.
Como coña y coda uno de los personajes, la decadente estrella de la telenovela que produce Barney, se entera con orgullo que es famosa en Bulgaria, adonde al final se dirige, con tal de complacer a sus fanáticos,‘probablemente viejos bolcheviques pajizos” venciendo su miedo a volar. En otro momento, en el que se acaban de encontrar Barney y su futura esposa Miriam, al ella notar que él es un furibundo consumidor de habanos Montecristo, le cuenta epifánicamente cómo los torcedores de tabaco dan parte de su salario para contratar a un lector de tabaquería y que esta marca debe su nombre a que la obra favorita de los torcedores era El Conde de Momntecristo.

Barney’s Version (Canadá 2010). Dirigida por Richard J. Lewis. Con: Paul Giamatti, Rosamund Pike, Minnie Driver, Dustin Hoffman, Bruce Greenwood, Scott Speedman y Rachelle Lefevre.
En pantalla en todas las ciudades de Estados Unidos.

Roberto Madrigal

Friday, February 18, 2011

Con la ayuda de la Stasi


Unknown es una co-producción multinacional en la que participan Canadá, Gran Bretaña, Francia, Japón, Alemania y Estados Unidos, que utiliza actores provenientes de muchos otros países. No voy a entrar a narrar la trama, baste decir que es un thriller aptamente dirigido por el catalán Jaume Serra-Collet, convencional, pero sin muchos efectos especiales, con algunas persecuciones automovilísticas que duran exactamente lo que tienen que durar, con un argumento desarrollado de forma inteligente, con giros inesperados y con un respetable manejo de la suspensión de la credibilidad.
Para los que venimos de unas latitudes a las que no se debe volver, la película nos trae unos cuantos libretos colaterales muy interesantes. En esta complicada madeja de múltiples identidades y double-entendres, el personaje central, que protagoniza Liam Neeson, aconsejado por una dedicada enfermera, solicita la ayuda de un ex-agente de la Stasi, alguien que “puede encontrar a cualquiera”, quien haciendo uso de su vasta experiencia y su subrepticia red de colaboradores, todos detritos de un mundo que se esfuma, da con las claves del enigma. Bruno Ganz hace de este patético Herr Jurgen, quien se enorgullece de su pasado, con su físico ya depredado por el tiempo y el alcohol, un personaje inolvidable a pesar de su relativa brevedad en la pantalla.
La acción nos lleva por vericuetos poblados por inmigrantes ilegales, un submundo de intrigas y susurros, con la añadida confusión de actores que representan personajes de nacionalidades diferentes a las suyas, y así, un irlandés hace de americano, una alemana de bosnia, un egipcio de saudí y un suizo de alemán, teniendo siempre como magnífico telón de fondo un Berlín ominoso, que a cada vuelta de imagen parece  querer mostrar las resonancias de sus múltiples y recientes pasados tenebrosos, para acentuar la trama y hacernos disfrutar en la butaca.

Unknown (GB, Canada, Francia, Japón, Alemania, E.U.A., 2011). Dirigida por Jaume Serra-Collet; con Liam Neeson, Diane Kruger, Aidan Quinn, Bruno Ganz, Frank Langella, January Jones y Sebastian Koch.
En pantalla actualmente en todos los Estados Unidos.

Roberto Madrigal

Wednesday, February 16, 2011

Una comedia sobre el fin del mundo


En el peculiar universo de los personajes de Gregg Araki (Los Angeles, 1959), casi todos los protagonistas son adolescentes homosexuales o bisexuales, pero la orientación sexual es una condición circunstancial y aunque se ostenta explícitamente, no toca las ramificaciones sociales del tema. Son, en su mayoría, adolescentes en el sentido más convencional de la palabra, con los desajustes típicos de su edad. Los adultos por su parte, tienen una presencia tangencial y parecen estancados en la pubertad mental.
Araki ha dirigido unas cuantas buenas películas, entre las que se cuentan The Doom Generation (1995), Nowhere (1997) y Mysterious Skin (2004). Su cine se caracteriza por un audaz e imaginativo estilo visual y por un enfoque temático que va de la comedia al drama, pasando por el thriller, sin indicios de transición y con gran fluidez. Usa la impasibilidad como pocos directores actuales. Entre sus obsesiones temáticas están los cultos religiosos y los extra-terrestres.
En Kaboom (2010), dos jóvenes estudiantes universitarios, Stella, lesbiana y estudiante de arte, y Smith, bisexual y estudiante de cine, pasan sus días comentando los pormenores de sus vidas y de sus relaciones en los predios de la institución. De repente, tras una fiesta en la que Smith se droga inadvertidamente, piensa que fue testigo de un asesinato cometido por unos hombres enmascarados con caretas de animales. Ambos amigos se juntan para investigar pero cada solución les presenta nuevas interrogantes. Sus relaciones sociales con sus amantes casuales o compañeros de cuarto se empiezan a complicar. Secuestros y desapariciones se suceden. Sin entender las razones, son perseguidos y asechados por los miembros de un culto y quedan apresados en una situación de la que no podrán salirse hasta que se precipite el fin del mundo.
Pero Araki no toma nada de esto en serio. Los personajes se mueven entre sus sueños, sus delirios, la realidad, sus temores y sus alucinaciones sin poder discernir claramente de qué lado del espejo se encuentran. Es el pasado familiar que Smith desconoce el que se le enfrenta y al correr el velo de las incógnitas lo lleva, junto con sus secuaces de aventuras, a su desenlace final, para el cual estaba predestinado.
Con cinismo e inteligencia, Araki se burla de sus personajes, de su trama y del espectador, en un filme que es, entre otras cosas, una fiesta perceptual, un híbrido refinado de Pasolini y Almodóvar, filmado en un pastel de colores brillantes que insinúan una ominosidad subyacente.

Kaboom (E.U.A. 2010). 86 minutos. Se exhibe actualmente en las pantallas de New York, Los Angeles y Chicago y está disponible por IFC On Demand.

Roberto Madrigal

Tuesday, February 15, 2011

Presentación de Santiago Rodríguez


Pulse en el enlace para ver el video de la presentación del escritor y artista plástico Santiago Rodríguez en la tertulia “La otra esquina de las palabras”, que tuvo lugar el 11 de febrero en el Café Demetrio, situado en Coral Gables.

Saturday, February 12, 2011

¿Tenía razón Bush?

Una de las pocas diferencias filosóficas entre los partidos políticos americanos es que mientras los republicanos están poseidos de una visión supremacista del mundo, en la cual la cultura occidental es superior a todas las demás y por tanto los valores de la libre empresa, la democracia y el capitalismo multinacional son exportables y contagiosos, los demócratas están inoculados con el virus del relativismo cultural, dentro del cual cada cultura (y el término se usa con holgura) tiene derecho a su propio espacio en una sociedad y a la vez cada sociedad debe escoger por si misma el camino político que más le asiente.

Ambas posturas pueden dar lugar al paternalismo político y al racismo institucionalizado, La postura republicana es más fácil de enfrentar, porque en ella escapan los matices. Su aparente simplismo es su mayor virtud y a la vez su mayor defecto. La demócrata es más compleja y su red de expansión puede a veces resultar escabrosa. A veces, para dirigir con éxito un imperio hace falta una visión unidimensional, basada en un pequeño grupo de convicciones muy homogéneas, que capitalice con la ingenuidad de las masas.

El ex-presidente Bush lanzó a los Estados Unidos a una guerra muy costosa con la excusa de encontrar unas armas de exterminio masivo que nunca aparecieron. Después se ofrecieron muchas otras explicaciones, entre ellas, una que pasó inadvertida, en la cual pronosticaba que con el implantamiento de la democracia en Irak, cundiría el pánico entre los dictadores del mundo árabe y que a la larga los pueblos de la región se darían cuenta de que la democracia era ya para ellos una posibilidad tangible, creando un imparable efecto de dominó.

A la luz de las rebeliones populares contra las autocracias tunecina, yemení, egipcia y ahora la argelina, podría uno preguntarse si la agenda conservadora tuvo algún impacto al respecto. Si ha habido un trabajo de inteligencia concertado tras bambalinas que viene muy de atrás, dada la aparente confusión inicial mostrada por el gobierno de Obama. Es sólo una especulación que me parece interesante apuntar.

Claro que todavía está por ver cómo será el resultado final de este fenómeno y qué tipos de autocracias afectará. Mi conocimiento del Medio Oriente y del Magreb es mínimo y no me atrevo a hacer el análisis más superficial al respecto. Por otra parte me parece que a los círculos de poder de La Habana las barbas que les podría preocupar ver arder serían las de su homólogo el-Khadafi.

Roberto Madrigal

Thursday, February 10, 2011

Represiones y represiones


por Orlando Alomá

Leo en el libro Molotov’s Magic Lantern (Travels in Russian History), de Rachel Polonsky (Farrar, Straus and Giroux, 390 págs.), que cuando fue deportado en 1910 a Vologda, 250 millas (o 400 kilómetros) al norte de Moscú, el joven bolchevique Vyacheslav Molotov les escribía a sus amigos con entusiasmo sobre las satisfacciones de su exilio interior, donde por fin tenía tiempo para leer todos los libros pendientes. El gobierno zarista le pasaba un estipendio mensual de once rublos de oro y solo tres cosas le estaban vedadas: abandonar su lugar de exilio, desempeñar un cargo oficial y enseñar (prohibición esta última que desobedeció). Con los años, Molotov llegaría a ser uno de los secuaces más duraderos e implacables de Stalin. Su firma avaló miles de ejecuciones, muchas de ellas de sus antiguos camaradas, y –para añadir literalmente insulto a la herida– adosaba a veces en los márgenes del documento epítetos como “escoria” o “bastardo”. Recuérdese incluso que su mujer, Polina Zhemchuzina, fue arrestada, torturada en la Lubyanka y deportada tres años a Kazakhstan, donde era mencionada oficialmente como el “Objeto No. 12”. Eso sí, dígase a su favor (¿a su favor?) que el canciller soviético que firmó el pacto con los nazis en 1939, esperó paciente por el regreso de Polina y siguió siendo su esposo. Enviudó en 1970 y murió de muerte natural un mérito para la época que le tocóen la Unión Soviética de la perestroika y el glasnost en 1986, a los 96 años.
Ahora, sin ir muy lejos, es más, sin salir de Vologda, encontramos otra víctima de otra represión: Varlam Shalamov, autor de los brutales Relatos de Kolyma y oriundo de la ciudad construida en el siglo XVI por Iván el Terrible. Shalamov fue expulsado de la Universidad de Moscú en 1928, a los 21 años, por “ocultar su procedencia social”: Era hijo de un clérigo ciego y en la matrícula, en el espacio acerca de la profesión del padre, había escrito “inválido”. Fue arrestado por primera vez en 1929 y condenado a cinco años por reproducir ilegalmente, con otros estudiantes, el testamento de Lenin, donde el líder comunista fallecido en 1924 criticaba a Stalin. Fue detenido de nuevo en 1937 y sentenciado por “actividades contrarrevolucionarias” a cinco años en Kolyma, en el extremo noreste del país, condena a la que le impusieron diez años más cuando delatores del campo de trabajos forzados informaron de varios temas de conversación del recluso: Shalamov, por ejemplo, se burlaba de que en la URSS no se habían publicado aún las obras de Dostoievski; dudaba del talento del escritor oficialista Konstantin Simonov (ganador de cinco premios Stalin), y manifestaba su admiración por la poesía de Marina Tsvetaeva, escritora que emigró a principios de la revolución rusa, tras una estadía turbulenta en París se repatrió en 1939 y se suicidó dos años después. Contra toda esperanza, Shalamov sobrevivió para dar testimonio del horror y murió en Moscú en 1982.

Orlando Alomá es escritor y periodista. Trabajó por más de dos décadas para El Miami Herald y The Miami Herald. Vive en Miami

Tuesday, February 8, 2011

Céline y Cuba


Aunque visitó la isla en 1926, como miembro del grupo de salud de la Sociedad de las Naciones que hacía investigaciones sobre la malaria y la higiene de la población, (trabajo que lo llevó también a Togo y a Camerún), parece que Cuba no tuvo ningún efecto en Louis-Ferdinand Céline, quien no mucho después publicara su Viaje al fin de la noche al cual incorporó experiencias de su visita a los países africanos y a los Estados Unidos. Habría que leer muy entre líneas para adivinar algunos tímidos indicios de influencia en algunos nombres y personajes que pueden encontrarse más o menos entre las páginas 140 y 195 de la obra, según la edición que se posea.
Nada en los escritos de Céline remite a ninguna impresión sobre el tiempo que pasó en Cuba. Ni siquiera en qué lugares de la isla estuvo. Quizá algo se encuentre en algún informe médico olvidado. No hay nada sobre la ciudad sobre la cual unos quince años más tarde un joven Thomas Merton escribió: “...La Habana, de muchas maneras, es más ciudad que incluso Nueva York, porque es una ciudad en el sentido que las ciudades levantinas y mediterráneas, y quizás las orientales, son ciudades. La importancia no está en los edificios, sino en la vida que tienen...” (The Secular Journal of Thomas Merton, p  56, Farrar, Strauss and Giroux, 1977).
Sin embargo, su visita a la Unión Soviética en 1936, en pleno apogeo de la admiración a Stalin por parte de los intelectuales occidentales y principalmente los franceses, le produjo una enorme repulsión por la estructuras burocráticas con las que tropezó y por mucho de lo que allí se cocía y escribió Mea Culpa ese mismo año. A lo mejor fué que no encontró en Cuba muchos judíos que odiar

Roberto Madrigal

Saturday, February 5, 2011

Las cifras del terror


En su edición con fecha 24 de febrero de 2011, el New York Review of Books reproduce un artículo del blog de Timothy Snider en el cual se plantea la interrogante que le da título: ¿Quíén fue peor, Stalin o Hitler? Snider es profesor en la universidad de Yale y ha publicado cinco libros centrados mayormente en la historia política de Europa cenrtal. En su obra más reciente, Bloodlands: Europe Between Hitler and Stalin (Basic Books, 2010) analiza a profundidad la nefasta influencia que ambos dictadores tuvieron sobre los países de esa zona europea, principalmente Polonia y Ucrania. En el artículo que aquí se trata, Snider analiza la responsabilidad de Hitler y de Stalin con respecto a las masacres cometidas desde la época de el Gran Terror, pasando por el Holocausto y terminando poco después de la Segunda Guerra Mundial.
En su texto, Snider compara las atrocidades y concluye que las cifras son engañosas a la hora de elaborar juicios. Señala que incluso aceptando los nuevos descubrimientos realizados después de la apertura de los archivos secretos de los países del antiguo “bloque socialista”, que reducen el estimado de los asesinados por Stalin de treinta millones a probablemente una cantidad entre seis y nueve millones, eso no le resta horror a sus crímenes. Llama la atención sobre otros aspectos a analizar, como el hecho de que Stalin cometía sus asesinatos mayormente en tiempos de paz mientras que Hitler lo hacía en tiempos de guerra, así como de que muchas muertes tienen responsabilidades compartidas, ya que los alemanes asesinaron cientos de miles de civiles en Varsovia porque los soviéticos los instaron a rebelarse para después negarles su apoyo y de que más de medio millón de sentenciados al Gulag  fallecieron por la falta de alimentación que causó la invasión alemana. Tambíen los responsabiliza con las barbaridades cometidas por sus herederos, como los treinta millones de chinos que Mao, tomando el modelo estalinista de colectivización, mató de hambre durante el Gran Salto Adelante.
En fin, sin determinar cuál es el peor asesino, apunta toda una serie de elementos a considerar en el enjuiciamiento histórico de los opresores de masas.
Hay un aspecto que no señala en su artículo y es el de la diferencia entre un tirano autoritario y uno totalitario. El autoritario se apropia brutalmente del poder con la excusa de restablecer el orden democrático, porque éste ha sido corrompido. Promete, con su baño de sangre, restaurarlo en su pureza y maniobra dentro de unas estructuras de raíz democrática, aunque sean solamente de vitrina dentro de su mandato. Además, no identifica a la nación con el estado. Funciona, supuestamente con carácter temporal, como una aberración. El totalitario se erige como el creador de un nuevo sistema que va a remplazar al sistema corrupto anterior y su promesa es la de mantenerse en el poder, envuelto en un discurso mesiánico, para establecer un nuevo orden redentor con cuyos intereses se identifica, o sea, es orgánico al sistema, su consecuencia natural. Además, identifica a la nación con el estado.
Esto último me trae el tema a casa. Es muy popular para los defensores de Casrtro, comparar su ejecutoria con los crímenes de dictadores despreciables como Pinochet, Videla y hasta el mismo Batista, todos los cuales caen dentro del molde de dictadores autoritarios. En sus casos, las cifras de sus matanzas son, por lo general, bien conocidas. Son matones irascibles que reaccionan con violencia ilimitada a cualquier provocación. Su misión es supuestamente controlar la conducta nacional para restaurar un orden anterior y mientras tanto dilapidan al país. Son fáciles de odiar y sus crímenes son obvios, con propósitos muy específicos. Sus cifras espantan, y con razón.
¿Cómo cuantificar los asesinatos de Castro? El conteo puede empezar con los juicios sumarios de 1959, que aunque sus víctimas eran esbirros abyectos que terminaron en el paredón, lo cual convertía aquel sainete en acciones de gran popularidad, no por ello eran menos criminales por su falta de legalidad y de respeto a los derechos humanos. Se puede continuar con muchas otras cosas, ya que si no ha matado más es porque no le ha hecho falta, pero para señalar sólo algunas que caen en el olvido, se puede mencionar el salvajismo de haber desterrado poblaciones enteras durante la mal llamada “Lucha contra bandidos”, para escamotear el apoyo rural a los alzados. Eso es un crimen cultural al cual no se le puede poner número. Por supuesto que están los miles de muertos que se han hundido en el Estrecho de la Florida en su afán de huir de la opresión política y de la miseria, pero además, es hora de que se le responsabilice con los miles de cubanos muertos en sus aventuras africanas en Angola y Etiopía, dos países que a miles de millas de distancia, nunca le habían declarado la guerra a Castro, así como todos aquellos que a su regreso vinieron traumatizados por la experiencia. ¿Qué decir de los miles de guerrileros latinoamericanos que sedujo, cobijó y entrenó para después dispersar por las selvas del continente, abandonándolos a su suerte, sabiendo que eran cadáveres seguros, solamente por mantener al imperialismo yanqui en ajetreo y nutrir su galería de mártires? Muchos de estos crímenes se ocultan detrás del discurso mesiánico, de la supuesta gesta epopéyica, de la falaz heroicidad que nunca fue.
Sé que se hacen muchos esfuerzos por cuantificar, uno a uno, los asesinatos de Castro en estos 52 años. La cifra real será imposible de conocer hasta que Cuba pueda de veras abrirse al mundo, pero es importante apuntar en todas estas direcciones. Los números engañan si no se entienden bien.
Al final de Monsieur Verdoux, ya atrapado y camino a su sentencia, Henri Verdoux, parafraseando al obispo abolicionista anglicano Beilby Porteus, espeta: “”Las guerras y los conflictos no son más que un negocio. Un asesinato te convierte en un villano, millones te hacen un héroe. Los números santifican, mi amigo”.

Roberto Madrigal

Tuesday, February 1, 2011

Ricky Ricardo echa un buen par de Erres mayúsculas


Por Orlando Alomá

    En el más reciente y muy disfrutable libro de Gustavo Pérez Firmat, The Havana Habit (Yale University Press, 245 págs.), sobre la (desproporcionada) influencia de Cuba en la historia cultural de los Estados Unidos, encuentro una curiosa nota al pie (que aquí está al final del volumen) en el capítulo 5, "Cuba in Apt. 3-B", dedicado a la comedia I Love Lucy, que debutó en 1951 y dominó la TV norteamericana de esa década. Nota que me llena de un tal vez injustificado pero jubiloso orgullo por vía de tercero. Paso a relatarla:

    En la segunda temporada del programa, Lucy está embarazada, y muy visiblemente embarazada. I Love Lucy era, además, el primer programa de la televisión norteamericana en mostrar a una mujer en estado. Pero no sin una batalla previa. A los representantes de Philip Morris, la compañía patrocinadora de la bicultural comedia, no les gustaba para nada la preñez de Lucy. Con lo que Desi Arnaz, sin andarse con chiquitas, le envió una carta indignada al presidente de la empresa tabacalera, Alfred E. Lyons. Y algo muy persuasivo debe de haber contenido la testosterona de la carta para que la respuesta del magnate a sus subordinados fuese un fulminante memorando de una sola oración: "Don't fuck around with the Cuban", lo que traducido al cristiano quiere decir más o menos: "Dejen de joder al cubano". Remedio santo, y ahí siguió Lucy con su barriga. Score final: El Cubano 1, Timoratos 0.

Orlando Alomá es escritor y periodista. Trabajó por más de dos décadas para El Miami Herald y The Miami Herald. Vive en Miami